miércoles, 31 de agosto de 2022

es la vida (291/365)

A veces, cuando apago las luces y la música por la noche se me escurren las lágrimas sobre la almohada. A veces, me siento terriblemente sola y con ganas de charlar de tonterías hasta la madrugada. A veces, siento ganas de que alguien me llame al medio día para asegurarse de que pude almorzar cosas que me hacen bien. A veces, tengo ganas de andar por la calle de la mano con alguien.
A veces, por el contrario quiero poder librarme de mi propio nombre y quedarme en silencio por días y días, sin tener contacto con nadie, sin responder mensajes, sin dar noticias sobre mi vida. Romper los adornos que me han puesto encima y que me pesan tanto tanto. Burlarme de mis poses cursis y de las llamadas que hago con voz sentimental. 

Floto en esta sensación de no saber y de necesitar tiempo para entender. Me digo a mí misma que hay que tener paciencia, como si algún día, de súbito, fuera a descubrir un secreto, una receta mágica que me va a sacar de la incertidumbre. Pero no. Me río de este momento y de las contradicciones en las que malgasto el tiempo. Reconozco lo maravilloso y lo aterrador de ser esta persona que ama y que se incendia en el deseo por la vida y el amor y la conexión entre cuerpos bellos. 

Todo esto sólo porque quiero robarme un beso y derretirme en el calor de cuerpos extraños. ¡Es la Vida! Es la vida...

martes, 30 de agosto de 2022

Toc toc (290/365)

Hay días en los que una forma del amor toca a la puerta y te deslumbra.

Entonces no hay mucho más qué decir.

lunes, 29 de agosto de 2022

iluminar (289/365)

Que no se me olvide que siempre hay un pedacito del mundo que puedo iluminar; que con un poco de perspectiva (la que da pensar en la muerte, por ejemplo) todo se ve más simple y también más significativo. No en términos de lo absoluto, sino de los aprendizajes y de las oportunidades de romper las ideas de absoluto.

Acabo de darme un baño caliente después de un día de trabajo largo largo. Miré mi vientre abultado, mis pies enrojecidos, mis uñas descascaradas y sentí compasión por este cuerpo. Me acurruqué bajo el chorro del agua para sentir la presión fuerte en mi espalda y sentí compasión por este corazón anhelante. 

Hoy he sido la mejor versión de mí que he podido. Conforme se movieron las horas y los eventos entre las horas, me sentí al tiempo poderosa, vulnerable, rechazada, serena, curiosa, admirada, querida, olvidada. Cada forma de sentirme era yo misma siendo lo mejor que podía ser en un día exigente como hoy. Y en cada giro me dije a mí misma: "que no se me olvide que siempre hay un pedacito del mundo que puedo iluminar" Rota o entera, intento alimentar la llamita que ilumina un rincón, un fragmento de tiempo, una parte de un cuerpo, un proyecto, una ilusión, un recuerdo. 

Me quedo en silencio escuchando a Lila roncar en la otra habitación. Escribo sobre el día y siento compasión por esta vida cansada que pongo en escena. Ilumino la esquina de mi cama donde reposa el cuerpo y  donde dejo estirado, listo para mañana, el corazón. 

domingo, 28 de agosto de 2022

Estar en paz (288/365)

 Algunos días quisiera poder irme a dormir sabiendo que es el último día de mi vida y que entonces ya no tengo que preocuparme por nada y puedo realmente descansar y dormir con placidez. ¿Cuántas personas estarán sintiendo lo mismo a esta hora? ¿Es normal que vivamos de ese modo?

Si eso no es posible, quisiera al menos abrir los ojos mañana y subir las cortinas para descubrir que el sol aun no se ha asomado por encima de las montañas y que el cielo tiene esa claridad que permite apreciar aún los destellos de la estrella de la mañana. Quisiera acariciar a mi perra y decirle las cosas más dulces y amorosas. Beber agua y respirar sintiéndome en paz. 

Quisiera sentirme inundada de amor cálido, de alegría, de ganas de ser esta persona y estar en esta vida. Quisiera sentir curiosidad y emoción al mirar mi cuerpo desnudo en el espejo. Quisiera tener la disciplina instalada en mi pecho y ser capaz de hacer las cosas que me hacen bien sin distraerme, sin resbalar en mi vanidad, en mi miedo o en mi ambición. 

Quisiera hundirme entre mis libros y sentarme por un largo rato debajo de los árboles. Quisiera tener conversaciones significativas, abrazar, tener la oportunidad de tocar cuerpos hermosos, de apreciar las heridas de otros.

Quisiera comer poco y comer cosas que infundan vida. Quisiera ser capaz de mantenerme en silencio, capaz de escuchar la respiración de lo que me rodea. Quisiera acertar las pocas palabras pronunciadas e ir a los lugares correctos en los momentos adecuados. Quisiera dejar de sentirme ahogada, cansada, confundida. Quisiera levantarme y reconciliarme con este momento de ser. Quisiera irme a dormir y reconciliarme con este momento de no saber. 

Quisiera darle la vuelta a todo y romper el cascarón, desaparecer en lo que es más grande que yo, más poderoso, más profundo. Quisiera ser lo que digo que soy. Quisiera verme finalmente como me imagino. Estar en paz y dedicar a ello cada minuto de mi vida. 

sábado, 27 de agosto de 2022

viernes, 26 de agosto de 2022

Libre (286/365)

Termino el día con una lectura emocionante y me conmuevo con el último fragmento del libro: 

"¿Qué es el amor y el deseo de un hombre y una mujer contra la historia de dos mundos, las grandes revoluciones de nuestro tiempo, la esperanza, la interminable crueldad de nuestra especie? Una pequeñez. Pero una llave es una cosa pequeña comparada con la puerta que abre. Si uno pierde la llave, quizá nunca pueda abrir la puerta. Es en nuestros cuerpos donde perdemos o nos damos la libertad, en nuestros cuerpos aceptamos o ponemos fin a la esclavitud. Por eso he escrito este libro para mi amigo, con el que he vivido y moriré libre."

Es de Úrsula K. Le Güin y me ha dejado los ojos emocionados después de dos noches consagrada a la cuarta parte de su relato en Cuatro caminos hacia el perdón. Me siento tan afortunada por esta pasión que me ha traído hasta párrafos como ese... En otro fragmento dice: "Esas lecturas eran mi alegría. Ese era el corazón de mi libertad".

El corazón de mi libertad. Mi cuerpo, mis lecturas, estas líneas, el amor que soy y que me invento a partir de esas tres cosas.   

El corazón de mi libertad que me mantiene con vida y me separa del océano inerte en el que parece moverse este mundo. O eso quiero creer. Me resisto y me rebelo cada noche debajo de mis cobijas en el silencio de las páginas que devoro creyendo que así conquisto un fragmento adicional de la vida. Grito mi propio nombre cuando soy inundada por la bella e imperfecta humanidad de un cuerpo que no es el mío, me conquisto a mí misma a través del deseo de un hombre hermoso. Aquí intento darle sentido a lo que no lo tiene; a levantarme todos los días siendo apenas un esbozo, un intento fallido de eternidad, un remedo de lo infinito. 

Libre, me digo. Libre. Y tiemblo. 

 

jueves, 25 de agosto de 2022

Quizá (285/365)

Va siendo hora de irme a dormir y pienso en mi propia muerte. ¿Ha valido la pena este día? Detesto la soledad de este instante, este silencio, esta incomodidad, esta duda que me come viva. ¿Ha valido la pena este día? ¿está valiendo la pena este momento de mi vida? Es que no estoy segura. Es que la vanidad y el miedo hacen que todo se vea difuso. Me pierdo todo el tiempo y cuando me parece que encuentro el camino, comprendo que es un callejón cerrado y tengo que darme la vuelta. Intento hacer las cosas bien, tener cuidado, hablar pausadamente, pero las peores partes de mí me susurran incesantes la vergüenza y la crueldad. Me contengo y casi lo logro. Pienso en mí con compasión y casi me convenzo. Quizá solo estoy cansada. Quizá solo necesito recostar mi cabeza en el pecho de alguien que amo. O quizás es que nada de todo esto que me ocupa está valiendo la pena y mi corazón intenta avisarme.

miércoles, 24 de agosto de 2022

Otra vez te extraño (284/365)

Soñé contigo y sonreíste cuando te besé en la mejilla. Me contengo para no escribir esto como un mensaje que mueva las aguas tranquilas de la distancia en las que se mantiene suspendido este amor inventado. 

Yo me siento en la orilla y lo contemplo flotando en la superficie, apenas moviéndose con el impulso de la brisa.  Me pregunto si tú estás en la otra orilla, si alguna vez volteas a ver lo que quedó de las noches preciosas que compartimos, tú recostado en mi cama y yo recostada en tu pecho, simplemente así. 

Otra vez te extraño y otra vez necesito recordar que no hay espacio en tu mundo para este momento de querernos, que no hay habitación en tu cuerpo para mi deseo imparable, que nuestros mundos giran en sentidos contrarios y por eso es que nos estrellamos. Y nos gustaba estrellarnos, pero quizá no nos haga bien. En todo caso otra vez te extraño, otra vez te quiero y bailo al ritmo de tus canciones. 

martes, 23 de agosto de 2022

Lo que quiero para ti (283/365)

Quiero irme lejos, irme hasta donde tú estás y olvidarme del mundo y de esta vida que vivo apresurada.

Quiero que nos basten nuestras risas y nuestras charlas largas largas para creer en algo, para ser felices.

Quiero hundirme en tus brazos y quedarme ahí para siempre. Cuidarte y asegurarme de que haya comida buena en la mesa a diario; asegurarme de que la casa está limpia; asegurarme de que estás contenta y de que tu cuerpo funciona para permitirte hacer lo que quieras. 

Quiero que podamos inventarnos una forma digna y apacible de tener dinero para comprar pan sin tener que estar tan lejos -una de la otra y cada una de las cosas elementales de la felicidad-.

Quiero que no te sientas sola jamás, que nunca que te sientas inadecuada. Quiero que te aburras apenas lo necesario para intentar algo nuevo, para aprender una canción desconocida.

Quiero abrigarte y borrar las cosas raras de nuestra historia que nos retienen con nudos invisibles.

Quiero todo para ti, quiero darte las cosas más bellas del mundo, que tengas un gato, muchas plantas, ropa bonita, frutas tropicales todo el año.

Quiero que seas feliz, aún en el invierno porteño y en el de tu corazón. Quiero eso más que nada en el mundo. Que seas feliz; que seamos felices. 

lunes, 22 de agosto de 2022

gozo (282/365)

El placer y la alegría del cuerpo son fuerzas poderosísimas. Hablo de sexo, sí. Pero hablo también de intimidad, de ternura, de complicidad. Hablo de la capacidad de habitar la soledad con la dignidad y el coraje de mirar todas las partes de una misma y no salir corriendo, sino tenderles la mano y dejarse atravesar. 

Pero sí, también hablo de sexo, de curarse mutuamente y curar un poco el mundo piel con piel, reconociendo la belleza de lo que nos hace idénticos, tanto como lo que nos hace particulares. 

Pienso en todas las mujeres de mi vida y la enorme cantidad de placer que quisiéramos poner en nuestras propias vidas y en las vidas de la gente que amamos... o de la que nos cruzamos por ahí, pero es tan difícil a veces. Tantos malos entendidos, tantas heridas, tantos temores. Yo propondría empezar por más caricias y más ternuras en el día a día, sólo porque sí, porque queremos sentir menos frío, porque queremos estar acompañados, porque queremos hundirnos en el consuelo de otro corazón que late al mismo ritmo frenético. Yo me propongo tocar un poco más, hablar con menos miedo, sonreír descaradamente a la vida y los cuerpos que me rozan, acoger, calentar, avivar las brasas de todas las vidas que pueda. No hay nada qué perder. Saltar y gozar experimentando el vacío. No hay fondo, no hay más que espacio infinito para llenar con alegrías. 

domingo, 21 de agosto de 2022

Domingo (281/365)

Me muevo al ritmo de mi corazón confiando en que así voy a salir con dignidad de esta pista de baile. A lo mejor no. Pero a lo mejor así me divierto. Paso el domingo en soledad haciendo cosas simples, a ratos aburrida, a ratos maravillada. Hablo con las mujeres de mi vida intentando encontrar alguna estructura que me permita darle contenido a mis días. Nos reímos, nos burlamos de nuestros dramas y hacemos planes sobre ser felices juntas. Quiero ternura y disciplina. Quiero silencio e intimidad. Quiero descubrir y reposar. 

Termino la semana con una emoción germinando; entusiasmo, coraje, curiosidad. Algo que se siente como se siente el hambre... algo vital y urgente, algo personal y universal. Mi pequeña vida que puja para florecer.

sábado, 20 de agosto de 2022

Amor del momento (280/365)

Me desoriento y me asusto cuando las cosas no salen como espero, como las imagino, como las deseo. Me sorprendo a mí misma con los ojos encharcados mientras converso con un hombre que amo. Esa charla de argumentos y contra argumentos sobre formas de ver la vida me recuerda cuanto valoro mi vida en soledad, mi egoísmo de no querer llegar ningún acuerdo cotidiano y me digo: es autocuidado. Me miro a través de sus ojos, callada y frustrada y a él intentando levantar mi ánimo. Me toca casi a modo de disculpa. ¿Por qué es tan difícil que se calle y que simplemente me conforte en el calor de sus brazos? Porque no sabe hacer eso, porque a lo mejor ese silencio, ese espacio se convierte en un abismo para su corazón. Entonces lo intenta a su manera. Una manera que me va seduciendo y me va iluminando. Usamos nuestros cuerpos para decir las cosas que no podemos decirnos, las que no nos permitimos pronunciar. Cuántas veces he movido labios silenciosos al ritmo  de los amores que me he prohibido decirle... 

Así, poquito a poco nos vamos moviendo hacia el lugar que nos hemos inventado para refugiarnos del frío y para cuidarnos las heridas, incluso las que nos ha dejado esta libertad en la que experimentamos otra forma del amor.

Amanecemos enredados entre las cobijas y entre los susurros de la alegría de compartir estos momentos. Adoro la atmósfera de nuestros amaneceres recientes, la ligereza, el buen humor, la intimidad, la charla relajada del desayuno. Adoro las despedidas de besos sonrientes y gestos de complicidad. Cada vez que él atraviesa la puerta quedo más enamorada, pero también más libre, más segura de estar viviendo algo que me quiero permitir, algo por lo que quiero apostar. Apenas este momento, así la vida, momento a momento. 


viernes, 19 de agosto de 2022

amor-amor (279/365)

La espero en la entrada del edificio con esa ansiedad que sólo el amor es capaz de producir. Quiero verla atravesar las puertas de vidrio y percibir esa sonrisa que ilumina mi vida. 
La miro mientras busca en su bolso la tarjeta de salida; conversa y se ríe.  Está preciosa con su cabello rojizo y una blusa encendida que resalta su piel blanca y sus labios rosa. 
Me aproximo y nos hundimos una en brazos de la otra. Qué suerte tener este puerto al que puedo regresar al final del día,  al final de la semana, al final del mundo... 
Que nadie se atreva a encerrar las nociones del amor en la pobreza del matrimonio o en la estupidez del enamoramiento.  Que nadie intente llamar de otra manera a este amor-amor-verdadero que da sustento a todo lo que soy y a todo lo que anhelo en esta forma de existencia, a esta motita de universo que soy cerca de ella. 

jueves, 18 de agosto de 2022

no escribo (278/365)

Sin miedo al ridículo, al fracaso, a la herida. Con menos miedo de soltar, de desprenderme, de desdibujarme. Eso quiero pensar. Ayer, otro día sin escribir. Fue una decisión. A las 11:30 de la noche, caminando por las calles de la Bogotá nocturna recordé que no había completado la entrada del día. Pero iba camino a casa de un chico encantador. Pensé en mis disciplinas, en la estructura que le dan a mi vida y me dije, de nuevo, que no quiero estar presa en ninguna idea, ni aunque sean las más nobles. Quiero ejercitar mi capacidad de salir de ahí y pisar un poquito en los territorios resbaladizos de lo que queda afuera. 

Así que en vez de escribir, conversé sobre la escritura. En lugar de consignar en algunas líneas los pensamientos del día, me dejé empapar por los pensamientos de alguien más, de un desconocido que empezó a hacerse familiar. En lugar de seguir el plan terminé dejándome explorar por la curiosidad de una primera vez. Me sentí libre y sentí que había ganado una pepita de oro para esta colección que adorna los días de mi vida. 

A veces no escribo porque me enredo en la vida. A veces escribo para salir del enredo. A veces escribo, a veces no.  

martes, 16 de agosto de 2022

Rizos (277/365)

Dejo mi cabello rizado al natural y parece que una parte de mí se despertara. Mi pelo es pura metafísica.

Voy por el día absolutamente consciente de los mechones que cuelgan en ondas alrededor de mi cara, de los destellos plateados que se enredan al lado izquierdo de mi cabeza y me siento como Sansón. Soy capaz de derrumbar las columnas que sostienen las prisiones interiores a pesar de haber sido trasquilada una y otra vez. Mi cabello regresa, un poco salvaje, lleno de sensualidad que no es otra cosa que la consciencia de estar presente en la vida con lo amargo y lo dulce, la consciencia de estar parada sobre mis dos pies pronunciando mi propio nombre... sin gritar pero sin avergonzarme.

Cuanta importancia a algo tan fugaz y casi irrelevante. Pero me gusta mi nombre completo, María Alejandra y me gusta decirlo cuando llevo el cabello rizado. 

lunes, 15 de agosto de 2022

Amor de familia (276/365)

 Después de pasar el fin de semana con mi familia, regreso a casa sintiendo que pocas cosas me importan tanto como esa risa que nos contagiamos mientras compartimos la mesa por las razones más tontas. Pocas cosas me importan de verdad cuando puedo apreciar la inmensa fortuna que tengo de poder crecer entre estas personas, estas mujeres y los pocos hombres con quienes comparto un lazo de sangre. Me he pasado la vida renegando de ese lazo, buscando la manera de renunciar a él metafórica y materialmente. Sin embargo, recientemente he pensado que a lo mejor no haga falta hacerlo. Que a lo mejor puedo dejar de pelear y empezar a apreciar en silencio las cosas que antes me sacaban de quicio. Puede ser que una parte de mí esté madurando.  O quizás es que tengo menos miedo y estoy más abierta a renunciar a mis opiniones y a la capa de barniz que pone sobre mis momentos de agonía. 

Dejo que los dolores de mi familia me rompan en dos y dejo que sus alegrías iluminen mi mundo. Si, todavía hay innumerables cosas que soy incapaz de tolerar, pero las miro con ternura y me miro a mí misma con compasión mientras las sufro. No es tan importante. Me permito darle otro curso a esta historia de parentescos maltratados y maldecidos. Me permito cambiar de opinión. 

Se siente bien reconocer cuando una es tan afortunada de encontrar este amor en esta vida. y los otros amores... bueno, ya habrá otras vidas. 

domingo, 14 de agosto de 2022

Sumergida (275/365)

Quedo casi inconsciente,  sumergida en la cotidiana alegría de compartir la mesa, la tarde, la risa con las mujeres de mi vida. 

Existo y me expando en un universo de energias femeninas que encarnan la vastedad de la belleza humana. Soy y somos cada una, a su manera, la exploración de las formas posibles de amar y echar raíces.  

Nos cuidamos,  nos escuchamos, nos acompañamos. Nos inventamos mundos qué habitar. 

Busco equilibrio. Me enciendo por algo que huele distinto. Lo celebro como parte de mí.  Mi energía femenina que a veces se ahoga busca una salida. Calor y velocidad que incendien mis campos florecidos. 

sábado, 13 de agosto de 2022

Mi madre me cuida (274/365)

Puedo mirar desde fuera de mí cómo pasa el día entre mis caprichos y mis emociones.  Me veo como un bebé con hambre, llorosa y sensible. Mi madre viene a mí y me llena de ternuras. Entonces me acalmo y vuelvo a sonreír.  Es que estoy herida y cansada. Es que me he perdido y tengo miedo. Pero tengo a mi madre que los fines de semana me acuna y me calma, me cuida, me acompaña y me hace reír. 
Qué suerte tengo.  Qué maravilla poder contemplar desde fuera de mí este momento que comparto con ella. 

viernes, 12 de agosto de 2022

Ojalá (273/365)

Me deleito en un amor sin pretensiones que se construye a cuatro manos, a dos lenguas, en múltiples caminos que se cruzan y se transitan en compañía.  Aposté por este momento y me doy el gusto de experimentarlo profunda e intensamente. 
Abro la puerta y aspiro el olor de un cuerpo que amo y que deseo. Compartimos la mesa, tomamos juntos un baño caliente. Hacemos el amor por horas debajo del agua y por encima de las cobijas. Dormimos espalda con espalda, dedos entrelazados. Amanece y estamos en los brazos del otro. Hacemos planes en el desayuno. Nos queremos al despedirnos.
Cada uno regresa a su vida como recién salido de un capullo, o eso quiero pensar. Hasta la próxima vez, si es que, con suerte,  hay una próxima vez. Ojalá.  Ojalá que sí.  Que haya muchos más dias así,  más tiempo para ver florecer este momento de los dos, este amor inventado, experimental, arriesgado y valiente.
Me enamoro así y así él me enamora. 
Lo disfruto en cuerpo y corazón. 
Ojalá.  Ojalá. 

jueves, 11 de agosto de 2022

Volver a escribir (272/365)

Ayer, un día sin escribir, producto del cansancio del cuerpo y de la cabeza. Dos noches en vela pasan factura a la riqueza de las palabras para describir los eventos de los días y para darle forma a la dimensión emocional de lo cotidiano.
Pero está bien. Esos olvidos de lo indispensable alimentan mi parte más hambrienta, la de lo incompleto, la de lo chueco, la de lo opaco. Hace un par de meses habría hecho de esta situación un pequeño gran drama personal. Esta mañana, cuando me percaté, simplemente me encogí de hombros y me dije que no pasaba nada, que no había nada qué reprocharme porque un compromiso tan lindo como este, de escribir todos los días durante un año, se trata de crear una disciplina amorosa con la escritura, un espacio de práctica, un ejercicio sentimental. Así regreso hoy, como si nada hubiera pasado, contemplando el espacio vacío del día 271 casi como un regalo que me hago.
Vuelvo a escribir, cualquier cosa está bien. Escribo porque escribo, así está bien. 

martes, 9 de agosto de 2022

descansar (270/365)

El cuerpo cansado no deja pensar ni sentir con claridad. Se queja, reclama, exige atención y se lleva la mejor parte de los días. El cuerpo cansado se empacha de comida y de caprichos sentimentales para aliviar la incomodidad y nunca lo logra. 

Al cuerpo le gusta sentirse arropado y protegido, acunado y contemplado, pero eso parece cada vez más difícil de garantizar. Pobre cuerpo que a veces no resiste ni el peso del silencio ni la frescura de la soledad. Entonces el pobre se repliega y agrava. Hay que desplegarlo de nuevo con paciencia para que ventile y pierda el olor de la humedad estancada. 

Le basta un tacto sereno, un apapacho sorpresivo o una cercanía cálida para descansar. Eso, o tenderse bajo la cobija caliente por las horas de las horas del amor que el cuerpo sabe darse a sí mismo en la inmovilidad amorosa y atenta de la simple respiración.

No dormí nada. Mi cuerpo es ahora como un bebé. Voy a la cama.

lunes, 8 de agosto de 2022

Anhelo (269/365)

Sin dudarlo, doy un paso en dirección a los eventos y palabras que me encogen algo dentro del pecho. Envío una canción, sonrío a un desconocido, pregunto por la salud de alguien que sufre, comparto un café, converso sobre algo de lo que apenas estoy aprendiendo, contemplo a mi perra dormir en mi regazo. Vivo, como puedo, como me sale, ensuciando el piso, manchando las paredes, quebrando los cristales, pero lo logro. Y tengo la conciencia de lograrlo. Es otra forma de decir que amo, torpe y nerviosamente, amo con toda la intensidad y belleza que me permite mi humanidad. 

Solo anhelo un brizna de amor de vuelta, el calor de unos brazos que me sostengan en los días en que casi no vivo, compañía silenciosa y un beso en la frente al final del día. Necesito poco para quedarme feliz. Anhelo apenas un poco.  

domingo, 7 de agosto de 2022

No hay tiempo (268/365)

Ser amable, ser transparente, ser valiente. No hay tiempo para mucho más y con eso ya habrá valido la pena. 

sábado, 6 de agosto de 2022

silencio (267/365)

Esta noche, quizá por primera vez, el silencio de mi casa vacía me encuentra tranquila. Hemos estado jugando al gato y al ratón hasta esta noche en que, al fin, me he dejado atrapar. No hay música ni ruido y puedo finalmente escuchar el sonido de la semilla cuando se rompe y descubre su existencia tierna. Descubro que es esta sensación de amor lo que me permite dejar de correr; esta sensación de poder mirarme y decirme, auténticamente, que está muy bien ser esta mujer madura que no tiene idea de la vida que quiere vivir, pero que se levanta en todo caso para intentar poner un poco de bondad en el mundo. 

Se me van ocurriendo cosas que quisiera probar, formas de ver, ideas de las que quisiera empaparme, solo por ver qué pasa, solo por investigar cómo se sienten en este cuerpo al que suelo llamar mío. De eso se trata el silencio, de estar dispuesta a escuchar las voces de adentro, pero escucharlas con atención, con apertura, con aceptación.

Me gusta pensar que la semilla se rompe mientras yo me rompo y que cuando la semilla germina en una nueva vida, también yo puedo hacerlo. Reverdezco toda untada de la tierra húmeda que me regresa, de cara al sol, a la mañana que comienza. 

viernes, 5 de agosto de 2022

Trabajo (266/365)

Paso mucho tiempo de este día sentada en compañía de muchas personas, escuchando hablar sobre el mundo y su fatalidad, pero también sobre el mundo y las ganas de hacer que las cosas sean mejores. Me rodeé de profesores y de otros que, como yo, hemos apostado por ganarnos la vida en una universidad. Pero resulta que es mucho más que eso; resulta que lo que hacemos, cada uno sentado en su escritorio, enviando correos electrónicos, gestionando permisos y escribiendo documentos, excede por mucho la idea de ganarse la vida. Mientras nos ocupamos de tareas que parecen rutinarias, estamos poniendo en movimiento el escenario en donde se despliega el potencial de la vida de cientos de jóvenes. No somos nosotros quienes hacemos que algo bueno pase, pero nos juntamos para inventarnos oportunidades. Así me gusta pensar cuando llego a casa agotada y saturada de realidad. 
Me refugio en esa visión y en la alegría de encontrarme con otros que la comparten. Creer en la bondad me alivia y me sostiene. 

jueves, 4 de agosto de 2022

tormentas (265/365)

A cien días de terminar este desafío, parece que al fin el caos empieza a tener sentido.

Llevo cuatro meses sentada en el borde escarpado de la miseria, teniéndolo todo y muerta de miedo por estar a punto de perderlo todo. De perderme otra vez. 

Llevo cuatro meses manteniéndome a flote y llegando al trabajo con una sonrisa que alguien, siempre, necesita más que yo. Siempre hay algo que podemos dar, aun cuando sentimos que ya no nos queda nada. 

Qué molesto y qué agotador vivir así, sobreviviendo, defendiéndose de una misma y del poder de la propia mente cuando se escapa a los sótanos del artificio del yo. Así ando, apenas intentando; fracasando a diario, pero al menos intentándolo. 

Cualquier cosa se convierte en un arma de autodestrucción... el sueño, la comida, la compañía, el ocio, el trabajo, el alcohol, la soledad. Todo es susceptible de ser usado para lastimarme. Fracasando a diario, pero intentándolo. 

Al parecer solo quién se ha asomado a ese lugar es capaz de comprender lo que intento decir. Que este momento, este lugar en el mundo no tiene una razón lógica, no tiene explicación coherente y eso es descorazonador. Es como mirarse en un espejo deformado y aun así reconocerse ahí. 

Lo intento. Lo sigo intentado y en algún momento la nube sobre mi cabeza terminará de descargarse. Ojalá. Y ojalá haga buen tiempo y haya sol y pueda salir sin paraguas a caminar poniendo mi cara de frente al sol, de frente a la vida, sin vergüenza.  

miércoles, 3 de agosto de 2022

Sentido del día (264/365)

Soy profesora y eso me hace bien. Veo la mirada atenta de los estudiantes a quienes hablo de ideas que me apasionan y eso me hace bien. Quiero pensar que las cosas que les digo van a ayudarles a construir su propio discurso apasionado y que, entonces, van a sentirse menos solos. 

Ser profesora me hace sentir que tiene sentido estar con vida y tener la oportunidad de impregnar a alguien de ideas valiosas y útiles para su propia felicidad. 

Qué bueno que soy profesora. Me cuesta imaginarme haciendo otra cosa, o mejor, me encanta verme a mí misma poseída por la emoción de compartir y de conectarme con la curiosidad de alguien más, de estas criaturas anhelantes de vida y de mundos para explorar. 

Termino el día cansada, pero es un cansancio que hace sentido. Qué bueno que tengo esto. Qué bueno recordarme que siempre hay algo que podemos dar. 

martes, 2 de agosto de 2022

Intento (263/365)

Intento escribir mientras la nariz mojada de mi perra persigue mis dedos que se mueven por el teclado. Su cuerpo, recostado sobre el mío hace imposible acomodarme. Ella, a su manera, me recuerda que hay una presencia impredecible que acompaña mis días. La vida, en todas sus formas, en todos sus humores cobija lo que pareciera ser solo mío, pero no lo es; salta a la vista cuando ella se enrosca entre las cobijas y escarba para hacerse un nido en mi regazo. 

Intento escribir, sin éxito, algo que pueda hablar de las contradicciones de este estado espeso del pensamiento y de la emoción que me impiden respirar claro y tranquilo. Me pongo llorosa y voy en modo automático terminando el día. ¿Qué hacer? ¿Cómo hacerlo?

Hago apenas lo que puedo. Y no soy más que el intento de mantener el mundo en pie. Así, incongruentemente lo intento.

lunes, 1 de agosto de 2022

Bondad (262/365)

Vamos todos navegando nuestros mares de desesperación, unos más feroces que otros, unos más extensos que otros. Lo único que nos mantiene a flote es la bondad; la que practicamos con nosotros mismos y con los demás. 

Entonces empezar un día, una semana, un mes, una etapa, una vida nueva, podría estar sellado con ese propósito: cultivar la bondad.

¿Cómo ser bondadoso al salir a la calle? ¿Cómo comer bondadosamente? ¿Cómo ir a trabajar con una disposición bondadosa? Empezar cualquier cosa preguntándole al corazón.