miércoles, 14 de septiembre de 2022

Palabras (305/365)

La mirada baja, las emociones cosquilleando en mi brazo derecho.

Separo las palabras buenas de las perniciosas. No. Todas las palabras tienen lugar en este puente que construyo hacia el mundo. Camino sobre ellas y se me marcan en las plantas de los pies. Las llevo conmigo y las desordeno mientras voy andando.

Me doy un baño de palabras al atardecer.

Sostengo con la mano izquierda una taza de café caliente y el lado derecho de mi cuerpo se queda libre para experimentar la noche y la brisa y las sábanas inmensas del poema. Bajo la mirada de nuevo para evitar hacer parte del mundo. Quiero conservar esta inocencia, este secreto, este poder. Imposible ir a algún lugar sino a través de los puentes de palabras. Guardo silencio. Me quedo quieta. Me hago un refugio.

Me limpio los pies antes de subirme a la cama y veo los restos grises en el suelo, agonizantes de sentido y de belleza. Las palabras a pedazos, todas rasgadas y marchitas después de un día largo largo. Mis plantas inmaculadas otra vez. La vergüenza me hermana con los impulsos primarios de esta forma de existencia. 

Me dejo caer en las páginas bellamente escritas de una poeta del sur. Dejo que me aplasten y que me hagan sentir la densidad de decir Te amo, de decir No, de decir Nadie

Me dejo caer en mi refugio de palabras y bajo la mirada para abstraerme del mundo. 

 


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