lunes, 15 de agosto de 2022

Amor de familia (276/365)

 Después de pasar el fin de semana con mi familia, regreso a casa sintiendo que pocas cosas me importan tanto como esa risa que nos contagiamos mientras compartimos la mesa por las razones más tontas. Pocas cosas me importan de verdad cuando puedo apreciar la inmensa fortuna que tengo de poder crecer entre estas personas, estas mujeres y los pocos hombres con quienes comparto un lazo de sangre. Me he pasado la vida renegando de ese lazo, buscando la manera de renunciar a él metafórica y materialmente. Sin embargo, recientemente he pensado que a lo mejor no haga falta hacerlo. Que a lo mejor puedo dejar de pelear y empezar a apreciar en silencio las cosas que antes me sacaban de quicio. Puede ser que una parte de mí esté madurando.  O quizás es que tengo menos miedo y estoy más abierta a renunciar a mis opiniones y a la capa de barniz que pone sobre mis momentos de agonía. 

Dejo que los dolores de mi familia me rompan en dos y dejo que sus alegrías iluminen mi mundo. Si, todavía hay innumerables cosas que soy incapaz de tolerar, pero las miro con ternura y me miro a mí misma con compasión mientras las sufro. No es tan importante. Me permito darle otro curso a esta historia de parentescos maltratados y maldecidos. Me permito cambiar de opinión. 

Se siente bien reconocer cuando una es tan afortunada de encontrar este amor en esta vida. y los otros amores... bueno, ya habrá otras vidas. 

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