lunes, 31 de enero de 2022

Amo (80/365)

Hay alegrías que me agarran por sorpresa. 

A veces es la brisa de la tarde caminando por las calles atestadas.

Un poema de una mujer con la que comparto el nombre. 

La voz de mi madre que me llama a cenar.

Pensar en mi trabajo con amor.

Hablar a media lengua con mi perra.

Ver pasar a alguien a quien extraño y sonreír con el cuerpo entero.

De todas las cosas que hago mal, perderme de la belleza simple de los días es la que más me duele. Hay tanto prodigio alrededor... Me miro al espejo y me sorprendo con la música que suena después de todos estos años de bailar con mi reflejo. Cada vez tengo menos miedo. Cada vez camina la muerte más cerca de este cuerpo y aunque cada vez nos hablamos menos, nos queremos más. ¿Cuántos días faltarán para encontrarnos? 

Mientras tanto, yo solo amo o me fatigo escarbando el amor, tratando de encontrarle en el fondo una salida, un resquicio por donde pueda volver a entrar. Escarbo con las uñas. Escarbo con todo lo que soy. A veces encuentro cosas, a veces solo aridez y tierra muerta. Pero yo me empeño en amar, solamente; aun no aprendí a vivir de otra manera. Amo terriblemente mal. Lastimo a todos y todo me lastima, pero ¡amo! Y esa es la mayor alegría entre las alegrías que me agarran por sorpresa. 

A esta hora de la noche, lista para lanzarme de nuevo al mundo, a inventarme una vida me pregunto ¿será suficiente amar, terriblemente mal, al menos? 

Esa es la alegría. Amo esta vida y esta cosa que soy, que ama, que busca desplegar el amor en cada tarde de domingo, en cada nuevo comienzo: de ti, de mí, de todas las vidas que no son más que la vida a secas. 

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