martes, 4 de enero de 2022

La vida de verdad (53/365)

Tengo los ojos hinchados de llorar. Como si tuviera seis años, apenas se cerró la puerta de la casa y se fueron los invitados, rompí a llorar desconsolada.

- ¡Es que no puedo! Esto es demasiado para mí... no sé cómo lidiar con tanta gente, con tanto ruido, con tantas cosas al mismo tiempo. 

Así estuve lloriqueando por un buen rato y mi madre me escuchó. A su manera. Se hizo silencio en casa. Cuando pude volver a respirar, hablamos y pudimos terminar todo en un abrazo, intentando, cada una, encontrar el camino más cercano a la verdad de la otra. Así es el amor y la vida que yo quiero. 

Ahora, arropada en mi cama, con la serenidad de haber dejado que la lluvia de mi pena despejara las nubes de esta noche, me pregunto. ¿Es este el amor que quiero? ¿Es esta la vida que quiero?

Me viene a la memoria un fragmento de Katherine Mansfield para responderme esas preguntas:

Al final lo único que merecer la pena poseer es la verdad; es más emocionante que el amor, más alegre y más apasionante. Es lo que sencillamente no puede fallar. Todo lo demás fracasa. En cualquier caso, yo le dedico el resto de mi vida a la verdad y solo a ella.*

Es esa la vida que quiero. Mi propia verdad. Vivir ahí, amar ahí. 

Mi vida verdadera. Amor verdadero.

Mi nombre verdadero, mi cuerpo verdadero.

Mi verdad lo que digo, mi verdad lo que hago.

Mi verdad cuanto te miro, mi verdad cuando me besas.

Verdadera felicidad, verdadero encuentro.

Vivir de verdad porque la muerte es de verdad. 

Poder sentarnos juntos ahí: un diamante indestructible en mi corazón.

Sí. Este es el amor y la vida que yo quiero. Asusta. Pero "al final lo único que merecer la pena poseer es la verdad".

* Diario, de Katherine Mansfield.  

 

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