domingo, 13 de noviembre de 2022

Bendita verdad (365/365)

Pulir con una media coja la superficie del día hasta que pueda reflejarme en ella; limpiar con el vaho de mi propio cuerpo las marcas de mugre; raspar con la uña de mi pulgar derecho los pegotes que se hayan adherido. Pulir, pulir, pulir hasta descubrir una superficie inmaculada en donde puedo ver lo que mi amor -miope amor- me impide ver, de mí, del mundo -todo deformado por las curvas de las horas- sinuosos destellos. Escribir. Escribir por escribir; pulir con disciplina, con determinación hasta ver algo, alguna cosa, una pista, mirarme. 


______________ 365 días escribiendo* solo por escribir, solo por ver qué pasa. Veo lo que pasa. Veo lo que ha pasado, con la escritura y conmigo. Reposo __________


Escribo mi nombre en el agua. Dejo que los peces ondulen entre la M y la R; entre la L y la A. Escamas de luz que desdibujan el orden del sonido en el que me reconozco. ¿Acaso sirena hipnótica? ¿Acaso cetáceo recóndito? 


______________ Escribir todos los días de mi vida, ceremonia, dejarme ir en las palabras que enrarecen el mundo y la experiencia de habitar este cuerpo y este tiempo y este corazón que se niega, al fin, para recuperar su inocencia ___________


Una daga adornada con piedras preciosas, perlas y amatistas de la empuñadura, piedras de nacimiento, presagios de la pérdida y de la resurrección. Una corona celestial, un templo, un altar, un rosedal de perfumes y corolas extasiadas al sol de la verdad. Mediodía cantado en los campanarios y yo, a la orilla del camino vestida de novia con los zapaticos nuevos. Me tomas para la eternidad. Dibujamos un lazo, el único lazo posible, el que cierra todas las puertas y las tranca desde afuera. Idilio de cacerolas y lavandas bajo la almohada. Fidelidad de conejos salvajes y de remolachas sangrantes en la vajilla. Fecunda vida simple vida silenciosa vida y tú y el mundo que dibuja tu dedo índice en mi frente. Espejo impoluto de la verdad. La nuestra, sagrada, bendita verdad que deja una mancha de nácar en la alfombra y el altar de todos los amores. 


______________ Maravilloso viaje. Gracias _____________


* 14 y 271 están en silencio porque eso también hace parte de la escritura.

sábado, 12 de noviembre de 2022

Jacarandá (364/365)

Un lunar celeste escondido en el pliegue de tu espalda. Una brizna de las flores secas que llegaron en los barcos del duelo, la historia del mundo enredada, generación tras generación, convertida en música que se toca en las plazas de una nación extranjera solo para hacerte reír. Has nacido de la tierra de la tierra de la tierra de los inmigrantes, tu corazón migrante, tú, extranjera de la tierra, de esa y de esta también, tu corazón sin tierra, cualquier tierra la habitación de tu corazón. 
Y yo lanzo al aire palomitas de papel a ver si te encuentran, si dan contigo por las plazas y los árboles del verano en los que te recuestas. Eres del verano y de la ribera del río, de quebrar las avenidas con tu llanto, con andar perdido; no, perdido no. Andar que busca, es diferente. 
Tu andar busca la tierra de la tierra de la tierra que te hizo germinar, jacarandá de lila y celeste, de colibríes y mariposas y de todas las aves del sur y las de mi añoranza, escritas a mano, plegadas a mano, lanzadas al aire desde el calor de mi aliento. 
La calle Perdriel al cuarenta y algo, una reposera al sol de las ocho, crecen las perennes en los orillos de los patios y tú echas raíces, idénticas raíces en la palma de mi mano que ha sostenido la tuya y te ha limpiado la sangre y todos los fluidos posibles que indican que eres un organismo vivo, de naturaleza  exacta a mi propia naturaleza de carne y de sangre y de una huella marcada en la cueva inaugurando lo sacro del mundo, si es que queda algo en el mundo que pueda ser sacro. Estrella del alba, bendita, santa de todos los que regresan, forastera del más acá, mapa del mundo que navego, canto de sirena por el que me pierdo. Me pierdo y las flores celestes tapizan los caminos.  

viernes, 11 de noviembre de 2022

Lucidez (363/365)

Sin importar cuántas veces vamos hasta el filo del mundo, siempre regresamos para encontrarnos y para mirarnos sin vergüenza y sin culpa, desnudas y preciosas, cada una llevando sus años y su bienaventuranza dibujada en los pliegues del cuerpo, en lo que cuelga, en lo que se arruga, en lo que florece con el paso de las lunas y los hogares construidos y las dichas celebradas y las pérdidas de lo amado. 

Hemos aprendido a mostrar los dientes y el mugre que se nos acumula por debajo de la uñas. Hemos excavado concienzudamente nuestra historia -tierra ignota- para descubrir las criaturas primigenias que somos y que permanecen -permanecemos- dormidas al abrigo de bestias desolladas. No renegamos de nuestro pasado que algunos llaman salvaje, nosotras lo llamamos natural.

Cada una nace del amor de la otra y nos juntamos en rituales de luna llena y de hierbas aromáticas quemándose en la hoguera. Brujas, conspiradoras, magas, ancianas sabias, videntes, niñas prodigio, redentoras; nos damos licencia de diseñar el destino y de escribir con letras celestes los giros del universo desde esta, hasta todas las galaxias lejanas, lo inconmensurable girando el la punta de nuestro dedo índice. Lo lanzamos al aire para que jueguen los niños.  También el amor, también el deseo y a la par la venganza que siempre se quiebra; también la pena de perder todo lo que ya se ha perdido. Todo lanzado al aire impulsado por el soplo sagrado. 

Aplastamos la serpiente con la planta de nuestros pies morenos y ella nos muerde en el talón. Nos hacemos una y adquirimos el poder de vivir pegaditas a la tierra y de cambiar de piel cuando sea necesario. El veneno no es más que mito. Pura lucidez que atraviesa lo que hemos amado y dejamos atrás. Cambiamos de piel. El veneno no es más que mito, es pura libertad.

jueves, 10 de noviembre de 2022

Casi (362/365)

La luna casi llena, todo lo que vive casi vivo. Todo casi. Casi mi corazón en el corazón esencial de la alegría. Casi, casi que sí. 

Llevo, como casi siempre, el corazón en la boca y se me derrama entre las palabras y los amores de mi risa. Llevo a mi madre suspendida en ese corazón que canta y que describe con inocencia el mundo que va descubriendo. Mi corazón palpitándome en la boca es la habitación de mi madre y del despejo con que se mueve por el mundo. A donde sea que voy, ella se asoma desde mi corazón y se maravilla -con la infancia todavía en los ojos- de un tomate con pan, de una vitrina de zapatos, de un sol rojo, de los charcos que se apoderan de las avenidas. El mundo no es lo suficientemente grande para intimidarla. Todo ese asombro lo protejo en el corazón donde lo guardo, aunque a veces lo atraviese su incandescencia, la de mi madre, por supuesto. Me vuelvo una bebé otra vez cuando me tropiezo con algo bello y me sobreviene el recuerdo de su risa, del destello malicioso con que se burla de todo lo que ella ha sido y es y será para siempre, una bromista de las cosas más sagradas, un altar donde dios se quita la pesada corona para sentarse a tomar el té. 

No hay sino dicha y gozo sosteniendo su cuerpo blanquito y menudo; sus huesos, sus músculos blanditos, su piel fina, las uñas de sus pies, su cabello negro y lacio, los lunares rojos que tiene en la espalda, son pura materia estelar agitada por la energía de su devoción. Casi mi madre y yo, casi. Todos los días, casi y no me alcanza el tiempo para hacerla feliz y no me alcanza la fuerza para sostener su felicidad y no importa porque casi, y ahí nos encontramos y ahí descubrimos que la vida casi, igual que la muerte casi, que ella y yo y todo lo que nos circunda, casi, menos el amor y la intimidad del amor y la confianza que delinea el amor y el miedo del amor y el lazo del amor y todo el amor del amor de mi madre. 

miércoles, 9 de noviembre de 2022

Afuera. Mi vida (361/365)

Abro la puerta con dificultad entre los paquetes de las compras. El pasillo se apaga y cruzo el umbral del apartamento. Silencio. Silencio. Cuando me acostumbro al silencio de la sala, los ronquidos de la perra llegan hasta mi oído. Dejo las compras sobre la mesa y hablo en voz alta para despertarla. Todas las penas tienen alivio cuando la perra duerme profunda en mi cama y yo puedo contemplarla. Le digo las mismas cosas que le diría a una niña de cuatro años. La llamo por los nombres más dulces: amor de mi corazón, mi ángel, estrella de mi vida, tesoro de esta familia. La veo escondida entre los cojines y apenas si puede levantar la cabeza. Lleva toda la tarde, lluviosa tarde de miércoles, durmiendo calientica entre mis almohadas. 

Contemplo ese ser extraño que me observa desde dentro de mi perra. Quedo indefensa ante un amor que me traspasa. El de ella que se queda inmóvil por un instante con su hocico pegado a mi pierna. O, el mío que estalla el pecho en las ganas de inmovilizar al resto del mundo, solo para aspirar por siempre el olor caliente que ella deja por donde pasa, o para tocarla -suavita de mis amores- y dejar que su pelo acaricie mi mano.

Qué vida puede ser mi vida después de esta intimidad con un ser tan diferente, idéntico a mí, con este otro lenguaje, lenguaje total de la pura vida pura de ser lo que es y nada más, una inteligencia al revés que nos pone en extremos opuestos del anhelo, viviendo bajo el mismo techo. 

Afuera; arriba; silencio; jadeo. Mi cuerpo próximo al cuerpo dorado terciopelo de mi perra. Afuera. 

No hay otra vida que esta vida.

Idéntica vida a todos los días del tiempo que nunca es suficiente para barrer los pelos del perro que tapizan las habitaciones de la casa, o, para bajar en una carrera la calle de los anticuarios -su preferida para correr- mientras una carcajada sella todo lo que estaba suelto, lo que ha estado abierto, las preguntas, el temor a la muerte, a no vivir verdaderamente. Llegamos al final de la calle y el corazón palpita en la garganta. Su lengua, su risa de ojos pequeños y orejas que se agitan. Su risa. Mi vida mía de todos los días. 

martes, 8 de noviembre de 2022

They might not need me (360/365)

Detenerse está bien detenerse y horrorizarse con la compulsividad de la especie, en contraste con la precisión de la vida, la verdadera vida que corroe cualquier anhelo. La luz se fuga avergonzada y deja todo frío, friísimo al contacto de la piel desnuda, como si fuera posible experimentar la materia de la luz de otra manera que no sea desnuda, todo expuesto, vulnerable, amoratado de las horas que se acumulan sobre las horas y que presionan cualquier desnudez hasta su límite. 

Noche noche noche del corazón que ha escurrido hasta la última gota celeste y hace evidente que no hay cúpula sino espacio, infinito, vacío que es de lo que está hecho todo lo demás. Ni gota de celeste, solo polvo primigenio a toda velocidad.

La taza del café reposa serena sobre la mesa. Los lentes se posan a su lado. El teléfono celular se ilumina en vibración.

Voy hasta mi pequeña biblioteca y tomo el volumen bilingüe de poemas de Emily Dickinson. Mi inglés no es tan bueno. En español es así (1391): 

Acaso no me necesiten./Pero tal vez me necesiten./Dejaré pues mi pecho al descubierto./Una breve sonrisa como la mía puede/ser justamente su necesidad.

lunes, 7 de noviembre de 2022

Noche (359/365)

Verde albahaca y clavos de olor perfumando la boca que miente, que niega, que, astutamente, se queda con todo, con todo y se jacta de todo lo que tiene y se hace la inocente cuando se ríe y se ríe con malicia, con saña. Yo miro de lejos, apenas cuando paso de largo desde la ventada de un carro en movimiento. Ya tengo suficiente de mentiras con las que le digo a mi propia boca que se rompe con el frío de la madrugada, con los restos secos de tu saliva, de tu lengua que la llevaba hasta el éxtasis arrastrando el resto de mi cuerpo. Hay orgasmos de mi boca al roce de tu lengua, humedad que sembraste en mí y que florece en una rosa escarlata, rosa de sangre, de nacimiento de cosas antiguas y sagradas, rosas ceremoniales del amor, del deseo que no se cansa, que no cesa en el final de mi boca en carcajadas tristes por todo lo que no tengo, por todo lo que perdí, por todo lo que ya no eres y todo lo que nunca serás, los niños que juegan a lamerme el cuerpo y no alcanzan, no llegan, no aguantan. Solo tú, solo tu lengua que sabía dibujar mi boca, sin mentiras, sin recelo, sin ponerle un seguro al mundo. Se me rompe la boca en sangre a cada madrugada sin la humedad de tu saliva bautizando los días y los días de mi risa y de las palabras que sabían describir el génesis de las criaturas que pueblan las sombras y los reinos celestes de dios. Tu boca de palomas arrullando cuando el día despunta, de perros que aullan a la aurora. Tu boca estrella de la mañana, celeste tu boca que amanece, tu dedo índice en mi ombligo y tu risa, estrella de la mañana. La noche. 

domingo, 6 de noviembre de 2022

Agua (358/365)

Caía tanta agua, tanta agua; corriendo tanta agua calle abajo y la gente de dos en dos escondiéndose bajo los paraguas. El calefactor del restaurante consentía mi nuca y yo pensaba que quería estirar ese momento, esa dicha de agua cayendo, una luz amarillenta de sol peleando por abrirse paso a través de la tormenta. El sol, gastado, esperando detrás del agua, detrás del tiempo hasta que se extinga el tiempo y se haga de noche, para siempre, y no haya luz no haya calle por la que corre el agua, solo la gente escondida bajo un manto amarillento de calor como el que en mi nuca me recordaba el calor de un hombre, de un torso desnudo de hombre que yo amé, que yo amo, con el mismo amor que amo a mi perro que se detiene conmigo a olfatear una magnolia que no crece en árbol inmenso, como todas las magnolias que yo he visto, sino en una maceta de cemento por la carrera novena. Una magnolia del tamaño de mi mano, un perfume intoxicante de belleza y de anhelo; sus pétalos abiertos y casi ajados, como mi sexo, como las historias que me cuento sobre mi vida y los amores que he perdido, como el del torso desnudo de un dios, de un amor que hice sagrado y que perdí cuando una civilización por fin terminó, para dar paso a otros dioses, a los paganos, a los sacrílegos dioses de un amor de segunda, un amor de baratijas que destella con sus piedras de fantasía y el plástico y el latón. 
Seguía cayendo agua y el café se enfriaba en la mesa. Con un ojo leía, con el otro espiaba. A mi derecha, dos personas deslizaban fotos a la izquierda y se reían. Detrás de mí, un perro negro sentado en el regazo de una mujer que no tolera los ladridos de su propio perro o se avergüenza de que sea un perro y no un niño, porque ladrar está mal, pero llorar está bien para los niños, no para ella ni para su perro, que apenas ladra porque no es un niño. Que es un perro sentado en el regazo donde debería estar un niño, porque un regazo no es lugar para un perro, es para un niño. 
Un niño que será un hombre de torso desnudo, divino, caliente en la boca de una mujer que corre como el agua que corre, calle abajo hasta su cuerpo, perdido. 

sábado, 5 de noviembre de 2022

Otoño (357/365)

Mirándolo a los ojos le dije La única forma de amar auténticamente a alguien es a través de la libertad. Pero la libertad nos cuesta todo. Nos lo quita todo. Y eso es muy doloroso. 

No supo qué decirme -ninguno sabe-.

Entonces entendí que él, tampoco él, tendría el valor de amarme. Íbamos a inventarnos algo, un amor bueno. Supe que no. 

Regresé andando a casa. 

El sábado en la noche está lleno de gente en las calles, gente que anda con gente, gente que busca a otra gente sabe dios para qué. Yo ando sin gente ahora y mi propia compañía es suficiente un sábado por la noche. Claro, a veces me gustaría andar de la mano con alguien valiente que me regrese algo de lo que me ha quitado esta libertad que de tan limpia en su oscuridad me asusta por las noches. 

Pero no se puede, no hay como recuperar nada. 

Giré hacia el occidente en la calle 81 y desde ahí hacia el norte fue un otoño prestado; hojas doradas planeando graciosas entre la luz de las farolas y los perros llevando a sus dueños con bufanda a pasear. Muchachas de pelo lacio y larguísimo sentadas en las escalinatas de los edificios texteando, siendo bellas sin ningún esfuerzo. Hombres de barba perfecta y chaquetas abullonadas sosteniendo recién nacidos y esposas rubias que andan en tenis de domingo a domingo. Voy a la panadería. Me siento en la mesa de siempre, con vista a la entrada. Me gusta observar a la gente que viene. Pido un té de arroz tostado y leo poemas en voz alta. De fondo, el jazz y el ruido sordo de las conversaciones alrededor, sostienen el ritmo de los versos que leo para mí, para algo que pasa en mi panza cuando me acoplo a la música de las palabras y no me detengo, una página tras otra, dejando que el sentido se componga por si solo a través de mi voz. Las hojas secas golpean las paredes transparentes, y el otoño que nunca he visto porque aquí no hay otoño, parece bastante auténtico, bastante real. 

Me convierto en la viva imagen de lo que digo que soy, de mis formas particulares de odiarme a través de mi temor y de la libertad de amarme a través de hurgar y hurgar hasta el hueso de lo sagrado. Reposo en el eco que dejan las palabras, ondas concéntricas de la desaparición. Flores que se abren demasiado tarde. Pájaros emigrando hacia el sur helado. Un vaso de Gin y tu ventana encendida. 

viernes, 4 de noviembre de 2022

Hambrienta (356/365)

He aprendido que el hambre (la mía) no es una sensación que deba necesariamente ser atendida de inmediato. He aprendido a sentir hambre deliberadamente, solo para experimentarla físicamente y comprenderla mejor. ¿Cómo se siente el hambre? ¿Cuánto dura? ¿Qué efecto tiene en mi cuerpo, en mi estado emocional, en mi manera de pensar? Con el tiempo, dejar de comer por periodos prolongados me ha ayudado a travesar una puerta cerrada por el miedo. Privarme de cosas, de comida por ejemplo me habla de partes de mí que están normalmente por debajo de lo evidente. Puedo estar sin las cosas que creo que son esenciales; puedo posponer inclusive cosas que parecen vitales; puedo elegir no sentir un placer específico. Pero que no parezca que la comida y yo tenemos una buena relación. Al contrario. El hambre también me ha enseñado los límites de mi cordura y me ha bautizado con mi propia oscuridad. Por eso me temo menos, a mí y a mi hambre, la física y la metafísica. A la comida, por el contrario, le tengo terror. Me aproximo a ella con recelo y estoy a su merced. La comida no es un asunto de supervivencia, sino de riesgo, lamentablemente. Hambre a toda hora.

jueves, 3 de noviembre de 2022

Apetitos (355/365)

La ciencia no sabe explicar con claridad por qué, cada veintiocho días, justo en medio de dos periodos menstruales mientras mi piel y mi pelo se ponen lindos, me asalta una espantosa necesidad de comérmelo todo. Pan, frutas, queso, aceitunas, carne de cerdo, café, maíz; todo lo que se me cruce por delante. Tú, él, ellos, los de antes, los que ni loca. Destapo una botella de vino y no ayuda. Me masturbo dos, tres, cuatro veces y eso ayuda en algo. 

Apetitos.

Me descoloca el deseo, la ansiedad por el placer, de comer, de beber, de seducirme a través de otros cuerpos y otros deseos.

Leo en un fragmento de María Negroni "se ejerce la voluptuosidad a salvo de las miradas". 

Voluptuosidad es una palabra que me gusta. Un secreto. Una manera de experimentar el mundo que me gusta todavía más. Me debato entre la austeridad de mis anhelos y la voluptuosidad de mi naturaleza. En esa ambivalencia camino de puntas para no caerme ni allá ni acá. Me doy licencias, en los días 14 de mi ciclo, por ejemplo. 

En cada ovulación corto algunas hortensias azules del jardín y hago un florerito para la mesa que me recuerde que regreso, una y otra vez a este punto muerto en el que me dejo doblegar por mi apetito, por lo más superficial de mi forma humana. Superficial no en el sentido de algo vano, sino de lo que está más en contacto con todo lo demás. 

Me emborracho un poco, deliberadamente, solo para experimentar mi libido más encendida, más contenida también.  Se me afloja la risa, la alegría, la soledad. Agua vertida en agua, la ilusión de estar separada de lo que amo. Dejo que las palabras se derramen de la mesa y manchen los pisos de la casa, que se me peguen a las suelas de los zapatos para irlas dejando por ahí, mientras le doy la vuelta a la manzana con mi perro y envidio a mis vecinos con su vida perfecta, sus amores perfectos, su ropa perfecta, sus perros perfectos. Bailo mientras me miro en el espejo, sonrojada por el alcohol, con el pelo gris enmarañado, el pantalón desabrochado, los pies en llamas, mi panza al aire; bailo, realmente bailo. Envidiosa, libidinosa, deseante. Dejo que la incomodidad de mi cuerpo me posea por completo hasta que el placer me supera. Apetitos. Me dejo ir. 

miércoles, 2 de noviembre de 2022

Todo (354/365)

El sueño que inventamos, la burbuja en la que intentamos retener algo del brillo del mundo y sobrevivir, la música, la luz, la belleza es todo lo que podemos aspirar a ganar cuando lo apostamos todo. Es lo que nos queda cuando lo perdemos todo, cuando lanzamos lejos una maleta llena de todo lo que somos y lo que tenemos; todo lo que anhelamos y deseamos. No queda nada más que una noche que destella a través del sudor y el llanto y la sopa caliente, manos entrelazadas y los cuerpos que reposan uno rozando el otro. Todo ahí, nada. La belleza y la música y los momentos sin tiempo de los que nos agarramos antes de saltar. Apostamos todo por nada; libres. 

martes, 1 de noviembre de 2022

Luz (353/365)

¿Hasta dónde aguanta la parte invisible del cuerpo? Hasta dónde puede una estirar, tensar, comprimir, exprimir, presionar, exigir. Hasta qué límite, hasta qué emoción el cuerpo es cuerpo antes de convertirse en otra cosa. 

Qué es el cansancio sino otra forma que adopta el cuerpo, otra forma de ser del cuerpo, otra voz, otro ademán que llevamos por la vida.

Qué es el miedo sino una forma de olvido, de distracción del cansancio que es nuestro cuerpo, nuestros días, nuestros lazos. 

Cansado y lleno de miedo, mi cuerpo pesa, mi cuerpo duele, mi cuerpo llorosea la cama vacía, la loza sucia, las uñas descuidadas, la parte invisible del cuerpo refundida entre la materia del cuerpo; ausente, silenciosa. 

Habito una forma orgánica sin nombre, algo que hace tiempo dejó de ser mi cuerpo para dejarme estar mientras estoy, para dejarme tocar, para dejarme reposar. Pero ni estoy, ni toco, ni reposo. A cada movimiento un sonido. Me convierto en un canto, la voz de lo perdido, el susurro de lo que se está rompiendo -semilla, cascarón, cristal, hueso, tiempo- el fracaso tintinea. 

Me escondo en lo invisible y ya no soy ni cuerpo ni nada. Soy la luz del fuego a pleno medio día, luz que es apenas calor. Calor invisible, luz entre luz, calor que duele. La parte invisible del cuerpo que aguanta. 


lunes, 31 de octubre de 2022

Palabra_fracaso (352/365)

A esta hora el día ha exprimido todo me mí 
y busco hasta debajo de la cama alguna palabra, 
escarbo entre mi pelo algún sonido que se haya quedado enredado 
para agarrarme de ahí,
para encender con ese poco alguna frase que me ponga en marcha.
Ansío los momentos de escritura y me hiere 
el cansancio que me roba las palabras y los ritmos de lo que quisiera decir, 
de la conmoción que me quiero causar un renglón tras otro. 
La escritura, 
igual que la vida,
no es más que un fracaso que se hila con el siguiente. 

Un espacio

una pausa

una alegría.

Apenas respirar y de nuevo fracaso.

Una ramita rompiéndose, una palabra tras otra. Hasta la primavera otra vez. 

domingo, 30 de octubre de 2022

Luz (351/365)

Estar cansada del cuerpo, de todo y recobrar así un poco de luz.

Aceptar que anhelo todo lo que he negado, desde la sangre hasta el fracaso de la vida tal como es.

Mañana voy a preparar puré de papás y coliflor. Voy a ver qué hago para resolver problemas que yo no he creado a cambio de dinero para comprar la comida de mi perro. Voy a terminar de leer un libro sobre la práctica del Zen. Usaré zapatos cafés y un poquito de perfume. Voy a sostener entre las manos mi corazón que está enfermo y necesita cuidados. 

Cansada de las cosas de todos los días. Iluminando desde las cosas de todos los días. Iluminada por el cansancio. Agotada, absolutamente, Iluminada.   

sábado, 29 de octubre de 2022

Me río (350/365)

Quiero dejar de pelear con este cuerpo al que a veces le exijo de más, al que a veces cuido de menos, dejar de querer que sea diferente de lo que es, de lo que va siendo, de las cosas que se van manifestando con el paso de la vida.

Me aqueja un dolor de hombro con los movimientos más simples; quitarme la ropa, lavarme los dientes, guardar los platos. Me sorprende un pinchazo agudo cada dos por tres. Primero me asusto, luego me enojo, al final me río. Es que todo está perdido, todo está saliendo terriblemente mal, me desarmo súbitamente, todos se enferman y se oscurecen, pierdo, me abandonan, fracaso. Al final me río ¿Qué me hizo pensar que podría ser de otra manera?

Estar aquí, comiendo a hurtadillas en mitad de la noche, no es más que comer a hurtadillas en mitad de la noche. Culpa, fastidio, incomodidad. Leve como una pluma "estar aquí comiendo a hurtadillas en mitad de la noche" no significa absolutamente nada. Todo está perdido. Al final me río.  

viernes, 28 de octubre de 2022

Nostalgias (349/365)

Contemplo de lejos una vida que se ha ido para siempre y casi caigo en la tentación de sentirme triste. Es lo habitual, la reacción más corriente. Pero me resisto. Miro con curiosidad, como si fuera alguna clase de tesoro antiguo o al menos un aparato raro que hace música, la vida que ya no tengo, que terminó, quizás antes de lo que yo habría querido, quizá mucho después de que debía terminar. Un día, una vida. Un amor, una vida casi eterna. Miro como una niña que descubre. Como una mujer que se pregunta. Miro, pregunto, pero miro de nuevo y examino con cuidado. Miro mi ex-vida como si no hubiera sido mía y descubro que nunca lo fue. Que ya no queda ni polvo de la que encarnó esos momentos bellos, sin embargo, los residuos de alegría me pertenecen. 

Me aproximo con la confianza de quien se sabe dueña de todo para comprender, gozosamente, que nada me ha pertenecido y nunca lo hará. entonces ya no me siento pegada de nada, liviana, libre. Mi vida y sus pedazos, apenas memoria.  

jueves, 27 de octubre de 2022

Solo extrañar (348/365)

No es un problema extrañar algo, a alguien. No es una sensación que requiera ser aliviada (a veces). No es tampoco algo que una quiera quitarse de encima. Extrañar es extrañar, solo eso. Poder permanecer en esa sensación tiene algo de encanto. Extrañar no es sinónimo de querer regresar, sino deleitarse en la ausencia de algo bello, algo vital, una sensación de calor y de alegría. 

Extraño a un hombre que amo, sí. Pero estamos bien así, al menos por ahora. Yo solo sé traicionar mi corazón. 

miércoles, 26 de octubre de 2022

Extraño (347/365)

He estado pensando en un hombre al que ya no veo. Ya no viene a verme a mi casa. Ya no salimos a comprar las cosas de la cena al supermercado de la esquina. Me pregunto qué es lo que extraño. Su olor tan particular. Su risa. La forma en que sus manos agarraban mi cuerpo. Su afán. Su sabor. La sensación desesperante de que no encajábamos de ninguna manera. Mi pasión por su vida. Mi afición por estar enamorada. 

Aunque no sepa qué, extraño algo. Él. Nosotros. Mi herida. 

martes, 25 de octubre de 2022

Limpiar (346/365)

Con un paño limpio recojo el polvo acumulado sobre las palabras del amor; limpio cada una de sus letras, soplo con cuidado en los espacios vacíos. 
Una nube de partículas grises queda flotando en el ambiente: células de piel muerta que se fueron apilando sábado a sábado en la quietud de la habitación. 

lunes, 24 de octubre de 2022

vivo (345/365)

Vivo

como vive alguien que no tiene mucho

porque no necesita mucho

porque vive

y eso sacia la ansiedad de tener que inventarse la vida 

y de ver venir la muerte

implacable

inmutable

Mi casa es una casa de silencio


domingo, 23 de octubre de 2022

Idénticos (344/365)

Te miro a través del cristal de mi corazón y me descubro en un espejo. El mismo temor, la misma coraza, la misma ilusión. Me veo cuando te acercas y me tomas de la mano. Mi llanto es la humedad que escurre por tu espalda cuando, embriagado de placer, te sacudes desde adentro de tu cuerpo. Me enojo conmigo cuando te vas y me enojo contigo cuando yo me quedo, sin ti, sin mí, solo con la fuerza que se crea en el choque de nuestros anhelos. Somos espejos que replican hasta el infinito la oscuridad y los destellos que nos hacen aparecer tan diferentes. Idénticos. 

sábado, 22 de octubre de 2022

llueves (343/265)

Un relámpago

ilumina el cielo        y tú

lluvia

torrencial

inundas 

de lado        a lado

la calle de mi casa

mi casa

el cielo

jueves, 20 de octubre de 2022

Aprender-Amar (341/365)

Estoy aprendiendo.

Cuidar-amar. Expandirse-amar. Presentarse-amar. Compartir-amar.

El instante crudo. La realidad sin edulcorar. Todo lo que somos al descubierto. Meter los dedos en las heridas -no tener miedo de lo caliente y lo vivo.  

Amar no es una emoción, no un sentimiento. 

Amar es responsabilidad (desde lo vulnerable) con el propio corazón y el de otro ser

        el cuerpo el tiempo la palabra los objetos la emoción la ilusión la herida.

Ni las mejores intenciones nos eximen de lastimar. Nos tropezamos con el anhelo.

Creemos en el amor 

        los que amamos

Aprendemos de las cachetadas de realidad que todo es más simple

        nada importa tanto

        como el amor

        como el instante

        como cuidar

        de uno

        del amor

 


miércoles, 19 de octubre de 2022

Cuidar el cuerpo (340/365)

Me duele el hombro derecho desde hace más de dos semanas. Un dolor que ha ido en aumento y que no tiene una causa aparente (como si cargar la congoja de una vida no fuera una carga excesiva) me ha obligado a consultar al médico finalmente. Me recetaron antiinflamatorios tres veces al día, a ver si a lo mejor eso funciona. No sabemos qué es lo que tengo exactamente. Supongo que el tratamiento es por si acaso. Por si acaso es algo que está inflamado y entonces ha de pasar sin mayor complicación. O por si acaso no es nada al final de cuentas y la cosa es que me siento agotada y con ganas de cuidados. O por si acaso es algo más grave pero vamos descartando para darle tiempo al sistema de salud de que pase un mes y llegue la fecha de la cita que logré pedir para algo que me habría gustado consultar ahora mismo. 

Este dolor me recuerda el paso del tiempo y el inevitable deterioro de este cuerpo que me sostiene y que por temporadas no cuido lo suficiente, como si tuviera uno de repuesto, como si este hombro que me duele pudiera cambiarse por otro nuevo, otro mejorado, cuando el que uso se acabe de gastar. Como si tuviera otro corazón y pudiera arriesgar este por cada ternura que se me ofrece, como si no importara dejarlo al sol y al agua a cambio de un poquito de atención. Hay que cuidar el cuerpo y sus partes, porque no hay repuestos y las reparaciones resultan siempre deficientes (sobre todo las del corazón) 

martes, 18 de octubre de 2022

La vida que quiero (339/365)

No, me es imposible vivir una vida sin estructura. Mejor dicho, no quiero, no ahora, no así; haciendo lo que me dan ganas de hacer y comiendo lo que se me antoja. Parece la descripción de esa baratija a la que llamamos felicidad, pero no es eso lo que yo quiero. A mí lo que me gusta es colgarme una reliquia en el cuello, una joya ennegrecida por el tiempo, un artilugio pesado y sin brillo: levantarme a la misma hora inclusive los domingos, hacer lo que hay que hacer, comer comida que venga de la tierra, guardar silencio cuando estoy a solas, mantener mi cuerpo limpio, mantenerlo fuerte, la ropa bien doblada y la casa iluminada. Quiero apagar la luz cuando es hora, darme cuenta de que respiro, ser capaz de prestarle atención a la gente que amo, sumergirme entre mis libros, aprender cosas que me maravillan.

Disciplina, se llama y es todo lo que quiero. 

lunes, 17 de octubre de 2022

Agotada (338/365)

Un dia me despierto y me agota incluso tener que respirar. La sola idea de ser esta persona y sostener esta vida, sacar adelante algún proyecto, así sea mantener mi casa en pie, me parece demasiado. No comprendo de dónde proviene esta sensación. No me explico qué pasó con mi entusiasmo, con esa energía que era capaz de hacerme caminar por encima o por debajo de la masa gris de los días idénticos de un mundo como este. Ni vuelo, ni me sumerjo. Con dificultad me dejo arrastrar por la corriente mientras miro un poco más allá con esperanza. Lo odio. 

Pero no tengo alternativa, me despierto un día tras otro y cualquier cosa puede suceder (otra vez se me cuela la esperanza. Otra vez lo odio). Pero lo que en realidad sucede es que la burbuja de vida se rompe incesantemente sin dejarnos apenas contemplarla, cuando apenas estamos estirando los dedos para sentirla, ya está explotando. Soy una niña que llora intentando atrapar una burbuja en el aire. 

domingo, 16 de octubre de 2022

Torrencial (337/365)

Vamos conversando bajo el torrencial cobijadas por dos paraguas diminutos

casi ni notamos que tenemos los tenis repletos de agua 

que nuestra ropa pesa más en cada esquina

empapada

Estamos escondidas en una esfera impermeable

cálida

nuestra amistad


Yo tengo un perro y tu tienes un gato

tu tienes un hijo y yo tengo estas palabras

nuestro destino es mirarnos a los ojos con compasión

aprender a descifrarnos

a conocernos a medida que nos vamos transformando en lo que somos

¿qué clase de ancianas vamos a ser?


Me asomo a la crisis de los cuarenta

y tú

esplendor


Sentadas en tu sala en ropa de dormir

nos escuchamos y nos decimos con amor lo que pensamos 

una sobre la otra

nuestras vidas

                 ensayos de felicidad

buscando lo que hemos perdido en donde no lo hemos perdido

sábado, 15 de octubre de 2022

Efervescencia de palabras (336/365)

¿De dónde sale la idea de buscar sentido en algo diferente de lo que soy? No hace falta. Hay mucho ruido en el mundo que me rodea, muchos olores, muchos antojos en las vitrinas de la panadería. Me confunden unos brazos fuertes abrazando mi cintura. Me enceguece el blanco brillante de una camisa de lino cruzando el semáforo de la avenida novena con setenta y nueve. No necesito nada de eso porque tengo las palabras y su potencial. Tengo la efervescencia del lenguaje y de lo que pueden hacer las palabras, incluso cuando no se están escribiendo, incluso cuando no son pronunciadas. Me burbujea un impulso, un gozo, un germen escondido en los sonidos posibles de las palabras cuando se ponen unas al lado de otras. No estoy hablando de escribir, estoy hablando de una certeza de existir a través de la experiencia de los libros y las lecturas y la escritura y el compartir un sentido o inventarlo o desvelarlo. Me enamoro de esta vida que sostengo con los hilos finos de las palabras que inventan todo, a mí misma incluso, esta alegría incluso. 

Reconquisto un sentido de ser a través de la poesía. Me agarro de las páginas impresas y resisto a la inercia. Ha valido la pena tanta pena y tanto gozo, intentar, nombrarme. Me hago una coraza de palabras y el mundo la rompe en dos, me rompe en pedazos incontables. Un acertijo, una charada. Soy yo en todos los fragmentos. Ninguno de esos soy yo. 

viernes, 14 de octubre de 2022

Estela del día (335/365)

La puerta del ascensor se cierra conteniendo la estela del día. Nos miramos y levantamos las cejas en una carcajada. La marihuana y la colonia, el líquido que desprende la basura, los perros cuando regresan de un paseo bajo la lluvia ambientan nuestra complicidad amorosa contenida en el pequeño espacio en movimiento. Nos gusta mirarnos en el espejo durante los doce segundos que nos toma ir del primero al quinto piso. A veces nos besamos apasionadamente. Imaginamos que los vecinos hacen lo mismo.

¿Qué piensa de nosotros el portero, que vigila a través del monitor? A veces dramatizamos para él. A lo mejor dramatizamos para nosotros mismos.

La puerta se abre y vamos hasta el final del pasillo. Nos llevamos pegada en el cuerpo la humedad caliente.

jueves, 13 de octubre de 2022

Chispa (334/365)

Una pesadez del cuerpo me impide ser la versión de mí que prefiero y me parece que quiero pasarme la vida en la cama, con mi perra lamiendo mi mejilla, las dos hechas un ovillo de pelos y calor y cariño. Me cansa la forma en que opera el día a día de un mundo enfermo que espera que seamos capaces de resistir, medianamente sanos, la exigencia, la perfección, el desamparo.

Estoy harta de que todos estemos cansados y tristes, de que no tengamos suficiente de nada, viviendo abrumados por lo mucho que tenemos.  ¿Qué es lo que confunde tanto?

Me pone furiosa el esfuerzo en tantas cosas sin sentido; trabajar cuarenta horas a la semana y apenas arañar momentos para leer poesía en el parque o para caminar con los cachorros el domingo, para ir al cine y tomarnos de la mano con alguien que amamos, para cocinar comida que sostenga nuestra vida y no la apague, para dormir todo lo que el cuerpo quiera y alcanzar, alcanzar a todo, alcanzar a todos. Y eso que soy privilegiada.

Qué incomoda esta ilusión de que el caos tenga dead line. No lo tiene. Es el ciclo de nuestra propia vida, pero insistimos. Descorazonador. 

Hay que desarmar la rueda en la que hemos sido embutidos unos sobre otros, unos a costa de otros; darle la vuelta a todo, romperlo, incendiarlo, desistir y renunciar. Hay que hacerlo valerosamente y con dignidad. ¿Importa? Importa. Lo que hacemos importa, la forma en que vivimos importa, la transparencia con la que amamos importa mucho. 

El enojo que pone en movimiento es valioso, es la chispa capaz de iniciar la hoguera en donde fundirnos finalmente. Mi útero se calienta y está a punto de explotar. Una fuerza de vida que me susurra que ya hemos tenido suficiente. 

miércoles, 12 de octubre de 2022

Gustos (333/365)

Me gusta la vida cuando me gusta y me gusta más cuando no la entiendo. He aprendido a tolerar la sensación de hambre, el silencio pesado de una soledad, el dolor del codo derecho, la luz excesiva de las diez de la mañana, la ausencia, la intermitencia, el desamparo. 

Me gustan las cosas bellas y las cosas viejas. Me gustan los cuerpos heridos y cansados. Me gusta el placer pequeño de la casa limpia. Me gusta que me duela verme envejecer. Envejezco. Cambio. Me voy quedando atrás. Me resigno.

Las cuentas regresivas me hacen ansiosa y quiero abarcarlo todo, en mi pecho, en mi día, en mi lista de asuntos resueltos.                 Me resigno y me obligo a saborear lo que no me gusta de la vida, de mí especialmente, mi amargo, mi descompuesto, mi rancio sabor humano.

Un día, de repente, un gesto amable aplaca todos los intentos de escapar. Y me quiero quedar, quiero sentarme a la mesa y servirme apenas un poco, solo un poquito y saborear -mi propio paso por el tiempo, mi confusión y mi gusto por la vida que no me gusta- 

martes, 11 de octubre de 2022

Estoy a gusto (332/365)

Mi pecho es una playa de arena cálida en la que juegas. Te entretienes construyendo montañas y haciendo fosos para capturar un poco de agua. Te mojas las plantas de los pies y dejas huellas cuando vas hacia mi ombligo. 

Tus manos ondulan con el agua salada para alcanzar mi cintura y cada vez que llegas me deshago en espumas, en conchitas nacaradas, en algas que llegan flotando a la superficie de un día.

Tu sabor y descubro la razón del silencio y del canto de la oscuridad estrellada. Me quedo quieta para no despertarte y acompaño de cerca tus días de sosiego. Me quedo tendida, infinita, para ti. Soy esta sensación de estar a gusto contigo. 

lunes, 10 de octubre de 2022

disciplina (331/365)

Me impongo una dulce disciplina 

lavar los platos
tender la cama
guardar silencio ante la provocación

Pienso dos veces antes de salir a la calle
consulto mi monedero cuando entro a la panadería
observo con cuidado unos labios que me seducen
pienso dos veces antes de salir a cualquier lugar

Que la vida no se trata de hacer lo que quiero -me digo-
cuento hasta cinco 
hasta diez
                algo no va como espero
una disciplina me obliga a caminar derecha
a apagar la luz
a encenderla antes de que salga el sol

Pierdo la esperanza de que algo cambie
y entonces algo empieza a cambiar

domingo, 9 de octubre de 2022

Dichosa (330/365)

Me gustaría tener un conocimiento de la naturaleza que me permitiera crear metáforas sobre sentirme infinita y conectada con el todo; sobre ser un ser luminoso; sobre la generosidad de un amor auténtico. Poder dibujar con palabras imágenes poderosas que conmuevan y que, de alguna manera, capturen las sensaciones de dicha que experimento, al menos fugaces.

Pero no tengo nada de eso. Mi dicha, los trocitos de dicha en que me convierto se parecen más a los mocos que se escurren cuando veo a mi hermana llorar y soy incapaz de sentir otra cosa que su propia angustia y desesperación. Algo que llamo dicha es el golpe seco en el estómago cuando veo en una tienda partituras que me recuerdan a Pablo tocando el piano para mí. Un pedacito de dicha se me aparece cuando la ansiedad me empuja a comerme un sándwich y dos y un poco más hasta la incomodidad física.  Soy puro cansancio de una vida circular que no tiene el menor sentido. Una y otra vez lo intento hasta que las razones desaparecen. Un destello de dicha cuando ya no queda nada. 

Toco mi teléfono de nuevo para ver si hay algún mensaje. ¿Suena familiar? Tocamos el teléfono y no hay ningún mensaje. Sólo no hay ninguna mensaje. No hay nada más. 

No hay más dicha en el océano infinito que en el lavaplatos lleno de loza sucia. No hay más claridad en un amanecer que en la canasta de ropa sucia hasta el tope. La ansiedad, el llanto, el apego, el temor, los celos. La ternura, la compasión, la alegría. No hay nada más. Solo la dicha.

sábado, 8 de octubre de 2022

Encontrarte (329/365)

Te crucé esta tarde por casualidad y la presencia de tu ser tan cerca del mío, invisible, fue una patada de realidad a la altura de mis costillas. Apenas si te pareces a ti, apenas si te pude reconocer en unas manos que no eran las mías. 

La veo alejarse mientras tú esperas un instante en el hall del teatro.


¿A qué huele tu cuerpo cuando la música te hace suyo?

¿A qué sabe tu espalda empapada por la emoción?

¿Qué siente apoyar la frente en tu frente

recibir tu aliento dentro de la boca,

el impulso de tu vida,

en la punta de tu lengua el corazón desbocado?

 

Percibo mi boca inundada de saliva y trago. Vuelvo a la sensación de dolor seco en una parte de mí que no sirve para nada.

viernes, 7 de octubre de 2022

Vienes (328/365)

La mano que toca la piel es todas las manos que no han tocado el cuerpo, apenas las partes visibles del deseo. 
Imagino que abro la puerta y te encuentro. Lo imagino veinticinco veces y cada vez me emociono más que la anterior. Has venido a mi casa y te has quedado a dormir. Tu sonrisa y la mía que se acercan y se juntan es todo lo que importa. 

jueves, 6 de octubre de 2022

extraño (327/365)

Miro tu imagen en blanco y negro y quiero hacerte aparecer en mi cuerpo como por arte de magia, hacerte de nuevo carne caliente entre mis manos, amor del más transparente en la punta de mis dedos. Tengo grabada en mi boca la sensación de la piel herida de tu cuerpo, el sonido de tu tristeza en el teléfono, la risa que acompañaba tu mano en mi nalga izquierda. Cada vez que aparece tu imagen en mi pantalla, un impulso inconsciente me hace capturar la imagen y almacenarla junto con las otras (todas en blanco y negro) como un álbum antiguo, como un vestigio de otro tiempo, de otro momento de la historia, de la nuestra, de mi deseo, de mi apuesta por amar de verdad verdad. No parece, pero salimos ganando los dos. Presumo ante las parejas que veo en las calles un corazón quebrado por el amor con todas sus letras y su dimensión. Nada que ver con las baratijas que luce la gente por ahí, que no es ni sombra de esta piedra rara que nosotros sacamos del fondo de alguna cueva de un paraje exótico en un  país que queda lejísimos para ponerla en la mitad de una mesa de fiesta servida para los dos y celebrar que la vida nos ha atravesado y hemos sobrevivido para mirarnos a los ojos y aceptar que somos cobardes y que así, en todo caso, saltamos a la vida y saltamos uno en las manos del otro a riesgo de no tener la fuerza para sostenernos. Se me cae el mundo cuando me sorprende una foto tuya en mi teléfono. Se me escurre la nostalgia por las mejillas y aprieto los dientes para no pronunciar ninguna palabra gastada. Te extraño. Sí. Cada vez que cruzas por mí, te extraño y me alegra poder experimentar esta falta. Está bien. Solo es extrañar. Nada diferente tiene que pasar. Es amor y está bien. 

miércoles, 5 de octubre de 2022

Jugar (326/365)

Cuando me siento a tu lado quiero hacer de cuenta que no hay dramas en el mundo y que puedo entregarme a esta sensación de estar muriendo de sed mientras en tu boca está la fuente inagotable que mantiene la humedad del mundo en equilibrio. Tu boca melocotón sandía lima. Tu boca llovizna páramo nieve perpetua. Hago de cuenta que no noto la tensión de mi cuerpo cuando el tuyo lo atrae, pero sí la noto y voy jalando, estirando, tensando más, creando una fuerza en la que me puedo parar, más alta, para ver el fondo de nosotros dos. Es un juego y lo voy aprendiendo despacito con los ojos cerrados dejando que tu voz me oriente. Nadie gana. Pero al final ganamos los dos, verdad? Jugar por jugar y hacer de cuenta que no hay dramas en el mundo. 

martes, 4 de octubre de 2022

Incapaz de poesía (325/365)

Esta noche soy incapaz de escribir un poema. El tiempo me ha derrotado en el intento por reconstruir una vida que amé y no me queda más que intentar construir alguna otra cosa con mi esfuerzo y mi dignidad. Miro los mechones plateados que destacan en mi pelo, tan bellamente; mi cuerpo cansado, cansadísimo sin razón que lo justifique; mi llanto tan fácil cada vez que se me cae una prenda de ropa o no encuentro las llaves antes de salir de casa. Necesito una pausa. Eso y ser cuidada con amor. Necesito sentirme pequeñita y débil sin sentirme asustada. Necesito poder mirarme con la confianza de no pertenecer a ningún lugar y ahí encontrar mi casa. Necesito poder mirar las heridas que esconden los seres que amo y untarme los dedos con la sangre y los fluidos de un cuerpo vivo. Necesito una pausa, mis libros, la lengua rasposa de mi perra, el llanto de mi mejor amiga, el cuero cabelludo de mi hermana entre mis uñas, los pies fríos de mi mamá debajo de las cobijas, las manos de un amor agarrando mi cadera, los labios de un otro amor acariciando mi cuello, el cabello de mis sobrinas enredado entre mis dedos, las risas escandalosas de mis tías, mi taza de té, mis máquinas de coser, mis libros de nuevo, mi fogones ocupados, mi tapete de yoga, mis budas, mis vestidos y mis medias veladas, mis flores, mis plantas, el cuerpo de ese amor de nuevo dentro de mi cuerpo, mis otros amores amándome, mis amores imposibles amándome, mis promesas cumplidas, mis horarios, mi casa perfectamente limpia, mi piel brillante, mi alegría, mi concentración, mi silencio, una pausa. Necesito la poesía, desesperadamente. La necesito para atravesar este momento y así ser capaz de que este momento me atraviese. 

lunes, 3 de octubre de 2022

noche (324/365)


A veces me convierto en un ser acuático de la noche

A veces
cuando pasas tu mano por mi mano
te desgajas en aguacero 
inundas
pliegues        cuerpo         memorias que inventamos

Brillas
todo
humedad que ilumina el asfalto y los vasos de cerveza fría y mi cuerpo 
pasando por tu cuerpo
todo brillante 
(tus brazos fuertes, tus piernas perfectas, tu boca, tu pecho que palpita)
tu luz
rojo brillante que brota de mi herida
tú la contienes soplando sobre ella
sobre mi pecho que palpita
quitando el polvo que se acumula en mi boca

humedad brillante
la noche del ser pequeño de la noche en el que me convierto cuando llueves

domingo, 2 de octubre de 2022

Universal (323/365)

Me llama la voz de lo que amo: de los cuerpos y las cosas que hacen los cuerpos que amo, la sensación de habitar un lugar tibio, la confianza de dejarme caer en una superficie que me recibe sin lastimarme. Las insignificancias de los días me restauran, susurran los secretos del vivir. 

Un canto me llama desde el centro del centro de todo lo que ilumina.

Nací de una mujer preciosa que impulsó mi tránsito a este mundo con todas sus fuerzas y así continúa, con toda su fuerza, haciendo lo mejor que puede hacer. Yo, con toda mi fuerza, también, hago lo mejor que puedo, aunque a veces no sea suficiente para mantener el mundo a flote. 
Somos naufragio desde el inicio pero dejamos que la sal nos enrede el pelo mientras sucede. ¿Qué dicen los libros sagrados sobre la sal?

La voz de mi madre me llama desde el centro del centro de esta noche y yo le susurro mis amores. Su gesto cuando posa en las fotografías me enternece y me llama de nuevo al lugar del que he venido. No somos dos seres separados, somos exactamente la misma sustancia que florece en dos lugares, idénticos, el mismo ser, la misma experiencia humana. Nos replicamos, nosotras que somos, una vez tras otra en todo lo que conocemos, en todo lo que ni siquiera imaginamos. 

Un canto universal.
Mi poder.

sábado, 1 de octubre de 2022

Ilusión (322/365)

Todo lo que me desilusiona es buen amigo. Releo esa idea y no la aguanto.

No soy capaz de comprenderla. No quiero.

Y entre más me resisto, más duro me golpea.

Todo destello de ilusión hecho pedazos.

Me hiero las manos intentando retener al menos una parte pequeñita.

Fracaso una y otra vez. Me quedo sola una y otra vez.

Pero no es más que ilusión. 

Un buen amigo este dolor y este llanto que intento contener mientras camino de noche regresando de la biblioteca. 

Me golpea por dentro con un puño invisible direccionado por mi propia voluntad.

Soy mi mejor amiga.

Ilusión. 

viernes, 30 de septiembre de 2022

Sin prisa (321/365)

No hay prisa. No hay ningún lugar al que llegar. Con que logremos estar donde estamos es suficiente. 

No hay prisa. Con que logremos tratarnos con bondad, también es suficiente. 

Que podamos irnos a dormir con alegría calentando el corazón. Qué podamos sentirnos en paz dentro de nosotros mismos y que podamos experimentar gratitud por lo grande y lo pequeño. Eso será suficiente. 


jueves, 29 de septiembre de 2022

Amor amor (320/365)

Tu ausencia es la excusa para dejar que las cosas de la vida me duelan. Incluida tu ausencia.
No me va a dejar de doler la vida, probablemente tampoco tu ausencia.
Mi cuerpo me recuerda tu cuerpo. Mi silencio me recuerda nuestro silencio.
No quiero que nadie roce mi piel, por miedo a que se me olvide el roce de tus manos. Al mismo tiempo quiero borrar del mundo la certeza de que tú existes. Tres semanas me parece una eternidad para la idea de que ya no está tu olor pegado a mi almohada y de que no voy a encontrar tus medias debajo de mi cama. 
Extraño el fastidio de que no encajemos pero me alegra poder dejar de intentarlo. Dramatizo esta separación para que parezca que nos quisimos más de lo que nos quisimos, para pretender que nuestro amor no era esta cosa tan cruda y tan real que hace muy natural y serena una separación. No podía terminar de otra forma. Mi corazón amante de tu corazón, imposible hacer que funcionara tú y yo. Separarnos así es el final perfecto. Amor amor tan crudo y natural. 

miércoles, 28 de septiembre de 2022

Lo que hace tu amor (319/365)

En la mesa, dos tazas del mejor café que me haya tomado en años; sobre unos platicos blancos en forma de pez, un gusto que compartimos: croissant de almendras. La iluminación amarilla te hace aún más bello esta noche y tu risa contrasta con un fondo azul de plantitas doradas. Así, a luz de este momento, eres exactamente lo que se dice de ti: el ser humano más bello del planeta. 

Miro en tus ojos emocionados y veo mi vida pasar para celebrar este momento. Comprendo que las cosas se han ordenado para romperme el corazón una y otra vez y así, finalmente, tener la capacidad de apreciar la sencillez de existir cerca de ti. Tú, que te inventas un círculo luminoso, lo creas con tus manos y lo sostienes con atención, con cuidado y con una ternura extraña a este rincón del mundo (del mío por lo menos). Me abres la puerta para que lo habite y no sé ni cómo permanecer en ese lugar. Entro descalza para no arruinar nada. No quiero arruinar nada. Por primera vez en mucho tiempo siento que ya no tengo nada más para perder y que puedo dejarme ir. Quiero dejarme ir en ese lugar al que me has conducido a tu extraña manera, tan inocente, tan dulce, tan misteriosa para esta que soy en este momento.

Nunca conocí a nadie como tú y cada vez que tus ojitos se llenaron de alegría se me rompió de nuevo el corazón. ¿Cómo puedo tener delante de mis ojos la respuesta a la pregunta que no quiero pronunciar? Te ríes, limpias una lágrima con el dorso de tu mano izquierda y yo comprendo que hay que ser valiente para vivir la vida que uno sueña, para aceptar que el amor está delante de uno en las cosas elementales, en los minutos que uno le roba a esta carrera sin freno, en los lazos que se escapan a las lógicas del poder, en las manos que se saben capaces de la vida y de la muerte, en los cuerpos extasiados de placer y anulados por el miedo, en el coraje de ponerse en manos de alguien más. 

Tu amor me hace valiente, me rompe en dos. Te limpias otra lágrima con el dorso de tu mano izquierda. Algo puede florecer. 

martes, 27 de septiembre de 2022

Palabras de la vergüenza (318/365)

Voy recomponiendo la estructura de los días de mi vida y me parece que las cosas van mejorando. 

Decido hacer algo importante por mí: confiar en mis palabras. Me he pasado la vida arrepintiéndome de las cosas que digo y de las que no soy capaz de articular con la velocidad del pensamiento. Me pesan tantas y tantas palabras que digo a la ligera y que me parece que dibujan imágenes distorsionadas de mí misma. Pero me propongo estar más atenta a lo que digo como una pista, como una señal. 

La primera palabra es la que oculta por todos los medios posibles la vergüenza. Confío en todas las palabras de la vergüenza y las saboreo aunque me hagan retorcer por amargas. Confío en que hay algo en ese sabor que puedo conocer, que me puede dar una experiencia más profunda del mundo. 

Me he pasado la vida huyendo de la vergüenza por ser y por no ser; por tener y por no tener; por aparecer y por desaparecer.  Me he avergonzado de mi nombre, de mi cuerpo, de mi casa, de mi olor, de mi pelo, de mi voz, de mis decisiones, de mis abismos, de mis proyectos, de mis palabras, de mi familia, de mis amores, de mi vagina, de mi deseo, de mi amor, de mi silencio, de mi cobardía, de mis zapatos gastados, de mi pobreza. Me he avergonzado de las cosas por las que da vergüenza avergonzarse.  Y detrás de todo hay una pista, una señal. Debajo del peso de esa sensación hay una parte de mí, una parte tierna y vulnerable. Soy también mi vergüenza y el valor que me requiere mirarla de frente. Soy la bondad que toca esa parte intolerable y tiene la paciencia para curarla. 

Confío en mis palabras, en estas que reconocen mi parte más rota. Las palabras hacen cosas. Confío en eso.  

lunes, 26 de septiembre de 2022

Lo bueno (317/365)

Es bueno poder irse de los lugares que no nos hacen bien. Incluso si esos lugares nos gustan. Y eso es lo difícil, que esos lugares nos gustan y sufrimos porque sabemos que hay que irse pero al mismo tiempo no queremos dejarlos. A veces no queremos dejarlos jamás. A veces no podemos dejarlos jamás. A veces morimos en el intento (de dejarlos o de no dejarlos).

Irse requiere valor, porque lo que dejamos es una parte de nosotros que es profunda porque ha conocido lo más bello y lo más desgarrador. Ser uno mismo y ser un completo desconocido para uno mismo. 

Es la cuarta vez que me voy. La despedida es cada vez más intensa porque amo mejor. A mí misma, quiero decir. ¿Cuántas veces más tendré que irme para poder quedarme? En mí, finalmente, quiero decir. Estoy hablando de romance por supuesto. El amor me transforma y cada vez que he dejado todo me he dejado también a mí misma para inventarme algo nuevo después, con las cenizas, con los pedazos, con las semillas. Se me notan los remiendos y las costuras. Se me nota lo torcido, lo usado, lo vencido. Y yo me aliso la blusa mientras sonrío con la esperanza de que se note menos y parezca que estoy entera y que resisto un año más, una vida más.

Pero también es bueno poder instalarse en algún lugar, así no sea un lugar tan bonito. Está bien instalarse en una casa pequeña, en un corazón sencillo, en unos días solitarios, en una vida sin ambición.  Podemos existir con mucha dignidad en esa situación y eso ya es suficiente.

El silencio me regresa a un lugar en el que al menos puedo dormir sin sentir que estoy huyendo de todo. Es bueno poder dormir como quien ha perdido una batalla y ya no tiene que levantarse de nuevo a luchar. Es bueno poder agarrar la vergüenza entre las manos y exprimirle todo el dolor para que me quede apenas la inocencia, sequita y lista para usar. Dignidad. Vivir así, amar así. 


domingo, 25 de septiembre de 2022

Bendito domingo y soledad (316/365)

Bendito silencio. Bendita soledad.

La luz rosada de la tarde golpea las montañas del oriente y las vuelve grises. El azul pálido ilumina la casa, toda. Me ilumina, por fin, por dentro y tu nombre me deja de sangrar. 

Me he retirado del mundo por un par de días para intentar que el espacio que ocupaba tu cuerpo fuera ocupado por algo más. Dejé que me sepultara el llanto y que me ahogara la sensación fantasma de tenerte entre mis manos. Suena exagerado, pero se veía como algo natural. Es natural que llore y que sienta el vacío de mi cuerpo sin tener el tuyo adentro. Es natural que tu ausencia haga brillar tu presencia. Es natural dramatizar que te extraño aunque sé que aún no te extraño de verdad. Voy a extrañarte más en los otros días, en los que casi te haya olvidado y de repente me parezca imposible que ya no estés. Pero está bien tomarme un día o dos para darme cuenta de que antes estabas y de que ya no estás más. Y que de eso, también de eso, se trata nuestro amor. 

Bendito silencio que me trae de vuelta a casa, que apaga las distracciones y pone color en mis mejillas de nuevo. Es la soledad la que limpia la casa y la deja brillante a su paso, el frutero lleno, las plantas húmedas, la cena caliente, las uñas bonitas otra vez. Me siento como una persona completa, como una rama fuerte sosteniendo frutas maduras. Me miro el cuerpo y me parece que está bien. Me lavo los dientes y me da gusto cuidar de mí. Escribo la lista de la compra y me parece que soy capaz de dirigir el mundo. 

Toco a la puerta de mi propia casa y soy yo quien abre complacida, soy yo la anfitriona de la fiesta de mi propia vida. Soy la que bendice lo que toca y la que recibe la dádiva de una luz capaz de atravesarlo todo. 

sábado, 24 de septiembre de 2022

Sagitario (315/365)

Mi disciplina y tu fuego son incompatibles

Eso concluimos 

mirando el destino desdoblado

contamos

piedras de luz en el agua

estudiamos el futuro


Descifras las constelaciones de mi cuello

hasta que se hace de día

hasta que el amor nos hace uno

espejo impenetrable


Sagitario dispara su flecha

certera

al extremo opuesto del cosmos


en el centro de la noche

una herida mortal


viernes, 23 de septiembre de 2022

Soltar (314/365)

Soltar y dejarme ir. Dejar que el llanto aflore a ver si la incomodidad disminuye. Soltar. Amorosamente soltar y dejar que haya silencio por fin, dejar de presionar la herida y ver la sangre a borbotones, brillante, caliente, veloz. Ya pasará y se secará el ardor abierto. Va a cicatrizar aunque tome tiempo, aunque me lleve la vida va a ser una herida que ha sanado. Voy a ser una herida curada, cuidada. Un corazón roto no es más que un corazón roto. Trivial. Una vida rota no es más que una vida rota. Temporal. Pero aprender a soltar es una arte que trasciende y te eleva más allá de lo roto de la vida y de la torpeza del corazón. Inocente herida de la que brota el amor. Soltar. Soltar. 

jueves, 22 de septiembre de 2022

miércoles, 21 de septiembre de 2022

felizdíadelaprimavera (312/365)

Mi hermana me cuenta que siempre llueve en Buenos Aires el día de la primavera. Tiene sentido, pienso, mientras regreso a casa de noche, bajo la llovizna fina de Bogotá. Es el día de la primavera y llueve por toda parte. La lluvia es emisaria de la vida floreciente. Es testimonio de la abundancia y la renovación. 

Felizdíadelaprimavera, me digo. Llueve. Muy apropiado. Tengo un corte de pelo nuevo y estoy, digamos, lista para otra de mis primaveras. Lluevo y mis propias aguas van nutriendo la tierra para que otras cosas crezcan, para que otras cosas maduren. Entonces, cuando estén maduras, como ya han madurado otras cosas antes, se caigan por su propio peso. Así también se rompe el cascarón cuando el embrión está maduro. Así también se rompen las aguas del vientre cuando el bebé está maduro y listo para la vida. Listo es un decir. Igualito que yo en este momento. Algo maduró y cayó por su propio peso. Algunas cosas, lamentablemente, pesan tanto que se revientan contra el suelo al caer y quedan todas, en pedazos, desperdigadas al pie de lo que antes las sostuvo. 

Lista para la vida. Es un decir. No tengo más remedio que levantarme y limpiar la casa antes de irme a trabajar y regresar cansada en la tarde, procurando robarle al día espacios para la paz y para la alegría; para el consuelo al menos. No tengo más remedio que hacer coexistir esa rutina con un corazón, digamos, roto. Aunque no es roto, sino adolorido después de soltar un gran amor, angustiado por la incapacidad para conducir hacia la luz a quienes están a oscuras, exhausto por mantenerse siempre en pie. Lista para la vida, digamos, como la tierra hecha un barrizal al final del día lluvioso de la primavera.

martes, 20 de septiembre de 2022

El arte de amar (311/365)

El arte de amar es misterioso y se compone de pequeñas decisiones cotidianas: cuidar, comunicar, acompañar, consolar, celebrar, tocar, compartir, escuchar, comprender, perdonar, inspirar. 

A veces también es decir adiós. 


lunes, 19 de septiembre de 2022

Niñas (310/365)

Nuestro pelo de niñas
perfumado
trenzado 
domesticado
        nosotras 
nunca

Corremos por entre las columnas de la sala

Nuestra alegría
de ciruelas pasas        de vino dulce            de campo

Luz que atraviesa todo
el tiempo                la memoria            la muerte 




domingo, 18 de septiembre de 2022

Deseo (309/365)

Se te escurre una gota blanca por la comisura de la boca
paso mi lengua 
                    mojada     
                    mojada

recojo la acidez de la fruta
                    toda la fruta manando de tu boca
prehistórica
originaria
ancestral

En el centro 
                    semilla
la boca
la fruta
mi lengua

prehistórica
                    deseo
una gota blanca
                    semilla
                    húmeda
una fruta blanca
                    húmeda    
                    deseo

    

sábado, 17 de septiembre de 2022

El encuentro (308/365)

Suenas sueñas


impregnas todo 

tu sustancia

 domesticada


reposas 

cuando no duermes 


imagino la quietud 

la casa 


atravesada por la luz

tu mañana

reposas

duermes


Luego 

la hora del encuentro


Tintinean las llaves en mi mano

siento la agitación detrás de la puerta

sacudes el suelo 

tu alegría

anticipamos una forma de la felicidad


Se inunda la sala con mi risa mis cantos mis humores

tu saltas te agitas juegas 

inventas un universo

ternuras

el día termina pero 

nosotras 

no termina

los amores inauguran todo

lo veo en tus ojos

en mi mano cuando pasa por tu pelo

en tu nariz mojada

en tus juguetes desparramados por el suelo

en las fotos colgadas en los muros

recuerdos

la vida

la nuestra

la alegría de nuestra vida nuestros juegos


Se deshace el día finalmente

no nosotras


Colonizas la almohada y te haces la que duerme

nuestra vida

el silencio

                la casa


Tanta suerte y este amor (307/365)

Llego a casa de madrugada después de salir a cenar con una de las mujeres fantásticas de mi vida. Tengo tanta, tantísima suerte de rodearme de la luz y el calor de amores auténticos y valientes que me sostienen y me sanan; amores de mujeres sabias.

Hablamos por horas de nuestro corazón adolorido, de nuestro cuerpo dichoso, de las memorias y los anhelos, de lo que nos angustia y de los que nos serena. Nos inventamos un lazo que no tiene nombre en este mundo enfermo. Nuestro amor nos da algo que se parece a una esperanza. Es más bien un lugar seguro, un lugar transformador, un lugar de poder -poder interior en todo caso-.

Me meto a la cama caliente y abrazo el espacio que me rodea. Estoy sola en mi cama, sí. Pero habito una soledad plena de presencias amorosas, de emociones profundas. Mi vida cabe en el espacio limitado de mi cama de esta noche. Mi cuerpo de treinta y ocho años, cansado y amoroso testimonian el valor que he tenido para levantarme de muchas otras camas en donde ya no quepo, en donde ya no quiero estar. Y regreso aquí y cada vez soy capaz de escuchar más allá de mi propio silencio y mi propia oscuridad. 

Tengo tanta suerte por poder experimentar esta forma de vivir, este corazón que palpita a una intensidad que a veces resulta insoportable. Bueno, está bien dejarme sorprender cuando me miro, soltar y esperar que cosas buenas estén por venir. 

jueves, 15 de septiembre de 2022

Es amor (306/365)

Digo amor y me atraganto de palabras y sentidos, pero apenas pronuncio amor reina un silencio absoluto. 

Como muchos - como todos- intento observar con objetividad el amor en los rincones de mi vida. Lo siembro y me como extasiada sus frutos. Lo persigo y dejo que me encuentre. Lo invento y me maravilla su resplandor. Lo veo funcionar y lo remiendo una vez tras otra cuando se quiebra. Igual que tú. Igual que todos.

¿Acaso no es el amor lo que hace que todos -quiero pensar que todos- estemos con vida? Alguien cuidó de nosotros y nos alimentó y, por lo menos, nos mantuvo con vida para llegar hasta aquí. Incluso si no fuera así, una suerte de fuerza invisible -amor- hace que nos mantengamos con vida. Quizás ese amor, sobrenatural, divino, místico, kármico es el centro de todo y la razón de todo. 

Pongo mi mano sobre mi pecho y me convence ese retumbar que se acompasa con lo que me pone dichosa y lo que me aterra; con mi respiración y con mi arrebato por las cosas elementales. 

Pienso en el ritmo cardiaco de la gente que amo, de la que me ha abandonado, de la que me ha lastimado. Pienso en el ritmo cardiaco de mi perro, de mi madre, de mi último amante, del hombre que nunca va a amarme, de mi jefe, de la persona que me abre la puerta del edificio. Amor, me digo. Amor. La vida, pienso. La vida.

Me arriesgo a parecer sentimental y débil de carácter y cursi y rara, poniendo siempre el amor por delante, untando con esa sustancia todo lo que hago y lo que invento y lo que digo y lo que anhelo. Lo asumo y pronuncio es palabra prohibida en la oficina, en la cama de un amante ocasional, en la mesa que comparto con mis sobrinas, en mi escritura, en el fogón de mi cocina, en el supermercado, en la ducha, en la caminata vespertina con mi perra. 

Me atraganto con las palabras del amor, me embadurno con ellas el cuerpo y la vida, apuesto todo y quiero experimentarlo todo. Es amor, me digo. Solo amor. Es la vida, pienso. Solo amor. 

miércoles, 14 de septiembre de 2022

Palabras (305/365)

La mirada baja, las emociones cosquilleando en mi brazo derecho.

Separo las palabras buenas de las perniciosas. No. Todas las palabras tienen lugar en este puente que construyo hacia el mundo. Camino sobre ellas y se me marcan en las plantas de los pies. Las llevo conmigo y las desordeno mientras voy andando.

Me doy un baño de palabras al atardecer.

Sostengo con la mano izquierda una taza de café caliente y el lado derecho de mi cuerpo se queda libre para experimentar la noche y la brisa y las sábanas inmensas del poema. Bajo la mirada de nuevo para evitar hacer parte del mundo. Quiero conservar esta inocencia, este secreto, este poder. Imposible ir a algún lugar sino a través de los puentes de palabras. Guardo silencio. Me quedo quieta. Me hago un refugio.

Me limpio los pies antes de subirme a la cama y veo los restos grises en el suelo, agonizantes de sentido y de belleza. Las palabras a pedazos, todas rasgadas y marchitas después de un día largo largo. Mis plantas inmaculadas otra vez. La vergüenza me hermana con los impulsos primarios de esta forma de existencia. 

Me dejo caer en las páginas bellamente escritas de una poeta del sur. Dejo que me aplasten y que me hagan sentir la densidad de decir Te amo, de decir No, de decir Nadie

Me dejo caer en mi refugio de palabras y bajo la mirada para abstraerme del mundo. 

 


martes, 13 de septiembre de 2022

Quédate (304/365)

Quédate. Ven y siéntate aquí a mi lado. Deja que el silencio se apodere de este momento y sólo quédate aquí.

Deja de intentar llenar el tiempo de los dos con tonterías. Apaga la radio que suena siempre tan mal. Deja de contarme chistes. Deja de inventarte juegos infantiles para pasar el tiempo. 

No me digas ni una sola vez más que lo que me gusta es aburrido. Deja de decirme al oído que me deje crecer el cabello, que me peine diferente, que me ponga otra ropa, que haga más ejercicio.  

Quédate y mírame con el valor de quien se sabe amado. Escúchame con la generosidad de quien sabe que el amor no es suficiente. 

Pero, por favor, quédate. Y cállate. Por una vez. Al menos por una vez deja que el silencio nos hable y nos permita escucharnos.

Mi amor tiene tantas formas de nombrarte y tú te resistes a escuchar. Cada una te asusta más que la anterior. Estoy cansada. Quiero que te quedes y que me mires. Que te descubras en la luz de mis ojos.

¿Te dije que esta habitación es infinita cuando no estás? Me cabe todo cuando me dejas y luego te haces espacio al regresar, desplazando lo que he estado ordenando en mis horas de ocio emocional.

Por eso quiero que te quedes. Porque estoy cansada. Por eso quiero que te calles. Quiero que, por una vez, te mires en la luz de mis ojos y ya no quieras decir nada más. 

No hay nada de los dos que tenga esperanza de sobrevivir a este amor. Ni siquiera el amor que nos tenemos. 

Estoy cansada. Siéntate a mi lado y deja que el silencio se apodere de esta libertad de los dos. 

lunes, 12 de septiembre de 2022

Tengo un hogar (303/365)

Sí, a veces me hace falta compañía, aunque detesto la sensación de que alguien invada mi espacio, mi silencio y mi cuerpo, y eso es inevitable tarde o temprano cuando tienes compañía. A veces, sí, me hace falta la presencia caliente de otro cuerpo, aunque no resista la sensación de fracaso cuando un cuerpo se hastía de otro cuerpo. A veces la contradicción de mi deseo me supera. Y, a veces, me siento completamente perdida en una soledad sin horizonte ni muralla. Ahí aprendo a vivir y aprendo a darle profundidad a las cosas elementales. Me quiebro y con los pedazos me invento una fuerza.

Sin embargo, algunos días esa fuerza se me moja y no enciende de ninguna manera. Me toca quedarme sentada, solo viendo pasar el día, soñando con alturas que me parecen inalcanzables, con palabras, con ciudades, con ternuras que jamás experimenté. Me muero de frío.

Pero en la mitad de la noche comprendo que el problema es que dramatizo constantemente una vida vacía y hago de cuenta que no vivo en un jardín fecundo, en una naturaleza abundante y riquísima. La soledad, entonces, me confronta con todos mis privilegios, con mis caprichos, con mis tonterías. ¿Qué más necesito? ¿Qué hago con esta vida preciosa que se me gasta? 

Solo necesito ponerme en contacto con la naturaleza oscura de mi ser, con mi criatura salvaje, con mi canción ancestral. Es decir, solo necesito aclarar la voz y decir mi nombre con fuerza. Hacer vibrar en mi garganta las pocas palabras esenciales de estar en este mundo y tener un hogar. Porque lo tengo. Y lo tengo marcado en las palmas de las manos. Donde sea que soy capaz de tocar la carne viva del mundo, ahí tengo un hogar.