sábado, 6 de agosto de 2022

silencio (267/365)

Esta noche, quizá por primera vez, el silencio de mi casa vacía me encuentra tranquila. Hemos estado jugando al gato y al ratón hasta esta noche en que, al fin, me he dejado atrapar. No hay música ni ruido y puedo finalmente escuchar el sonido de la semilla cuando se rompe y descubre su existencia tierna. Descubro que es esta sensación de amor lo que me permite dejar de correr; esta sensación de poder mirarme y decirme, auténticamente, que está muy bien ser esta mujer madura que no tiene idea de la vida que quiere vivir, pero que se levanta en todo caso para intentar poner un poco de bondad en el mundo. 

Se me van ocurriendo cosas que quisiera probar, formas de ver, ideas de las que quisiera empaparme, solo por ver qué pasa, solo por investigar cómo se sienten en este cuerpo al que suelo llamar mío. De eso se trata el silencio, de estar dispuesta a escuchar las voces de adentro, pero escucharlas con atención, con apertura, con aceptación.

Me gusta pensar que la semilla se rompe mientras yo me rompo y que cuando la semilla germina en una nueva vida, también yo puedo hacerlo. Reverdezco toda untada de la tierra húmeda que me regresa, de cara al sol, a la mañana que comienza. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario