sábado, 15 de octubre de 2022

Efervescencia de palabras (336/365)

¿De dónde sale la idea de buscar sentido en algo diferente de lo que soy? No hace falta. Hay mucho ruido en el mundo que me rodea, muchos olores, muchos antojos en las vitrinas de la panadería. Me confunden unos brazos fuertes abrazando mi cintura. Me enceguece el blanco brillante de una camisa de lino cruzando el semáforo de la avenida novena con setenta y nueve. No necesito nada de eso porque tengo las palabras y su potencial. Tengo la efervescencia del lenguaje y de lo que pueden hacer las palabras, incluso cuando no se están escribiendo, incluso cuando no son pronunciadas. Me burbujea un impulso, un gozo, un germen escondido en los sonidos posibles de las palabras cuando se ponen unas al lado de otras. No estoy hablando de escribir, estoy hablando de una certeza de existir a través de la experiencia de los libros y las lecturas y la escritura y el compartir un sentido o inventarlo o desvelarlo. Me enamoro de esta vida que sostengo con los hilos finos de las palabras que inventan todo, a mí misma incluso, esta alegría incluso. 

Reconquisto un sentido de ser a través de la poesía. Me agarro de las páginas impresas y resisto a la inercia. Ha valido la pena tanta pena y tanto gozo, intentar, nombrarme. Me hago una coraza de palabras y el mundo la rompe en dos, me rompe en pedazos incontables. Un acertijo, una charada. Soy yo en todos los fragmentos. Ninguno de esos soy yo. 

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