domingo, 11 de septiembre de 2022

Lo que puedo (302/365)

Me acompaño de una copa de vino rosado mientras intento escribir alguna cosa que tenga que ver con esta sensación de claridad interior. Miro a mi alrededor: mi casa limpia, las frutas maduras sobre el mesón, mi perro durmiendo en su camita, libros en diferentes rincones, la música que suena melosa y el aroma de una vela que perfuma a vainilla. Miro mi reflejo en el espejo: Mi cabello corto y rizado al natural, mi piel con algunas marcas del sol y del tiempo, mis ojos brillantes y serenos, mi cuerpo de treinta y ocho casi en forma, mi corazón cansado en el gesto de mi boca.  Esto es lo que hay esta noche. Esto es lo que hay y me gusta. Esto y no otra cosa es lo que comparto cada vez que me siento a la mesa a tomar café o cerveza con alguien. Esta vida que me voy inventando y que me va modelando a su imagen, esta apuesta, este intento, esta sed de vida, esta forma de amar que ilumina todo lo que toca. 

Es magnífico estar aquí y mirar alrededor. Magnífico mirar lo que he hecho conmigo. 

Quizá mi conversación no es la más entretenida, ni mis intereses, ni mis actividades, es verdad. Quizá mi cabello es menos convencional de lo esperado, también. Es probable que la forma de mi cuerpo y el tono de mi voz no sea cautivador y también es muy probable que sea menos encantadora de lo que parezco a primera vista. Pero es magnífico descubrir que eso es lo que hay y está bien para mí. 

Esta noche me regalo esa certeza y brindo por todas las cosas que puedo hacer: cambiar, desear, aprender, gozar, excitarme, seducir, cuidar, callar, empezar, escribir, sostener, inventar, resistir, incendiar. Puedo amar, profunda e incondicionalmente, también a mí. En esa certeza todo descansa y yo me preparo de nuevo para comenzar. 


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