lunes, 22 de agosto de 2022

gozo (282/365)

El placer y la alegría del cuerpo son fuerzas poderosísimas. Hablo de sexo, sí. Pero hablo también de intimidad, de ternura, de complicidad. Hablo de la capacidad de habitar la soledad con la dignidad y el coraje de mirar todas las partes de una misma y no salir corriendo, sino tenderles la mano y dejarse atravesar. 

Pero sí, también hablo de sexo, de curarse mutuamente y curar un poco el mundo piel con piel, reconociendo la belleza de lo que nos hace idénticos, tanto como lo que nos hace particulares. 

Pienso en todas las mujeres de mi vida y la enorme cantidad de placer que quisiéramos poner en nuestras propias vidas y en las vidas de la gente que amamos... o de la que nos cruzamos por ahí, pero es tan difícil a veces. Tantos malos entendidos, tantas heridas, tantos temores. Yo propondría empezar por más caricias y más ternuras en el día a día, sólo porque sí, porque queremos sentir menos frío, porque queremos estar acompañados, porque queremos hundirnos en el consuelo de otro corazón que late al mismo ritmo frenético. Yo me propongo tocar un poco más, hablar con menos miedo, sonreír descaradamente a la vida y los cuerpos que me rozan, acoger, calentar, avivar las brasas de todas las vidas que pueda. No hay nada qué perder. Saltar y gozar experimentando el vacío. No hay fondo, no hay más que espacio infinito para llenar con alegrías. 

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