jueves, 31 de marzo de 2022

El centro del dolor (139/365)

Me acerco a la cabecera de su cama y la abrazo, delicadamente pero con firmeza; no quiero hacerle daño. Me gustaría que sintiera que este abrazo es diferente de otros abrazos que ya le he dado. La veo arropada en su cama usando una pijama nueva, una pijama que fue comprada para este momento. A su lado se revuelca el perro y juguetea con la cobija que abriga sus pies. Ese perro es toda la alegría que es posible sentir en la habitación. Pero hay algo inocente y enternecedor en la atmósfera dolorosa del ambiente.

Mañana es su primera sesión de quimioterapia. Se alistan, las dos, para irse muy temprano a experimentar algo que ninguno de nosotros puede anticipar. Ellas dos, unidas por el lazo de sangre y por promesas hechas a los muertos, se cuidan una a la otra. Sí, pero también unidas por un vínculo del que ninguno de nosotros puede participar. Algo de mí se reconoce en el cuidado que ponen esta noche alistando el maletín para mañana. Ambas atienden con especial preocupación las cosas que la otra puede necesitar. 

Yo me dejo embargar por un sentimiento que me derrite mientras les pregunto si llevan una cobija, si alistaron suficiente comida y mientras les repito, una y otra vez, que se mantengan hidratadas. Algo dentro de mí se expande y quiere cubrir las aristas puntiagudas del mundo para que ellas puedan andar más tranquilas. Me parece verlas como si fueran niñas pequeñas, como si yo pudiera, de alguna forma, cuidar de ellas y acunar sus corazones temerosos -de la vida, de la muerte-. Me despido de ellas y les deseo que salga todo bien. ¿Qué significa que "todo" salga bien?

Camino a casa despacio y me detengo a la mitad del camino que conecta las dos casas. Miro hacia arriba, hacia un cielo de parches de nubes grises. En las partes despejadas brillan estrellas. "No hay nada", pienso. "No hay nada allá arriba, nada más allá". Algo dentro de mi se expande y me digo en voz alta "No hay nada más allá de lo que hay en este momento". La inocencia y la ternura del dolor. Nada más.

miércoles, 30 de marzo de 2022

Amar en esta tarde (138/365)

Hay diferentes formas de expresar que amas a alguien. Y la forma que elijas dependerá de las cosas que te conecten con ese alguien. Amar es más lo que das; lo que recibes es adicional, porque al fin de cuentas amar es algo que pasa adentro de una, algo que no pueden inyectarte ni pueden transferirte a una cuenta para que pase a ser tuyo. Amar es una cualidad que se entrena para descubrir que es nuestra cualidad esencial, todo lo demás es artificio. 

Amar, en esta tarde se ve así:

Llego del trabajo entre apuros. Apenas me bajo del bus acelero el paso para alcanzar a comprar algunas cosas para la cena, pero me repito una y otra vez "date prisa, hay que llegar a casa". Lila se ha quedado encerrada y no hay nadie que pueda entrar a darle su comida. Mi perra ha sincronizado su panza con el reloj. Entre más cerca están las 5:30, más se agita. Ya desde las 4:45 empieza a andar de un lado para otro, a subir y a bajar las escaleras, a rasguñar la silla en donde normalmente trabajo. Tan pronto como dan las 5:30 se queda parada al lado de las escaleras y me mira; agita incesantemente su colita y espera. Entonces la miro y con un tono de voz que supongo que reconoce, le pregunto: "¿tienes hambre? (como si no fuera obvio) ¿vamos a comer?" Entonces sale disparada escaleras abajo hasta llegar a su cama en donde se sienta a esperar. Digo esperar por decir alguna cosa, porque esa inquietud no cuenta como esperar. 

Llego del trabajo entre apuros. Caminando a casa con las compras para la cena pienso en que llegaré cuando aun hay un poco de luz y, entonces, podré salir a mi huerta a recolectar hojitas verdes que puedan hacer feliz a un hombre hermoso. Con sumo cuidado -después de alimentar a Lila- salgo y elijo con mi manos las hierbitas aromáticas que, creo, le pueden hacer feliz. Unas ramitas de tomillo, algunas hojas de laurel, un poco de albahaca florecida, perejil y romero, que resultó ser su preferido, que resultó ser el aroma de esta noche y el sabor de un beso que me toma por sorpresa. Nunca más el romero será lo mismo en mi boca. Nunca más podré separarlo de la bella sensualidad de esta noche; algo de otro tiempo, algo que flota y perfuma serenamente mi habitación.

Llego del trabajo entre apuros. Subo a la segunda planta de casa para cerrar las cortinas y al entrar al cuarto de mi madre encuentro una crema para el cuerpo; una crema con aroma de coco - mi preferida- y sobre ella una nota que dice: "disfrútrala" y debajo de esa palabra, caligrafiada de forma maravillosa, un corazón. Mi madre sabe hacer cosas que transforman mi mundo, que me recuerdan que amar es una cualidad que se entrena y que yo tengo la suerte de tener una maestra extraordinaria. 

Amar, hoy y todos los días, es nuestra cualidad esencial. Todo lo demás es artificio.  


martes, 29 de marzo de 2022

Siesta del corazón (137/365)

 - ¿No tienes ganas de venir a dormir una siesta conmigo?

Ella me mira y creo que entiende lo que digo.

- ¡Ve a buscar a Ricardo! ¿En dónde dejaste a Ricardo?

Enfatizo en la palabra Ricardo, que para ella no es un nombre, como para mí, sino que es un sonido que le habla de algo específico en el mundo.

Sale de la habitación y se detiene en el corredor para mirarme. Espera que le ayude, que le dé una pista. Señalo con el dedo la habitación que está en frente de la mía, en donde ahora tenemos un estudio. Ella no comprende y se acerca a la puerta de la habitación de mi madre. Insisto en señalar con el dedo en dirección a mi derecha.

- Ahí no está, lo dejaste en el estudio. Ve hacia el otro lado.

Ella me mira, inquieta, e intenta comprender. Le hablo con voz fuerte, como si el sonido de mi voz tuviera la capacidad de acercarla a su objetivo. Señalo, le repito que es hacia el otro lado, hacia el estudio.

Ella me mira y mira a su alrededor. Finalmente atina ir hacia el estudio y yo lanzo un grito jubiloso: 

- ¡esa es mi chica! ahí está Ricardo.

Regresa en una carrera con el peluche de reno entre sus dientes. La carrera le da impulso y sube de un salto sobre la cama. Se acomoda entre mis piernas cruzadas, sobre las mantas que me abrigan y que hacen una especie de nidito para ella.

Así nos quedamos un rato largo, en silencio, ella masticando las orejas de su Ricardo y yo solo dejándola estar ahí, sobre mí, disfrutando, las dos, del calor que nos damos mutuamente; calor de la siesta, calor del corazón. 

lunes, 28 de marzo de 2022

Una rana pequeña(136/365)

Mi corazón es una rana pequeña -demasiado pegajosa, demasiado inquieta- que salta descontrolada por la sala mientras yo la persigo entre risas y gritos, un poco desesperados al final. No consigo atraparla, atrapar mi corazón bobo que no se decide a quedarse en ningún lugar. Me canso, me rindo.

Al final, mi corazón, que es como una rana pequeña, también se cansa. Al fin la agarro y siento como se resbala mientras me embadurna de una sustancia viscosa que le permite vivir. Al fin la agarro entre mis manos, agarro entre mis manos a mi corazón bobo y le hablo con cariño.

Me saltan las lágrimas cuando siento el corazón agitado de mi propio corazón, exhausto de saltar, zumbando mientras se mantiene con vida; mientras mantiene en funcionamiento las cosas que soy y que siento.

Me enternece sentir, presa en mis manos, a esa criatura de agua que salta lejos, que se estira de forma casi repugnante. Me derrite de amor esta sensación que se queda a medio camino entre el fastidio y la fascinación. Mi corazón es un espejo del mundo. Mi corazón bobo es una rana pequeña. 

Pero son de buena suerte las ranas. 

domingo, 27 de marzo de 2022

Palabras de querer (135/365)

Caminando en la tarde soleada de este domingo, mi madre pronunció algo que se se agarró a mi corazón. A propósito de un funeral al que asistió, comentó sobre su incomodidad por los discursos dedicados a los muertos. En el de hoy, un padre con su vida destruida, habló sobre lo maravillosa que era su hija fallecida, sobre lo orgulloso que se sentía y sobre el impacto que su inteligencia y su bondad tuvieron en el mundo a su alrededor.

Mi madre, con un tono de voz que pocas veces le he escuchado me dijo: "me pregunto si todo eso se lo dijo mientras estaba viva. ¿le habrá dicho alguna vez que se sentía orgulloso de ella?"

Luego me hablo sobre cómo la hacía feliz que nosotros, sus cuatro hijos, le escribiéramos cartas y noticas, mensajes y papelitos en donde le decimos una y otra vez las cosas maravillosas que vemos en ella, lo mucho que significa todo lo que ella es y, por supuesto, lo tanto que la amamos. Me contó que su mejor amiga admira esa facilidad y efusividad con que expresamos el amor que sentimos. Decir te amo, es una cosa de todos los días entre nosotros diez, once, si contamos a Lila, mi perra, que no lo dice con palabras, pero igual lo dice a diario. 

Pensando en eso me dormí justamente anoche, porque casi a punto de conciliar el sueño me ahogué con mi propia saliva y me alertó la idea de poder morirme de la forma más absurda, inclusive, en cualquier instante. Un escalofrío me recorrió cuando me pregunté si tenía algo más qué decirle a alguien antes de morir. La respuesta fue casi un no, sin embargo, me abstuve de enviar un "último mensaje antes de morir". Pensar en eso y pensar ahora en el tono de voz de mi madre hablando sobre decir cuanto amamos a los que amamos, me da algo de paz para los momentos en que me siento un poco tonta, un poco demasiado nerviosa cuando expreso el amor que se me escapa entre las palabras de todos los días. 

Y si esta noche fuera mi última noche, que en todo caso puede ser, creo que podría estar tranquila por haber dicho te amo, te quiero, me importas... un número suficiente de veces a cada ser que amo como para que no le quede duda. Creo que es imposible abusar de esas palabras convencionales y que es extraordinario aderezarlas con gestos que van desde un beso en la punta de la nariz, hasta bañarse abrazando a alguien en alegre intimidad. 

No se gastan las viejas formulas para decir con palabras el amor. No pierde nunca su magia mirar a alguien a los ojos y pronunciar te amo. Jamás deja de emocionar enviar un mensaje que dice simplemente te quiero. No se vacía jamás el sonido que pronuncia el amor que hace que mi vida sea mi vida y que cada día sea el final perfecto de un amor inolvidable.

sábado, 26 de marzo de 2022

inquietudes (134/365)

Querer y no poder; morirse de ganas y no reunir nunca el coraje; intentar y no tener la fuerza para hacerlo; planear y no concretar nunca; proponerse y luego abandonar. Así es esta tarde.

Mi pierna izquierda cruzada sobre la derecha se mueve de forma incontrolable mientras escribo. Mientras doy vueltas por las sensaciones del día buscando las líneas de hoy Quiero incesantemente llevar algo dulce a mi boca, quiero alguna canción que me sosiegue, quiero comprar una crema para las arrugas y un sérum que me haga la piel más tersa y luminosa; comprar alguna cosa para distraerme.

Miro sesenta veces mi teléfono y respondo al instante los mensajes que recibo. Esta inquietud me molesta terriblemente. Se vuelve una lucha interior estar y querer estar de una manera diferente. Querer hacer y no decidir al final nada, sino quedarme sentada sólo planeando hacer. Es como sentirme parada sobre una plataforma pequeñita, sólo haciendo equilibrio, viendo el tiempo pasar y tener que quedarme quieta, pasando el peso de una pierna a la otra para resistir, para no salirme del espacio que ocupo. Quiero todo, pero no me defino y no hago nada. Reviso de nuevo el teléfono. No. Nadie ha respondido. ¿Qué hace la gente en este sábado helado? ¿Qué es lo que estoy buscando para que calme esta inquietud? ¿Cómo me desdoblo para experimentar este tiempo de todas las formas -contradictorias- en las que me provoca experimentarlo?

Mi cuerpo está empezando a susurrarme algo. Un secreto que ya he escuchado antes, pero que no he querido escuchar. Algo dentro de mí dice que puedo aguantar un poco más, que aun no estamos a punto de explotar. Pero siento cerca el momento en que no puedo hacer oídos sordos. Mi cuerpo está pidiendo equilibrio de nuevo, mi cuerpo está pidiendo reposo, mi cuerpo me está reclamando atención. 

De ahí viene esta inquietud, este deseo de comer de la mañana a la noche, esta incapacidad de sentarme serenamente al teclado, esta imposibilidad de decidir si salgo o si me tumbo en la cama, si escribo o si leo, si hablo o si permanezco silente. 

Mi cuerpo dirige todo y está todo fuera de curso. 

Una vez que lo digo, no puedo hacer de cuenta que no he dicho nada. Este cuerpo maravilloso merece un tiempo de ternuras y cuidados. Así será.

viernes, 25 de marzo de 2022

cinco y dieciséis (133/365)

Escuchar la lavadora a la cinco de la tarde me hace pensar en cómo, a veces, me atrapan ideas tan fijas sobre cómo debería ser la vida. Algo dentro de mí se incomoda al reconocer que hay una regla en mi interior que dice que la ropa se lava en las mañanas. De manera que el sonido de la máquina al atardecer me resulta incongruente y termina incomodando algo dentro de mí. Pienso en eso y en la idea de tener una cita a las ocho y treinta de la noche. Por alguna razón es una hora que me parece, al mismo tiempo, encantadora e inconveniente. No hay ninguna razón para eso, pero ocho y treinta me parece que no es ni temprano ni tarde. Entonces reconozco mi impulso de ubicarme en uno de los dos lados de la calzada... cómo me cuesta ubicarme en una zona intermedia, incluso si se trata de algo tan banal como la hora de lavar la ropa o el momento de encontrarme con alguien que quiero. Me sonrío cuando puedo apreciar estas asperezas de mi propia forma de ser y de existir en este mundo. La ilusión de control se escapa por cualquier ranura e infecta hasta las cosas más puras de la cotidianidad. Pienso que sería un buen ejercicio lavar la ropa a las dos de la madrugada, escribir a las cinco de la mañana y hacer ejercicio a las dos de la tarde. Estoy segura de que así es como vive la mayor parte de la gente y es una vida perfectamente funcional y feliz. Yo abrazo esa rigidez que me hace sentir inquieta; observo con cariño esas aristas afiladas del invento de mi personalidad.

jueves, 24 de marzo de 2022

Mi corazón de pueblo (132/365)

Suena de fondo el ruido de un tractor que está moviendo la tierra de casa, preparándola para ser sembrada de nuevo. Es un sonido familiar, un sonido como de mi infancia. He crecido entre la tierra y las plantas, en algo que se parece al campo pero no es del todo el campo. He crecido entre sembrados de maíz, entre la enredadera de las alverjas, las flores de la papa, las hojas oscuras de las habas. Reconozco las plantas aromáticas, la maleza, el alpiste, el diente de león, las hojas comestibles. Arrancar la hierba de la tierra mojada se cuenta entre mis sensaciones preferidas en el mundo entero. Una parte de mí quiere quedarse en este sonido para siempre, quiere despertarse y ver el rocío sobre las acelgas para siempre. Otra parte de mí quiere vivir entre cemento, quiere tener una vista de la ciudad al atardecer. Nací y crecí en un pueblo. Alguien me dice que soy y siempre seré pueblerina. Sí. Mi corazón pueblerino se alegra con el mimbre y las frutas apiladas en la plaza de mercado. Mi corazón pueblerino atesora el silencio que rompen los perros de la cuadra a la madrugada, las bicicletas montadas por gente vieja y sucia. Es una mezcla rara vivir en este pueblo, que hace mucho dejó de ser realmente un pueblo. Aprendo ahora a convivir con este remedo de ciudad, demasiado pequeña, demasiado estrecha, invadida por todo lo feo, por el mugre y el desorden, la contaminación de lo que se ve y de lo que se oye; llena de casas bonitas encerradas por cercas vivas, repleta de casa feas, de venta de cosas feas en cada portón: ropa de mal gusto, celulares y chucherías. Hay un par de calles adoquinadas, absurdas, como si fuera posible imitar lo antiguo, imitar la historia, imitar el pueblo que solo existe en corazones pueblerinos como el mío. 

Sé que pronto voy a mudarme de aquí y me llevaré el pueblo conmigo. Lo hago permanecer en mis mejillas rosadas, en mi caminar atento al pasto que crece en las juntas del cemento, en la sonrisa que me saca confundir a cualquier hombre canoso con mi padre montando su bicicleta.  Mi padre murió hace diez años y con él se fue también mi lazo con este lugar que ahora me resulta tan odioso, tan agresivo, tan poco encantador. 

El tractor está terminando su trabajo mientras mi tío, calzado con las viejas botas de caucho mugroso de mi abuelo, sostiene el viejo azadón que todos, por generaciones, hemos utilizado para cuidar de la tierra de casa. Mi corazón pueblerino se derrite de nostalgia. Me voy de aquí, muy pronto, pero me llevo mi corazón pueblerino a donde sea que vaya.

miércoles, 23 de marzo de 2022

música de noche (131/365)

Luego de un largo, muy largo día de trabajo, llego a casa tarde y preparo algo de comer. Una comida que parece el desayuno que no tomo en las mañanas: fruta con granola, arepa con queso y café. Creo que podría desayunar tres veces al día. Es tal vez una sensación. ¿De comienzo de algo, tal vez?

Converso con mi madre sobre el día y descubro con sorpresa que mi perra la ha mordido en el pie. Reflexionamos juntas sobre la triste condición de los animales que atacan, sin razón, a quienes les cuidan y les alimenta. ¡Qué mente tan llena de confusión! así tantos seres que van por el mundo y no solo en forma animal.

Conversamos un poco más y esta noche soy yo quien llega a su puerta con el cepillo de dientes en la mano para aprovechar hasta el último momento para compartir. Vemos sus tejidos, revisamos las órdenes médicas, planeamos el día de mañana. Un abrazo amoroso y a dormir. Ambas intuimos que este tiempo maravilloso que compartimos en casa no va a durar mucho más. Ambas sentimos miedo; ambas amamos estar juntas y no quisiéramos que eso cambiara, no todavía. ¿Estaríamos listas en algún momento?

Cerramos nuestras puertas y encendemos los veladores de nuestras mesas de noche. Yo me dispongo a cumplirme mis promesas: estudiar un poco de francés y escribir aquí algunas líneas. No importa el cansancio. Las promesas que hacemos a alguien que amamos son sagradas y están por encima del cansancio.

Enciendo mi computador y antes que nada despliego mi Spotify. Dejo que suene mi lista preferida de estos días; una selección de canciones que me hacen sentir viva + las canciones que me envía un hombre hermoso. Justo hoy, después de algunos días, me envió algo extraordinario; una pieza melancólica y sentimental, algo que me hizo sentir un calorcito en el pecho, algo bello que tiene que ver con sentir el amor de alguien rodeando mi cintura, el tacto amoroso de una vida herida que se aproxima a otra vida herida. Amo ver los ojos de ese hombre hermoso cuando habla de la música que le gusta, amo ver su cuerpo que se balancea suavecito cuando estamos cerca y conversamos sobre esa pasión que compartimos, claro, yo soy solo una aficionada. Me maravilla rodearme de esa luz que él desprende. Así es cuando escucho de nuevo la música que me comparte. Aquí en mi cama en una noche cansada vuelvo ahí, a sus palabras bonitas, a su risa sonora y descanso en el amor que me hace florecer. 

martes, 22 de marzo de 2022

Felicidad de tres (130/365)

Mi madre llega a mi puerta en su pijama rosa. Trae su cepillo de dientes en la mano. Es que no aguanta y viene a decirme que se siente feliz porque sus exámenes médicos salieron bien. Sus niveles de colesterol bajaron y todo parece estar en orden. Hace algunos meses conversábamos sobre los medicamentos para el colesterol y sus efectos en el cuerpo. Ambas coincidimos en que comer bien, hacer ejercicio y respirar de forma consciente tienen un efecto benéfico inmenso sin tener que someter al cuerpo al estrés químico de las drogas. Y sí, lo logró, digo, lo logramos. Hacemos ahora una vida de equipo. Entonces nos preguntamos ¿Qué hemos cambiado que ha tenido ese efecto en su salud? Bueno, comemos menos arroz, menos papa, menos carbohidratos simples. Ahora tenemos menos pan y golosinas en casa. Comemos muchas más verduras y sí, también tenemos muchos momentos de silencio en casa, entonces respiramos, hacemos yoga, charlamos sobre lo que sentimos, sobre la vida, sobre la muerte, sobre el sufrimiento. Inclusive, a veces escuchamos a mi Maestro que explica el karma, el sendero a la iluminación y la práctica de la meditación. Voy a decir que somos un equipo de tres. Estoy convencida de que el calor de Lila y su apestosa presencia en cama de mi madre en las tardes en que se dedica a tejer, también han tenido un efecto positivo en su salud. Me emociono; se me saltan las lágrimas cuando pienso en la suerte que tengo de compartir este instante de mi vida con esta mujer que me concibió y cargó conmigo nueve meses y muchos años hasta ahora, que me ha limpiado, consolado y celebrado. Me emociono al pensar en las cosas que hacemos: nuestras salidas de los viernes al único bar lindo que hay en el pueblo, nuestras salidas a cenar, nuestras aventuras por las panaderías artesanales, nuestras noches de vino y chimenea. Esta mujer es cómplice perfecta. Hablamos de todo, nos reímos de todo, nos burlamos una de la otra y exploramos los enredos de mi cabeza y de mi corazón. Ella, con tanta, tantísima paciencia, se da una vuelta por este mundo mío que a ratos es tan contradictorio. Qué suerte! Qué suerte maravillosa la mía tener el privilegio de verla hacer cosas que nadie en el mundo la ha visto hacer. Escucharla decir cosas vulgares, hacer chistes sobre mi vida sexual, probar comidas extrañas, bailar, cantar, contorsionarse solo para emparejarse conmigo en las cosas que me hacen feliz, en las cosas con las que trato de darle sentido al mundo. 

En una noche cualquiera como la de hoy, mientras la vida continúa, algo de esto se va a romper; todo va a hacerse pedazos y ya no seremos este equipo de tres. Sus exámenes ya no estarán bien y dejaremos de ser lo que somos. Ella, Lila, yo, nosotras tres. Pero qué suerte que esta noche, precisamente esta noche, somos y nos compartimos y sí, somos felices. 

lunes, 21 de marzo de 2022

veintiuno de marzo (129/365)

Lunes festivo. Llueve y hace frío afuera. Dentro de casa hay silencio, apenas las gotas cayendo rítmicamente sobre el tejado. Mi teclado sobre mis piernas arropadas por una cobija heredada de mi abuela y mi perra que reposa sobre mí. Siento sobre mis rodillas el peso de su cuerpo y sus huesitos que se mueven mientras busca la mejor posición para una siesta. Amo sentir su carita apoyada sobre mis tobillos y su respiración que es como un ronquido cuando se siente relajada. 

Mi habitación está ordenada. Cada cosa -mis libros, mis objetos antiguos, mis cremas y mi ropa- todo ocupa su lugar. A lo lejos suenan truenos y carros que pasan sobre la calzada llena de charcos. 

Solo escribo; no hay mucho que decir algunos días. Se repite una sensación sorprendente de conectar conmigo misma y con las cosas ordinarias. Desconectar hacia afuera me permite prestar más atención a lo que sucede dentro. Por estos días, lo que sucede es la sensación de estar tranquilamente en cada rincón de lo que soy. Hay tanta oscuridad y ahí puedo estar en paz; hay luz infinita y ahí también puedo estar en paz. 

Cociné verduras para el almuerzo y en la tarde paseamos por el supermercado buscando cosas deliciosas: raviolis, queso brie y pan de maíz. 

Hay mucho espacio cuando archivo las cosas que me entretienen. 

Escucho a Natalie Goldberg y solo quiero escribir. El olor de mi perro inunda mi cama, su lengua me busca. La voz de mi mamá quiebra la locura del mundo, su amor sobrevive todo. Quiero música sonando mientras mis pies enredan los pies de un hombre hermoso. Escucho a Natalie Goldberg y miro los ojos brillantes de mi perro que se clavan en los míos, su lengua y sus patitas me buscan. 

Aprecio lo ordinario de mi vida; estoy enamorada, perdidamente. Pongo mi mano en mi pecho y me lleno de llanto emocionado. Qué amor, este que me posee; las cosas ordinarias traslucen lo extraordinario.

domingo, 20 de marzo de 2022

Estoy siempre en ti (128/365)

¿En dónde estoy cuando no estoy cerca de ti?

Pon tu mano sobre tu cuerpo desnudo, siente el aire que moviliza la vida dentro de ti, siente la sangre correr, siente tu piel que se estremece.

Prepara un té y aprecia las volutas de perfume caliente ascendiendo, acerca la taza a tus labios y deja que la tersura de la porcelana te roce.

Mira por la ventana a lo lejos y calcula la velocidad a la que corren las nubes sobre un cielo azul infinito. Mira el vacío oscuro si ya es de noche.

Deja tus pies descalzos y percibe el calor o el frío, lo áspero y lo mullido; siente tu propio peso en cada paso, sé consciente del equilibrio que te mantiene en pie.

Haz que suene tu música preferida y deja que el ritmo te mueva. Canta. 

Piensa en alguien a quien amas y deja que la alegría derrita tu cara en una sonrisa tranquila. Agradece el privilegio de experimentar el amor.

Estoy en medio de tu pecho. Mi cabello se enreda entre tus costillas y me estiro para tocar tus vértebras con la punta de mi pie. Escucho tu corazón desde adentro. Me sumerjo en el líquido caliente de tu sangre; me lavo la cara en el agua salina y sagrada de tu llanto. 

Estoy adentro de todo lo que está adentro de ti.

Me escondo en el espacio vacío de la consciencia de tu vida: el éxtasis, el dolor, el miedo. 

No necesito hablar. No necesito ir a ningún lugar.

Eres la naturaleza exuberante de donde provengo, eres el edén del que nadie puede expulsarme. 

¡Cuánta dicha en esta tarde de domingo! Desprendo semillas de luz que viajan en todas direcciones. 

Tú eres el viento en el que viajo, eres la tierra que me recibe. Encuéntrame en tus ojos que brillan. 

sábado, 19 de marzo de 2022

Gold is never found in clean waters (127/365)

Descubro mi corazón como un pedacito mineral enterrado en un barrizal. Aguas ocre de tiempo me van separando del lodo en el que he reposado por siglos incontables. Soy pedazo de universo, núcleo de supernova colapsado, soy polvo estelar. Aquí reposo, pero he sido creada infinitamente lejos. En cada partícula de lo que ves me encuentro latente. Soy todas las partículas que no ves. 

¿Cómo podría ser posible no maravillarme cada vez que me percato de lo que soy, del evento extraordinario de cada palpitar?

Nací una tarde de lunes, nací morena, nací marcada por las estrellas con un corazón de viento dorado: llamarada. Me ha tomado más de treinta años encontrar un lugar en donde puedo hacer mi nido. Lo construyo con palitos que recojo del suelo y con el mismo lodo del que yo he surgido, arcilla de la que han sido creados los dioses. Soy yo quien sopla para darles vida. Pobre dios tan cansado de hacer todo perfecto. Lo dejo venir a mi casa para que dormite. Somos, los dos, la misma sustancia que se confunde cuando el viento se levanta. Nos miramos a los ojos y destellamos fragmentos de la misma estrella.   

También el pobre dios encuentra su corazón dorado en el fango del mundo. Solo existe el corazón enterrado entre el barro de las cosas de la vida. Ahí crecen las cosas, ahí germina la vida, ahí lo dorado destella con intensidad. 

Grave error buscar las aguas tranquilas de la vida. No hay corazón ahí. 

viernes, 18 de marzo de 2022

Serenidad de ser (126/365)

Hablo demasiado y mi propia voz a veces me molesta.

Mis pensamientos obsesivos terminan por arruinar momentos y lazos potencialmente luminosos.

Como de más o de menos y tengo debilidad por la bebida.

He acorazado mi corazón frente al amor romántico y a veces me asusta lastimarme y lastimar.

Soy descuidada con gente que me ama.

A veces respondo impulsivamente y doy pasos en falso con cosas importantes.

Cada vez que algo de eso surge, una capa de bruma me cubre los ojos y mi lengua castiga mi corazón. Me rescata una inhalación. Tomo distancia y me suavizo. Qué hermoso reconocer la calidez de todas mis flaquezas y acudir pronta para acunar a las bebitas vulnerables cuyo llanto se eleva desde dentro. 

En mis espacios vacíos puedo respirar. En mi oscuridad reposo. Mis aristas agudas quiebran los rayos de sol y reflejan luz en todas direcciones. 

¿Te has mirado al espejo cuando estás desesperada? No hay reflejo más lleno de poder que esa criatura que se parece tan poco a la que todo el mundo conoce. Esa clase de intimidad forja un lazo indestructible. Ahí está la puerta, el rincón por donde puedes fugarte de la casa demasiado pequeña, de la familia demasiado apretada, del trabajo demasiado asfixiante, de los lazos demasiado cualquier cosa. Libertad es una palabra complicada. Serenidad quizá sea más adecuada. 

Tocar la vida con delicadeza y con bondad hace que todo sea diferente. Tocar las heridas con compasión y con ternura hace que una pueda ser quien está destinada a ser: la fuente, el silencio, el brote. 

jueves, 17 de marzo de 2022

Magia (125/365)

Utilicé un encantamiento para este día, magia en dos palabras: "es así".

El ritmo de la mañana, el corazón agrietado de las personas, el almuerzo, las ilusiones, tu cuerpo torneado por el amor, mi corazón agitado sobre tus besos: todo, simplemente, es así.

Cada bocanada de aire, la delicadeza de respirar: es así. La belleza de la vida tan luminosa y tan lúgubre: es así. Estás a mi lado sin siquiera rozarme mientras nos queremos de esta forma silenciosa: es así. Tu historia todavía arde en tus heridas y tienes miedo: es así. Fracaso intentando inventarme el mundo para que tú y yo y el resto de los seres seamos felices: es así. 

No quiero romper este poder que me posee cuando observo el silencio y dejo que la maravillosa vida me desborde. Nada puede lastimarme cuando me revisto de claridad. Suelto todo, abandono las preguntas y los intentos por descifrar; me sumerjo en el misterio y cierro los ojos para percibir agudizando otros sentidos. No quiero dormir más, quiero que estar viva me despierte para, entonces, poder morir despierta. 

Pongo mi mano caliente sobre mi pecho frío. Pienso en la niña asustada que fui, en la mujer maltratada que también fui, pienso en el amor que me ha sanado. Es así. Aquí estoy, alimentando mi coraje para poder andar sobre mis dos pies y ver crecer flores al contacto de mis plantas con la tierra mojada. 

Pongo mi mano caliente en tu mejilla y beso lo frío de tu vida con amor: es así. Te quiero: es así.

miércoles, 16 de marzo de 2022

Lo divino en nosotros (124/365)

Me digo en secreto las palabras más bellas y me contemplo en el espejo como si se me estuviera revelando la esencia de todo lo divino. Me adorno el cabello con flores y me embadurno con aceites perfumados. Soy mi propia diosa de los templos antiguos. Soy todas las diosas de la historia. 

Las imperfecciones de mi piel son los relieves de los paraísos perdidos; los ríos brotan del centro de mi cuerpo, el sol se alimenta de la chispa de mis ojos y mi boca es la sandía dulce que se rompe de madura. Soy toda exuberancia natural, soy toda humedad y vida, soy misterio y peligro. Ma acompaso con los ciclos astrales, soy toda del infinito. Me aquieto para ti, soy océano en calma.

Abro mis sentidos para percibir lo profundo e inventarme planetas en donde se pueda vivir; planetas vírgenes de verde fresco y de perros que corren libres. Extiendo una alfombra de musgo para acariciarte los pies y te ofrezco guirnaldas de flores de todos los colores. Hago plegarias y ofrendas a la naturaleza pura de tu corazón y el mío. No hay nada que pueda perfeccionarse cuando nos sentamos cerca y nos miramos a los ojos. Lo divino nos favorece. Lo divino que somos es un reflejo de uno en el otro. Nos aquietamos y te digo en secreto las palabras más bellas.

martes, 15 de marzo de 2022

love is the key (123/365)

Si me paro dentro de mí, tengo una perspectiva más amplia del mundo.  A esta hora me pongo lentes dorados para contemplar un día cualquiera de mi vida. 

Mi madre me cuenta de su día. Teje, compra cosas, almuerza delicioso. Mi madre me ama con una devoción que no consigo explicar, con una generosidad capaz de quebrar cualquier miedo. Mi madre me inspira a vivir una vida plena de sentido amoroso. 

Mi camino ha estado custodiado por mujeres extraordinarias, valientes, irrompibles en su fragilidad. Soy parte de una tribu sagrada; nosotras creamos el mundo y lo custodiamos. 

Un corazón de niño florece entre manos que saben tocar serenamente, que saben acariciar, curar, hacer cosquillas. Hay corazones que son de niño para siempre. 

¿Qué es lo que me asusta si tengo todo y más?

¿Por qué dudo si no tengo nada, absolutamente nada, que perder?

¿Ya dije que amo a mi perro?

Escucho una canción que me regala mi mejor amiga: love is the key

Solo ambiciono un día como este, un día cualquiera. Aquí descanso, no hay mucho más que hacer. Que mañana recuerde este instante; que este día ordinario me inspire para los días extraordinarios. 

lunes, 14 de marzo de 2022

Soltarme (122/365)

¿Habrá algo más difícil que soltarme y ser libre?

Un pétalo se desprende y planea graciosamente hasta posarse en la tierra mojada. Es todo.

Nada más existe. No hay antes ni después. 

Que el universo florezca cada vez que sonríes y mi corazón se desprenda una y otra vez. 

En ese movimiento áureo está escrita la fórmula del infinito.

Esa es la forma en que me acerco a ti. 

Soltarme. Amarte en esta libertad.

domingo, 13 de marzo de 2022

Un día extraordinario (121/365)

Me contento con la poesía que destella en un día ordinario. Todo es extraordinario si se lo mira con bondad y con curiosidad.

Hace 50 días que empecé un experimento. Hacer, a diario, una serie de cosas simples que me conectaran con la vida que me gusta vivir. Respirar, mover mi cuerpo y atender mis heridas viejas con compasión.

Mis resultados preliminares: 

Reconozco una fuerza dentro de mí capaz de cuidar, de reponer, de estabilizar las tensiones que agitan la existencia. Cada parte de mí, que evoluciona y se transforma a partir de los pedazos, ha sido la chispa del fuego de la verdad donde todo lo superfluo se extingue dejando al descubierto lo más tierno y vulnerable de estar con vida.

Sigo con la verdad. En una verdad llena de ternura está mi coraje. Tocar con suavidad las peores partes de mí y de todo me permite caminar erguida y serena. Estoy aprendiendo a pronunciar mi nombre como si fuera nuevo. 

Hay una belleza profunda en la disciplina de las cosas corrientes. Hay una claridad contundente en atender con todo el corazón el momento que se posa nuestras manos. 

Invertir mi tiempo y mi vida en amar mejor a quienes amo, en decir con delicadeza lo que me habita y en preguntar con generosidad, le da sentido a ser lo que soy y a levantarme cada mañana en estos dos pies.

Hay días ordinarios que se pintan de aventura; apuesto por mi propio camino, mi corazón como una joya preciosa. Todo es extraordinario. Arriesgarme a ir por el camino menos transitado y encontrarte a ti en ese camino, haciendo tu apuesta también... Te miro, me acerco y te toco como quien toca la magia del mundo rompiendo el cascarón. Este es un momento extraordinario.  

sábado, 12 de marzo de 2022

Incendios (120/365)

Todas las niñas reciben su corona dorada y son revestidas con capas fulgurantes de fuego; hay majestad en sus rodillas raspadas y sus mejillas trazadas con surcos de mugre abiertos por el llanto. 

Miro en el pasado, una noche de diciembre siendo abandonada en la banca de un parque; veo el corazón de mi niña en llamas. Miro la soledad de mi pequeña recogiendo flores en el antejardín de una casa ajena; sus manitos sostienen una canasta abarrotada de botones rosa pero está aturdida por la confusión. Veo su corazón en llamas. La miro caminando de noche con su mano impaciente en el teléfono. Se engaña cada vez que lo siente vibrar; la llamada que espera no llega nunca. Un llanto como una chispa. Veo su corazón en llamas. 


Mi pasado es un incendio que calcina todo y que hace entrar en calor el núcleo congelado de todo lo que existe. Por encima de las nubes de humo veo las flamas que se extienden de un bosque a otro, de una ciudad a la siguiente en un paisaje de renovada esperanza. La tierra se hace fértil y los sistemas recuperan su balance. La ciencia me informa: "sin incendios, no habría vida en la tierra". 

Acaso, ¿soy algo más que hierba tierna que germina de la tierra nueva? Desde el punto más alto de mi vida observo en silencio mis tierras lejanas. En cada rincón una fogata descontrolada que acaba con todo. Una fuerza, el poder de lo que destruye para regenerar. Mi llanto es de ceniza. Todas las niñas, las muchachas que ya fui, se yerguen sobre los restos de ilusiones y confirman que no hay otra bandera ondeante en este mundo que la de mi corazón generoso y amante. Inauguro continentes y siembro hectáreas de bayas rojas; construyo pueblitos y trazo carreteras que bordean las lagunas. Apilo las ruinas como indicios. El mundo consiste en construir sobre lo que está destruido. Mi amor por ti, se sostiene sobre los pedazos de mi antiguo corazón. Mi ganas de tocarte sobre el éxtasis de mi libertad secreta. Mi palabra que te alcanza es apenas un jirón ondeante en la ligereza del tiempo. 

viernes, 11 de marzo de 2022

decir Te quiero(119/365)

Esta inquietud no es sobre la muerte, es sobre la vida y los arrumes de cositas pequeñas que construyo en torno a ella. 

Me olvido de respirar y todo se queda sin oxígeno, todo se pone azul y triste. Recupero la vitalidad con una sola inspiración; aquí estoy, aquí estamos. Me enraízo con las plantas descalzas en esta tierra cubierta de flores silvestres. Aquí estoy, erguida sobre mi propia mortalidad, delante de ti para decirte que te quiero. 

Te quiero suena como la voz que rebota contra la montaña en un valle inmenso, Te quiero que regresa a mí multiplicado en el vacío de todo. Lo digo. Digo Te quiero, porque es la convención para nombrar este calor que te busca; no calor del cuerpo, sino calor de la conciencia de estar viva. Te imagino y me invento el olor de tu corazón cuando se quiebra, entonces lo acerco a mi boca y pronuncio te quiero.

Te quiero bien, te quiero a salvo, te quiero durmiendo serenamente cerca de mi oído. Te quiero contando alegrías y acumulando placeres ordinarios... manjares, suspiros, canciones. 

Miro hacia donde estás y es una mañana velada por la niebla. Apenas un destello brillante, tus ojos que me miran desde lejos. Soy una pregunta de cuerpo entero. La pregunta se deshace en tu roce ligero. Calientas el aire que clarea y haces todo transparente. Me ilumino de carcajadas y existir se vuelve una cosa leve porque puedo decir Te quiero. La inquietud se disipa cuando reconozco que a las palabras se las lleva el viento. A mí las estrellas me marcaron con un corazón de ese mismo viento; sustancia inmaterial de palabras de las que está hecho mi corazón. Soy una sola cosa con las palabras y las suelto por el mundo para inventármelo. 

Digo Te quiero, y ahí me hago leve. Sonrío cuando lo escuchas. Se trata de la vida y de las cositas con las que adorno este momentico en el que estoy, en el que estamos. 

jueves, 10 de marzo de 2022

morir sin arrepentimiento (118/365)

Al frente de mi cama tengo un marco de flores que me dice a diario que viva sin miedo. "vivir sin miedo, morir sin arrepentimiento" y agregué: "cada día, una semilla".

En esta tarde sin fuerzas me pregunto qué significa eso. ¿Qué tenía en mente cuando puse eso al frente de mi cama?

Escribo esto con las manos frías y los ojos llorosos. La muerte se limpia los pies en la entrada de casa y es imposible despacharla ahora. Hay que abrir la puerta, de nuevo, y sentarla en la sala para que converse con nosotras. 

¿Qué tenía en mente cuando consideré que era importante recordarme a diario vivir sin miedo? ¿Qué significa ahora, conversando con la muerte, morir sin arrepentimiento?

Creo que sin miedo de perder, más que nada. Sin miedo del vacío que impregna todo lo que somos. Sin miedo del ridículo, del fracaso, de la herida. Sin miedo de las cosas que nos pasan cuando nos levantamos de la cama y posamos los pies sobre la vida. Te toco, me tocas, transformamos el universo con cada exhalación.

¿Qué cosas del vivir justifican la vida? ¿Es posible enfrentarse a la muerte sin arrepentimiento?

Hago una pausa y salgo a caminar bajo la lluvia...

Todo me parece traslucir la naturaleza deshabitada de este momento, no hay agua ni en los pozos profundos de esta tarde de jueves. 

Y ¿si me estoy equivocando terriblemente? ¿y si mis apuestas están, todas, en el número perdedor?

Nada de esto que hoy me abraza sobrevivirá; no sobreviviré yo a las cosas que me abrazan. Apuesto a perder en todo caso. 

Cada día, florece lo que se planta. Locura. Cada día se extingue en un flujo infinito en el que los días son imperecederos. Coherencia perfecta y precisa; ineluctable. Apuesto a perder, en todo caso. 

miércoles, 9 de marzo de 2022

Desembarcar (117/365)

Dime si es seguro desembarcar mi corazón en tu orilla. He llegado de noche y estoy cansada. A lo lejos veo tus hogueras y las luces en el antejardín de tu casa. Quiero dormir esta noche en sábanas limpias, en una cama caliente, sobre tu cuerpo, si fuera posible. 

No tengo armas, ni trampas, tampoco sé defenderme muy bien. Pero traigo comida y traigo una manta doble, traigo cosas de cuidar, cosas de cultivar. ¿Es seguro bajarme aquí? ¿Estoy a salvo en esta tierra bautizada con tu nombre? 

No hablo ni siquiera tu misma lengua; confundo las palabras con las cosas y uso las cosas como si fueran palabras. Tu cuerpo, por ejemplo, me sirve para nombrar el sonido de la lluvia golpeando el río. Digo lo moreno de tu piel cuando quiero describir el viento que hace vibrar a las montañas. ¿La música? con ella nombro tu mano en mi cintura.

Insisto. Quiero ser cautelosa, pero estoy cansada y necesito un lugar donde dormir. En este barco hace frío por las noches y cuando los mares se agitan paso la noche en vela, apenas tolerando las nauseas de tanto movimiento interior. 

Vengo a tocar tus puertas con humildad, trayendo apenas las pocas cosas que no me han arrebatado las tormentas. Vengo con las manos sucias, con los pies descalzos. Vengo con los ojos brillantes y con una alegría que está a punto de germinar. Ilusión, le dicen. Pero me pregunto si hay espacio en tu casa para una forastera como yo que carga con un corazón de viento, fugaz e impetuoso; un corazón devoto de la verdad, entregado por completo a lo tierno y vital que brilla en todas las cosas. Un corazón que sabe bien ser casa, ser la taza de tu té de las mañanas y, al mismo tiempo, ser la brisa que seca el sudor de tu cuerpo amante. 

Tomo el riesgo y toco las puertas de tu casa. 

martes, 8 de marzo de 2022

La felicidad que te deseo (116/365)

Que sea un día feliz, me dices. ¿Qué felicidad es la que me deseas? 

Mírame, con esta cicatriz en la cara, con el corazón palpitándome en la mano, con los ojos llenos de llantos viejos que no cesan. Mírame en todos las vidas que no has podido mirar de tan dolorosas y sangrantes. 

Mira tu propio corazón y pregúntate, ¿Qué felicidad es la que deseamos para unas y para otras?
No hay nada fuera del círculo que dibuja la consciencia. No hay fronteras trazadas en la tierra que no estén, idénticas, en nuestra forma de experimentar esa misma tierra. ¿En dónde está la felicidad, la calma, el silencio?

La felicidad que quiero, para mí y para todas es la de un corazón que celebra las partes que antes parecían imposibles de aceptar. La felicidad de introducir los dedos en las grietas y tocar lo que hace estremecer la humanidad que somos, las cosas profundas que compartimos; el gozo, las banderas, las derrotas. 

La felicidad que quiero, para mí y para todas, es la de la dignidad de saberse completa, interconectada con lo vivo, con lo infinito. Quiero la serenidad de una soledad fecunda, de una independencia generosa, de una alegría despierta. 

Ojalá que lo que deseemos sea la libertad tejida en los sonidos de nuestro propio nombre cuando nos pronunciamos en medio de una multitud. Ojalá que nos demos espacio para que cada una profundice sus raíces hacia la oscuridad y se expanda en flores hacia la luz; todas las flores son la misma flor y todas decaen en el marrón del tiempo. Todas son promesas de frutas maduras, todas las promesas decaen en el marrón del tiempo

Ojalá que sea un día feliz de suavizar las corazas que con las que nos protegemos; que sea un día feliz de elegirnos en todos nuestros momentos y de celebrar todo lo que no somos; de dejar que el amor nos atraviese y rompa lo que tenga que romperse, así, en los pedazos, dejamos que lo de adentro se multiplique y se confunda en la luz dorada que emana de todo lo que está roto. 

lunes, 7 de marzo de 2022

semilla de hoy (115/365)

Que mis pies sean mi camino y las palabras que pronuncio sean mi refugio de silencio. 

¿De dónde germina la alegría? De una semilla de alegría. Locos que somos, pretender que germine de algo diferente.

Mira mis manos temblar cuando te acercas, mira mis ojos brillar cuando pasas a toda velocidad. Presta atención, no hace falta descifrar ningún misterio. Pero, por favor, haz lo mismo con tu interior. Mira tus manos manos temblar, mira tus ojos brillar. No hay mucho tiempo, no nos dejes para después. 

domingo, 6 de marzo de 2022

Cambios (114/365)

Un sueño tras otro el placer y la congoja. Una ilusión tan vana como la anterior cada deleite y cada disgusto. Una fresa madura es solo una fresa madura. Nacer, envejecer y morir. Hay dolor y hay gozo. Hay tedio y júbilo también; siempre hay algo qué saborear. 

Cambio. No hago otra cosa que cambiar. Me muevo fuera de mí y entonces nada puede tocarme. Soy yo la que lo toca todo, la que devora con ansiedad el mundo, las cosas, la vida. Tengo un cascabel atado a mi muñeca; tintineo a cada paso. Así no me pierdo de mí, así me mantengo atenta. 



sábado, 5 de marzo de 2022

En los puertos (113/365)

Una embarcación pequeña arriba a los puertos de mi infancia cargada de nostalgias y de anhelos. La veo desde la distancia que me da la madurez. Mi boca derrama pétalos morados cuando habla de sus amores. Una voz de trueno pronuncia Mi Vida, un momento dorado, un parpadeo de los dioses. Soy la cara transparente de la alegría. Soy un durazno jugoso a punto de caerse de la rama, ya fui la flor, ya fui la semilla. He germinado en la tierra de tus afectos, de tus afanes, de todo lo que te es desconocido. En ese lugar oscuro es que yo te conozco. 

El cuerpo doliente del tiempo perdido arriba a los puertos en los que he instalado mis banderas; busca abrigo, busca consuelo. Hay comida y agua fresca para los forasteros, para los que vagan buscando de un mar a otro. En la tienda del fondo se han instalado mi padre y mi abuelo, los perros de la casa les hacen compañía. Hay restos de comida y ropa vieja tirada por ahí; pedazos afilados de sueños que hieren sus pies descalzos. 

Sostengo entre mis manos el esplendor lívido de la muerte y me es permitido mirar en el fondo de sus ojos sin fondo. Toco la carne viva de todas las cosas y es una experiencia blanda y caliente, una viscosidad  mineral que mantiene con vida a la Vida. 

Una lluvia de pétalos morados queda flotando sobre las aguas. Un festival celebra la rueda del tiempo. Los que llegan, los que se van, los que nos sentamos a esperar: germinamos todos para marchitarnos. Somos un momento dorado, un parpadeo divino.  

viernes, 4 de marzo de 2022

Deseo (112/365)

La voluptuosidad de mi cuerpo no está en mi carne sino en mi deseo. Mi apetito se desborda por las cosas de los días, por el té y el chocolate, por las palabras, por la ternura; por la piel morena y aromática, por la vida vegetal que se expresa en el sudor compartido y la vida animal de una tarde de saliva y llanto. 

Me reconozco en las cascadas impetuosas, en un relámpago poderoso, en una semilla que se rompe en verde virgen.

jueves, 3 de marzo de 2022

Tanta suerte, tanto amor (111/365)

Tener tanta suerte, tener tanto amor. 

A veces me digo a mí misma que debería ser menos sentimental, menos cursi, inclusive. Quizás no debería decir todo lo que siento y menos decir como digo lo que siento. 

Podría intentar ser más práctica y hablar con un número limitado de palabras apenas tibias, responder con monosílabos y decirle a la gente que amo: "me caes bien".

Pero no quiero. Quiero hacer estallar el corazón del mundo a punta de alegría, quiero que el roce de la vida me lastime y tocarlo todo con las palmas desnudas. Quiero pararme bajo la lluvia contigo y que me cantes cosas al oído. Quiero comida deliciosa y noches mal dormidas. Es más, ya no quiero dormir más hasta que me muera; prefiero quedarme en vela y verte a ti roncando a mi lado. Reírnos de las cosas que ya nos hirieron y de las que apenas si aprendimos... ahí vamos otra vez. Quiero invitar a mi madre a comer helado; quiero dejar que mi perra duerma debajo de mis cobijas; quiero transformarme en la luz que calienta el llanto de mis amigas, de mis amores; flotar sobre todas las cosas y sentir, al fin, que nada me ata. 

Tengo tanto amor, tanta suerte de vivir untada de esta materia pegajosa que mantiene unidos los pedazos de la existencia... Tengo tu corazón aquí en mi corazón y es como una casa habitada por la dicha. Tengo todo y más. Tanta suerte, tanto amor. 


miércoles, 2 de marzo de 2022

Desaparecer (110/365)

Se hace de día y se hace de noche. Te toco y eres pura ilusión. A veces se me olvida que soy apenas un reflejo coloreado sobre el agua; una brisa leve y toda apariencia se desfigura. 

¿Cómo se siente una espina clavada en el aire? ¿Contra qué es que choca tu cuerpo cuando se lanza hacia un precipicio sin fondo?

La luz de lo vivo atraviesa toda la oscuridad. La oscuridad se fuga sobre los rayos de la consciencia. Estamos compuestos por puro espacio, espacio infinito.

Meto mis dedos, una y otra vez, entre los pliegues de tu piel. Experimento el calor, la humedad, el placer. Quiero sostener tu mano cuando me asusto, quiero que me sostengas cuando me canso. Inasible como soy, me quedo en la cumbre de la montaña viendo pasar el cielo a través de mí.  Quiero ocupar todos los espacios y no estar compuesta por nada más. Desaparecer. Ser todas las cosas, completamente vacía de todo. Desaparecer en la ausencia de tu cuerpo, en el que me fundo cuando inhalas. Inhalas todo, somos apenas aire que corre. Espacio infinito entre las moléculas del aire. La luz de lo vivo nos atraviesa y somos espacio infinito. 

martes, 1 de marzo de 2022

Me cubro de alegría (109/365)

Es maravilloso estar cubierta de alegría tornasol, ser una copia pequeñita de una estrella brillante. 

Hay luz y se me escapa en una risita indeleble, en un palpitar, en un llanto que se desborda. No todos los días son felices, pero hay días que son vigorosos, completos. En esos días parece que voy cargada de flores derramando perfume por ahí, tocando a la puerta de todos mis temores para cubrirlos de  besos y de carcajadas; para tocarlos y dejar que lo áspero de su piel se lime contra lo vivo de mi corteza vegetal.

Es la alegría lo que me hace valiente.

Es la ternura lo que me hace invencible.

Me hago más blanda; soy irrompible.