martes, 6 de septiembre de 2022

Sentir - I (297/365)

La dejo recostada en la cama con las cortinas cerradas y salgo a caminar. Pienso en lo que han sido las últimas semanas juntas y me parece que ya no aguanto más. Es imposible convivir con esa desidia, con ese cansancio, con esa incapacidad para maniobrar la vida. 

Pero no tengo corazón para dejarla. Tampoco sabría vivir sin  esa oscuridad que es apenas la otra cara de su ser luminoso. He pensado muchas veces, dando vueltas en la cama, en que ya hemos tenido suficiente tiempo y que no vale la pena lastimarnos más. Pero, de nuevo, no tengo corazón para hacer ese agujero en el mundo.

Ando por el barrio y recorro los lugares que a veces la hacen feliz. ¿Cómo hago para traerla de vuelta? ¿Cómo hago para que vea lo que yo veo cuando la miro? Me detengo en el supermercado y compro las frutas que yo sé que le hacen bien. Ella me ha enseñado que las manzanas, en infusión, le ayudan a dormir; las guayabas le dan vitamina C; los limones bajan la acidez de la sangre; la guanábana está llena de antioxidantes. ¿Cómo hago para que quiera comer esto y no las cosas que le hacen mal? ¿Cómo hago para que quiera comer alguna cosa?

Regreso a casa y entro sin hacer ruido. Duerme. En la mesa de noche se apilan los pañuelitos y las pastillas. Recojo el desorden de ropa y llevo la loza a la cocina. Aprovecho para abrir las ventanas y dejar que las plantas del apartamento respiren. Hay un aire denso, un silencio pegajoso en el ambiente y las plantas lo resienten.

Me paro en la puerta de la habitación y me impresiono. Parece que estuviera muerta. De verdad parece como muerta, día y noche. Antes al menos lloraba. La gente decía que lloraba como un bebé pero ahora ni siquiera llora. Cuando no está durmiendo, está haciéndose la dormida. Toma tres baños diarios. Al menos se baña. Pero no logro hacer que coma.

Algunos días cuando el cielo está opaco se levanta, porque dice que en esos días se siente mejor. Dice que el azul despejado del cielo la hace sentir peor por no ser capaz de apreciar nada. Es que lo que dice es que no siente nada y que eso es peor que sentirse mal. 

[...]

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