Mi pecho es una playa de arena cálida en la que juegas. Te entretienes construyendo montañas y haciendo fosos para capturar un poco de agua. Te mojas las plantas de los pies y dejas huellas cuando vas hacia mi ombligo.
Tus manos ondulan con el agua salada para alcanzar mi cintura y cada vez que llegas me deshago en espumas, en conchitas nacaradas, en algas que llegan flotando a la superficie de un día.
Tu sabor y descubro la razón del silencio y del canto de la oscuridad estrellada. Me quedo quieta para no despertarte y acompaño de cerca tus días de sosiego. Me quedo tendida, infinita, para ti. Soy esta sensación de estar a gusto contigo.
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