miércoles, 28 de julio de 2021

¡Ah, muerte!

¿Qué se puede decir sobre la muerte cuando la muerte ya ha tocado las puertas de tu casa?

¿Qué se puede hacer para que entre y se sienta bien atendida, bien recibida, bien tratada?

¿De qué se le debe hablar para que no se enoje, no se arrepienta, no se entristezca?


A mi casa ha venido una muerte indecisa, una muy feroz, una que ha sacudido los tendidos de las camas y ha roto un par de tazas de la vajilla nueva.

Ya nadie sabe qué ofrecerle ni qué habitación prepararle. A veces parece que le gusta la luz del día, pero otras, pareciera que detesta el sol... y no nos dice si se queda o si se va.  Aún no desciframos si es que le gusta nuestra casa o es que no tiene más lugar a dónde ir.

Ah, muerte!

Si hace rato te estábamos esperando... ¿no te parece que estás siendo un huésped muy poco amable?

Si, por lo menos, tuvieras la delicadeza de sentarte con nosotros a la mesa, de conversar un poco, de salir en las tardes al jardín... al menos así podríamos dejar de temerte tanto, podríamos preguntarte los cuándo, los por qué y los cómo que nos están robando las horas de los días y de las noches.


Ah querida muerte! Si hace rato te estábamos esperando...

Ven y siéntate aquí y déjanos acompañarte. Aquí en esta casa eres bienvenida. 

  


domingo, 11 de julio de 2021

Este deseo

Este deseo, tan pegajoso y que me hace distraída, me hace tropezar con cosas pequeñitas: una taza de café, una canción, la voz de Felipe, Martín o Pablo...

Este deseo que tantas veces me ha puesto en peligro y que tantas otras me ha salvado de la destrucción. Está bien. Más veces me ha puesto en peligro. Más veces ha incendiado todo el mundo que yo había construido... Ah! este deseo que conozco tan bien. Este baile de arriesgar la vida por un instante de... la misma vida.

Algunas noches, como esta, mi deseo parece hablar más alto. Y para mi sorpresa, no dice sino mi nombre.

Mi deseo me llama esta noche y me anuncia que los vientos cambian. Que hay cosas que ya no tienen mas raíces e inevitablemente se marchitan. Que la muerte está cerca, que la vida vuelve a comenzar, que no hay nada a qué aferrarse, que en realidad no nos tropezamos con nada. 

Y solo suena mi nombre.

Siento esta cosa pegajosa que me escurre por entre las piernas, por debajo de los ojos, que se derrama, incluso, por debajo de mi puerta.

Y me asusta. 

Y me ahoga.

Y me despierta.

Esta distracción que me despierta y que se parece tanto a mi deseo, que me llama por mi nombre y me lo quita todo y me da, al mismo tiempo, todo lo que necesito. 


domingo, 4 de julio de 2021

Aparezco

A veces, estalla dentro de mí una burbuja de jabón.
Una vida pequeñita, un brote, una potencia.
A veces, hay murmullo que me recuerda que hay litros de sangre moviéndose dentro de este cuerpo.
Que no todo es una masa inerte, que flota y que choca contra el tiempo.
A veces, por momentos, siento que es la vida la que me respira y que yo no soy mas que su aliento, entrando y saliendo, húmeda y caliente de un cuerpo y de otro.
De un gato, de un perro, de aquellos a los que amo, de aquellos a los que temo, de los que me seducen; moviendo las hojas en las ramas de los árboles, las mismas que se arrastran por las calles mientras mueren.

Así es que estalla la vida, momento a momento.  
Sin importancia, sin apenas ser notada, casi sin alegría.  
En un rápido momento de brillo, temblando a la luz del sol, también yo, aparezco.