jueves, 30 de septiembre de 2021

Día 1/30: Por qué

Si me preguntas ¿por qué escribo? tal vez la mejor respuesta sería: por terca.

Escribo porque insisto en hacer que las palabras hagan lo que yo creo que hacen: iluminar los caminos de la mente, las cosas secretas de los días, las que se sienten repentinamente y abarcan la existencia entera.

Es que, por ejemplo, nunca soy tan real como cuando miro mi fracaso en el espejo y quiero atrapar eso, poder ponerlo afuera, poder decirle a alguien cómo se siente esa destrucción que me regresa a lo esencial.

Escribo porque a veces, nada mas despertarme, las palabras se conectan en mi boca y lo llenan todo, sin dejar espacio para nada que no sea el sonido de un verso que repito y repito y repito hasta sentir que hay un ritmo en el que puedo andar durante el día. 

Escribo porque las palabras son mi ancla en el mundo, la forma que más me funciona para decirme, para amarme, para compartirme con otros.  Escribo porque soy terriblemente cobarde y no sé sino darme con palabras, porque mi piel a ratos se asusta, se repliega, se lastima al contacto con otro cuerpo... entonces la escritura me protege y me da un lugar seguro donde puedo flotar hacia la orilla con la ilusión de estar a salvo.

Me da miedo decirlo, pero a veces siento que me asfixio de palabras y que sumergirme en ellas, por momentos, se siente como la única cosa capaz de salvar mi mundo, como la única cosa que puedo hacer, realmente, para ser yo misma. Me da miedo decirlo, pero cada vez que escribo, siento algo en la panza que se parece a una intuición... que la escritura es la forma de hacerme a mi medida, de transformarme en quien realmente soy y entonces transformar el mundo alrededor. 

miércoles, 29 de septiembre de 2021

Día 0/30: Desafiarme

Hay días en los que las palabras resultan dentro de mí absolutamente irresistibles, mi diálogo interior es una búsqueda poética, una charla animadísima entre mis múltiples versiones.

Pero otros días me resultan, esas mismas palabras, en exceso incómodas e inconvenientes y todo parece una mala copia de las cosas que no me gusta escuchar, de las que jamás me gustaría escribir. 

En todo caso, a menudo, las palabras me inquietan, bien en medio de los éxtasis pequeñitos de los versos o bien en la espantosa incongruencias de mis silencios. 

Es una pena que se me olvide que hay un río en mi pecho... y yo, a veces, muriéndome de sed.

Una amiga maravillosa me dice simplemente: "Escribe, escribe lo que quieras". Pero no dice simplemente eso; me dice cosas preciosas que me impulsan a ir a ese lugar que amo y que temo. 

Y entre las cosas que me dice, me dice sin decirme: desafíate.

Y yo la escucho. 

Y me desafío.

Y para empezar abrazo algo de lo que ella me comparte: “Cómo pasamos nuestros días es cómo pasamos nuestra vida”. (una cita de Anne Dillard)

30 minutos escribiendo por 30 días.

Pasar así los días, pasar así la vida.