sábado, 26 de marzo de 2022

inquietudes (134/365)

Querer y no poder; morirse de ganas y no reunir nunca el coraje; intentar y no tener la fuerza para hacerlo; planear y no concretar nunca; proponerse y luego abandonar. Así es esta tarde.

Mi pierna izquierda cruzada sobre la derecha se mueve de forma incontrolable mientras escribo. Mientras doy vueltas por las sensaciones del día buscando las líneas de hoy Quiero incesantemente llevar algo dulce a mi boca, quiero alguna canción que me sosiegue, quiero comprar una crema para las arrugas y un sérum que me haga la piel más tersa y luminosa; comprar alguna cosa para distraerme.

Miro sesenta veces mi teléfono y respondo al instante los mensajes que recibo. Esta inquietud me molesta terriblemente. Se vuelve una lucha interior estar y querer estar de una manera diferente. Querer hacer y no decidir al final nada, sino quedarme sentada sólo planeando hacer. Es como sentirme parada sobre una plataforma pequeñita, sólo haciendo equilibrio, viendo el tiempo pasar y tener que quedarme quieta, pasando el peso de una pierna a la otra para resistir, para no salirme del espacio que ocupo. Quiero todo, pero no me defino y no hago nada. Reviso de nuevo el teléfono. No. Nadie ha respondido. ¿Qué hace la gente en este sábado helado? ¿Qué es lo que estoy buscando para que calme esta inquietud? ¿Cómo me desdoblo para experimentar este tiempo de todas las formas -contradictorias- en las que me provoca experimentarlo?

Mi cuerpo está empezando a susurrarme algo. Un secreto que ya he escuchado antes, pero que no he querido escuchar. Algo dentro de mí dice que puedo aguantar un poco más, que aun no estamos a punto de explotar. Pero siento cerca el momento en que no puedo hacer oídos sordos. Mi cuerpo está pidiendo equilibrio de nuevo, mi cuerpo está pidiendo reposo, mi cuerpo me está reclamando atención. 

De ahí viene esta inquietud, este deseo de comer de la mañana a la noche, esta incapacidad de sentarme serenamente al teclado, esta imposibilidad de decidir si salgo o si me tumbo en la cama, si escribo o si leo, si hablo o si permanezco silente. 

Mi cuerpo dirige todo y está todo fuera de curso. 

Una vez que lo digo, no puedo hacer de cuenta que no he dicho nada. Este cuerpo maravilloso merece un tiempo de ternuras y cuidados. Así será.

No hay comentarios:

Publicar un comentario