martes, 20 de agosto de 2019

Hablando

Hablo tanto conmigo misma estos días, que he podido escuchar voces que no sabía que tenía.

Me hablan de cosas que temo, de cosas que anhelo y que no le cuento a nadie.

Me hablan de las posibilidades de ser tantas cosas a la vez, de tantas veces que todo ha salido mal y de tantas en que el universo ha germinado por una gota de sudor que toca el suelo.

Yo crecí en un mundo de libros, que buena fortuna. No un mundo culto, pero un mundo que abrió las puertas de mi pecho y ahora que trato de dejar que la vida circule por allí, no puedo escapar de la inmensa culpa de vestirme ligera un martes en la tarde y solo sentarme a ser, entre la brisa y el dorado en mis mejillas.

Me hablo con paciencia a ver si en ese ir y venir de palabras que estamos aprendiendo, hacemos una tregua y empezamos a conversar en el mismo idioma.

domingo, 18 de agosto de 2019

Cerrado

Algo se cerró adentro y no logro entender cómo abrirlo.

Yo pensaba que desprenderse de todo se sentía como volar muy ligera, con un corazón apacible, con esa sonrisa de las cosas simples.

Pero resulta que desprenderse de todo ha sido más parecido a quedar cegada por el flash de una cámara.

Un solo instante, muy breve en el que no logras ver nada.

Hay tanta luz y los ojos no estaban preparados.

Le sigue una sensación de desorientación, hay que parpadear de prisa para que el ojo se recomponga. Pero se siente mal, se siente incómodo.

Aun sabiendo que es temporal, que es una incomodidad fugaz. Se siente muy mal.

Entonces, así se ha sentido desprenderse de las cosas que yo pensaba que conformaban Yo.

Y estoy forcejeando con ese algo cerrado, hermético que se ha mudado a mi pecho. Intentando métodos, ritos, cantos, pero nada parece funcionar.

A lo mejor la brisa salina del mar, todo este sudor y la humedad de las mañanas ayuden a corroer la solidez de eso que me pesa.




miércoles, 14 de agosto de 2019

Completa otra vez

Ayer al salir del cine me sentí completa de nuevo.

Me sentí como una persona capaz de amar, capaz de crear, capaz de inventarme una vida a mi medida.

Caminé unos diez minutos para recorrer  el muelle y ver a mi derecha la luna brillando sobre las nubes, a mi izquierda, el sol deshaciendose en el mar.

Entonces no solo me sentí capaz de amar, sino que me sentí profundamente amada.  Una sensación de poder sostener el mundo entero entre mis manos y besarlo con alegría.

Ayer se trató del amor. ¡Como ayuda para ir saliendo de este barrizal de miedo en el que he caminado últimamente!

Ayer me sentí completa porque sentí de nuevo la chispa creativa del amor. 
Es que yo sin eso no sé cómo vivir. Yo sin ese calorcito adentro no entiendo nada del mundo.

Mañana voy de nuevo al mar, a encender las hogueras que me mantienen con vida.

sábado, 10 de agosto de 2019

despacio

He recibido el precioso regalo de la lentitud.
Hace algunos días ya no tengo prisa para nada
y llego a todas mis citas con, al menos, una hora de antelación.

Voy con las manos entre los bolsillos, aprendiendo a caminar de nuevo
despacio.
Me he sentido como niña en cada esquina,
en cada oficina nueva,
en cada parada de autobús,
en cada restaurante.
Me he sentido vulnerable y asustada,
aprendiendo a caminar.

A veces parece que no hay nadie,
pero miro para adentro
y encuentro,
abro mi cartera y encuentrro,
muerdo una manzana y encuentro,
miro el mar y siempre encuentro.

A lo mejor es la prisa la que impide encontrar en todo lado.

A lo mejor al detenerme,
al pausar la vida,
al arribar a un nuevo lugar,
al quedarme un poco sin nada
puedo encontrar lo que siempre ha estado aquí.