sábado, 17 de septiembre de 2022

Tanta suerte y este amor (307/365)

Llego a casa de madrugada después de salir a cenar con una de las mujeres fantásticas de mi vida. Tengo tanta, tantísima suerte de rodearme de la luz y el calor de amores auténticos y valientes que me sostienen y me sanan; amores de mujeres sabias.

Hablamos por horas de nuestro corazón adolorido, de nuestro cuerpo dichoso, de las memorias y los anhelos, de lo que nos angustia y de los que nos serena. Nos inventamos un lazo que no tiene nombre en este mundo enfermo. Nuestro amor nos da algo que se parece a una esperanza. Es más bien un lugar seguro, un lugar transformador, un lugar de poder -poder interior en todo caso-.

Me meto a la cama caliente y abrazo el espacio que me rodea. Estoy sola en mi cama, sí. Pero habito una soledad plena de presencias amorosas, de emociones profundas. Mi vida cabe en el espacio limitado de mi cama de esta noche. Mi cuerpo de treinta y ocho años, cansado y amoroso testimonian el valor que he tenido para levantarme de muchas otras camas en donde ya no quepo, en donde ya no quiero estar. Y regreso aquí y cada vez soy capaz de escuchar más allá de mi propio silencio y mi propia oscuridad. 

Tengo tanta suerte por poder experimentar esta forma de vivir, este corazón que palpita a una intensidad que a veces resulta insoportable. Bueno, está bien dejarme sorprender cuando me miro, soltar y esperar que cosas buenas estén por venir. 

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