lunes, 7 de febrero de 2022

Vivir con urgencia (87/365)

Vivir con urgencia. No con afán, pero con urgencia. En la urgencia hay una fuerza que se impone a todo lo demás. Una decisión que aplaca lo obvio; una violencia que empuja; una energía que moviliza de forma contundente hacia algo que se posiciona como centro. La vida es el centro y es al mismo tiempo lo que empuja. 

El tiempo manifiesta la urgencia de la vida. 

El cuerpo encarna la urgencia de la vida. 

El amor sustituye la urgencia de la vida. 

Sin prisa, pero ávida de alcanzar el núcleo de las cosas. Nada es tan importante, pero nada, tampoco, puede esperar. ¿Esperar a qué? ¿Esperar a quién? Si no hay nada, nada, nada. Si las únicas letras que suenan son las que forman la palabra AHORA. 

Lo bueno de lo urgente es que es un relámpago que ilumina todo y pasa apenas sin que lo notemos, aunque a veces quisiéramos que fuera un espejo del sol. Es mentira, no lo resistiríamos. No resistiríamos la vida más allá de la porción pequeñita que nos es dada a cada vez. No sabemos ni que hacer con ella. Por eso es que es tan urgente. 

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