viernes, 26 de agosto de 2022

Libre (286/365)

Termino el día con una lectura emocionante y me conmuevo con el último fragmento del libro: 

"¿Qué es el amor y el deseo de un hombre y una mujer contra la historia de dos mundos, las grandes revoluciones de nuestro tiempo, la esperanza, la interminable crueldad de nuestra especie? Una pequeñez. Pero una llave es una cosa pequeña comparada con la puerta que abre. Si uno pierde la llave, quizá nunca pueda abrir la puerta. Es en nuestros cuerpos donde perdemos o nos damos la libertad, en nuestros cuerpos aceptamos o ponemos fin a la esclavitud. Por eso he escrito este libro para mi amigo, con el que he vivido y moriré libre."

Es de Úrsula K. Le Güin y me ha dejado los ojos emocionados después de dos noches consagrada a la cuarta parte de su relato en Cuatro caminos hacia el perdón. Me siento tan afortunada por esta pasión que me ha traído hasta párrafos como ese... En otro fragmento dice: "Esas lecturas eran mi alegría. Ese era el corazón de mi libertad".

El corazón de mi libertad. Mi cuerpo, mis lecturas, estas líneas, el amor que soy y que me invento a partir de esas tres cosas.   

El corazón de mi libertad que me mantiene con vida y me separa del océano inerte en el que parece moverse este mundo. O eso quiero creer. Me resisto y me rebelo cada noche debajo de mis cobijas en el silencio de las páginas que devoro creyendo que así conquisto un fragmento adicional de la vida. Grito mi propio nombre cuando soy inundada por la bella e imperfecta humanidad de un cuerpo que no es el mío, me conquisto a mí misma a través del deseo de un hombre hermoso. Aquí intento darle sentido a lo que no lo tiene; a levantarme todos los días siendo apenas un esbozo, un intento fallido de eternidad, un remedo de lo infinito. 

Libre, me digo. Libre. Y tiemblo. 

 

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