domingo, 13 de marzo de 2022

Un día extraordinario (121/365)

Me contento con la poesía que destella en un día ordinario. Todo es extraordinario si se lo mira con bondad y con curiosidad.

Hace 50 días que empecé un experimento. Hacer, a diario, una serie de cosas simples que me conectaran con la vida que me gusta vivir. Respirar, mover mi cuerpo y atender mis heridas viejas con compasión.

Mis resultados preliminares: 

Reconozco una fuerza dentro de mí capaz de cuidar, de reponer, de estabilizar las tensiones que agitan la existencia. Cada parte de mí, que evoluciona y se transforma a partir de los pedazos, ha sido la chispa del fuego de la verdad donde todo lo superfluo se extingue dejando al descubierto lo más tierno y vulnerable de estar con vida.

Sigo con la verdad. En una verdad llena de ternura está mi coraje. Tocar con suavidad las peores partes de mí y de todo me permite caminar erguida y serena. Estoy aprendiendo a pronunciar mi nombre como si fuera nuevo. 

Hay una belleza profunda en la disciplina de las cosas corrientes. Hay una claridad contundente en atender con todo el corazón el momento que se posa nuestras manos. 

Invertir mi tiempo y mi vida en amar mejor a quienes amo, en decir con delicadeza lo que me habita y en preguntar con generosidad, le da sentido a ser lo que soy y a levantarme cada mañana en estos dos pies.

Hay días ordinarios que se pintan de aventura; apuesto por mi propio camino, mi corazón como una joya preciosa. Todo es extraordinario. Arriesgarme a ir por el camino menos transitado y encontrarte a ti en ese camino, haciendo tu apuesta también... Te miro, me acerco y te toco como quien toca la magia del mundo rompiendo el cascarón. Este es un momento extraordinario.  

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