viernes, 11 de marzo de 2022

decir Te quiero(119/365)

Esta inquietud no es sobre la muerte, es sobre la vida y los arrumes de cositas pequeñas que construyo en torno a ella. 

Me olvido de respirar y todo se queda sin oxígeno, todo se pone azul y triste. Recupero la vitalidad con una sola inspiración; aquí estoy, aquí estamos. Me enraízo con las plantas descalzas en esta tierra cubierta de flores silvestres. Aquí estoy, erguida sobre mi propia mortalidad, delante de ti para decirte que te quiero. 

Te quiero suena como la voz que rebota contra la montaña en un valle inmenso, Te quiero que regresa a mí multiplicado en el vacío de todo. Lo digo. Digo Te quiero, porque es la convención para nombrar este calor que te busca; no calor del cuerpo, sino calor de la conciencia de estar viva. Te imagino y me invento el olor de tu corazón cuando se quiebra, entonces lo acerco a mi boca y pronuncio te quiero.

Te quiero bien, te quiero a salvo, te quiero durmiendo serenamente cerca de mi oído. Te quiero contando alegrías y acumulando placeres ordinarios... manjares, suspiros, canciones. 

Miro hacia donde estás y es una mañana velada por la niebla. Apenas un destello brillante, tus ojos que me miran desde lejos. Soy una pregunta de cuerpo entero. La pregunta se deshace en tu roce ligero. Calientas el aire que clarea y haces todo transparente. Me ilumino de carcajadas y existir se vuelve una cosa leve porque puedo decir Te quiero. La inquietud se disipa cuando reconozco que a las palabras se las lleva el viento. A mí las estrellas me marcaron con un corazón de ese mismo viento; sustancia inmaterial de palabras de las que está hecho mi corazón. Soy una sola cosa con las palabras y las suelto por el mundo para inventármelo. 

Digo Te quiero, y ahí me hago leve. Sonrío cuando lo escuchas. Se trata de la vida y de las cositas con las que adorno este momentico en el que estoy, en el que estamos. 

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