sábado, 12 de febrero de 2022

Dices que te vas (92/365)

Te instalas aquí, en el lado izquierdo de mi cama y permaneces callado mientras me desvisto.  Yo finjo que no advierto que me miras y que no me inunda un amargo sabor de despedida. Hay en tu silencio un remolino de furia contra todo el tiempo que pasaste herido de muerte por el amor, un amor que mi cuerpo te recuerda cada vez que te ama, disimulando el amor para que no te asustes. 

Dices que te vas, pero no te has ido y permaneces en silencio en el lado izquierdo de mi cama. Voy a buscarte despojada de toda prenda y de todo peso en mi conciencia. Por ti me he convertido en una cosa ligera que flota, que se mueve con las ondas concéntricas de tu pena que cae, pesadamente, en el centro de la noche. 

Miro en la bruma de tus ojos y trato de disipar el frío que te quema los labios. Por ti me he convertido en una cosa caliente que explota y se derrama desde el centro de la tierra, inventando montañas y países, poblando islas de verde virgen.

Algo te retiene en mí. Tu capricho, tu herida, tu memoria del útero materno. Dices que te vas, pero te quedas. Simulas dormir, pero no te duermes. Disfrazas tu corazón y me convences. Y te quedas instalado aquí en mi cama, en mi corazón como una astilla que no encuentro, algo que arde en mi historia cuando se roza. Eres cobarde. Dices que te vas, pero te quedas. Quizás es sólo que te asusta el frío. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario