jueves, 13 de enero de 2022

Esa vida que crean los objetos (62/365)

Huele a flores y a vainilla cuando entro en la habitación salpicada de luz de atardecer. Las cortinas de velos producen figuras de sombra sobre la cama y en los espacios calientes de sol, la perra ronca la siesta vespertina. Hay muebles antiguos, cosas de madera, de bronce, cosas tejidas y hay libros; en cada mesa y cada rincón hay libros. 

Casi todas las cosas están en su lugar y casi todo lo que está fuera de lugar aun respira las humedades de su cuerpo; son cosas que han sido tocadas, cosas que han sido usadas para vivir. ¿Cuál es la vida que han creado esas cosas?

Una vida de pausa y silencio. Una vida de sensualidad. 

Es evidente que hay devoción en esa vida; por los Budas, por los libros, por la belleza. Devoción por algo de adentro. 

¿Qué dicen de mí las cosas con las que me rodeo? ¿Qué vida es la que se vive entre estas cosas, entre todo el tiempo que lleva limpiarlas y ponerlas, cada una en un lugar?

Me observo a mí misma desde fuera sosteniendo los objetos de mi vida. Hay cuidado y atención, hay reverencia y hay sed de algo perenne. Uso mis objetos como espejos de alguien que llevo adentro y que me esfuerzo por parir cada mañana cuando pongo las manos sobre mi pecho y siento mi corazón mientras pienso: "hay un universo infinito y existe únicamente aquí". 

El libro sobre la mesa, la tetera vacía, la cobija doblada a los pies de la cama. Un universo infinito dentro de mí. 

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