A esta hora el día ha exprimido todo me mí
y busco hasta debajo de la cama alguna palabra,
escarbo entre mi pelo algún sonido que se haya quedado enredado
para agarrarme de ahí,
para encender con ese poco alguna frase que me ponga en marcha.
Ansío los momentos de escritura y me hiere
el cansancio que me roba las palabras y los ritmos de lo que quisiera decir,
de la conmoción que me quiero causar un renglón tras otro.
La escritura,
igual que la vida,
no es más que un fracaso que se hila con el siguiente.
Un espacio
una pausa
una alegría.
Apenas respirar y de nuevo fracaso.
Una ramita rompiéndose, una palabra tras otra. Hasta la primavera otra vez.
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