miércoles, 23 de marzo de 2022

música de noche (131/365)

Luego de un largo, muy largo día de trabajo, llego a casa tarde y preparo algo de comer. Una comida que parece el desayuno que no tomo en las mañanas: fruta con granola, arepa con queso y café. Creo que podría desayunar tres veces al día. Es tal vez una sensación. ¿De comienzo de algo, tal vez?

Converso con mi madre sobre el día y descubro con sorpresa que mi perra la ha mordido en el pie. Reflexionamos juntas sobre la triste condición de los animales que atacan, sin razón, a quienes les cuidan y les alimenta. ¡Qué mente tan llena de confusión! así tantos seres que van por el mundo y no solo en forma animal.

Conversamos un poco más y esta noche soy yo quien llega a su puerta con el cepillo de dientes en la mano para aprovechar hasta el último momento para compartir. Vemos sus tejidos, revisamos las órdenes médicas, planeamos el día de mañana. Un abrazo amoroso y a dormir. Ambas intuimos que este tiempo maravilloso que compartimos en casa no va a durar mucho más. Ambas sentimos miedo; ambas amamos estar juntas y no quisiéramos que eso cambiara, no todavía. ¿Estaríamos listas en algún momento?

Cerramos nuestras puertas y encendemos los veladores de nuestras mesas de noche. Yo me dispongo a cumplirme mis promesas: estudiar un poco de francés y escribir aquí algunas líneas. No importa el cansancio. Las promesas que hacemos a alguien que amamos son sagradas y están por encima del cansancio.

Enciendo mi computador y antes que nada despliego mi Spotify. Dejo que suene mi lista preferida de estos días; una selección de canciones que me hacen sentir viva + las canciones que me envía un hombre hermoso. Justo hoy, después de algunos días, me envió algo extraordinario; una pieza melancólica y sentimental, algo que me hizo sentir un calorcito en el pecho, algo bello que tiene que ver con sentir el amor de alguien rodeando mi cintura, el tacto amoroso de una vida herida que se aproxima a otra vida herida. Amo ver los ojos de ese hombre hermoso cuando habla de la música que le gusta, amo ver su cuerpo que se balancea suavecito cuando estamos cerca y conversamos sobre esa pasión que compartimos, claro, yo soy solo una aficionada. Me maravilla rodearme de esa luz que él desprende. Así es cuando escucho de nuevo la música que me comparte. Aquí en mi cama en una noche cansada vuelvo ahí, a sus palabras bonitas, a su risa sonora y descanso en el amor que me hace florecer. 

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