sábado, 22 de enero de 2022

Primera lluvia de enero (71/365)

Cuando al fin la pereza de la tarde me suelta, salgo a tomar un poco de sol. Me siento de espaldas al maíz que se mece violento con el viento; uno de mis sonidos favoritos en el mundo. Mis sobrinos juegan, los perros se revuelcan entre el polvo caliente de este enero. Mi madre y mi hermano hablan de... ¿de qué hablan?

Se acerca lentamente un nubarrón oscuro que anuncia que, finalmente, la lluvia va a regresar. Ese calor y ese viento anticipan la alegría de nuestras lechugas y repollos, de las babosas y los caracoles. Anticipan también mi melancolía de sábado pre menstrual. 

Qué envidia de la mirla que, posada en lo alto de un poste, se deja acariciar por la lluvia incluso antes de que caiga. Ahí está ella, solita de espaldas a la higuera donde decenas de otras mirlas aprovechan los frutos verdes y saltan, de una rama a otra, siendo mirlas y nada más. Ella, quietica mira el maizal desde lo alto y mira la nube que corre hacia nosotros y yo la miro y quiero tener esa capacidad de volar pero no hacerlo, quiero saber que puedo saltar sin riesgo, que puedo irme, que puedo quedarme, que no necesito a nadie para ir a algún otro lugar. 

Cuando las gotas empiezan a caer, nosotros corremos para refugiarnos en casa. La mirla seguro hace lo mismo. Yo termino en la silla de mi habitación junto a la ventana con un café caliente entre las manos viendo a mi perra aprovechar el calor remanente de la tarde entre mis cobijas. ¿En dónde se refugia la mirla, si es que se refugia? ¿Qué hace un pájaro cuando empieza a llover? 

Quería yo estar encaramada en la higuera viendo a las plantas levantar dichosas sus rostros a la lluvia, erguirse para su felicidad y la nuestra. Quería yo ser lo que soy y nada más, en esta tarde, en la copa de la higuera, entre los surcos del maíz, envuelta entre la nube de esta lluvia, al vuelo de la mirla de esta tarde, en los brazos de mi madre que son mi refugio, en este corazón que duele y que sangra y que es todo lo que puedo ser en la primera lluvia de mi enero. 

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