martes, 22 de febrero de 2022

Es la última noche del mundo (102/365)

Hagamos de cuenta que es la última noche del mundo; inventémonos un momento final de todo. Ahí estamos de pie, uno frente al otro. Te agarro de la manos y te miro.

Es una tontería (después de todos estos años) no decirte que estoy loca por ti, que amo todas las cosas tuyas que me fastidian, que pienso incesantemente en los días felices y que anhelo los días raros donde me preguntaba quién eras y qué se suponía que estábamos haciendo ahí, tú y yo, compartiendo un pedacito de universo. Es una tontería quererte haciendo de cuenta que habrá tiempo para quererte después, es una bobada posponer la alegría de saberte haciendo música en mi corazón, como si no fueras un destello de lo divino que dura apenas un instante; como si tenerte entre mis manos no fuera una forma de tocar la belleza misma...

Qué extraña forma de vivir esta, donde ignoramos los milagros y perdemos de vista que lo que amamos no es más que una parte de nosotros mismos... ¿por qué, entonces, es que tememos a todo? Al final, nada es tan serio ni tan importante. Somos apenas una mueca cósmica.

En la última noche del mundo que me invento quiero escuchar tu risa cuando te hablo de amores y que pases tu pierna perezosa sobre la mía, como una señal tímida de las ganas que tienes de derretirte en el calor de alguien. Me gusta la sensación de estar debajo de tus cobijas, debajo de tu cuerpo, debajo del agua que corre tibia por encima de nuestros besos. Me gusta la sensación de estar debajo de una luz que sale de ti y que intentas disimular.

Como en un experimento de biología me enseñaste, pacientemente, a diseccionar mi corazón, capa por capa, retirando membranas finísimas y tornasoladas hasta encontrar lo más vivo, lo más crudo, lo más tierno. ¿No es esa una razón suficiente para amarte hasta la última noche del mundo? ¿No es esa una razón suficiente para desear que seas feliz, como sea que sea tu felicidad?

Es posible que pedirte que leas esto convierta esta noche en la última noche del mundo, pero si sientes que algo se encoge, si sientes que alguna línea te roza, entonces el mundo puede irse a dormir para siempre. Te habré dicho mis amores y tu te habrás sentido amado. ¿No es eso suficiente para justificar que sea la última noche del mundo? ¿No es esa razón suficiente para celebrar jubilosos por habernos compartido un par de instantes antes de la última noche del mundo?

Suelto tus manos y te miro. Eres feliz y eso es todo lo que se necesita para apagar las luces y sentir que la última noche del mundo ha estado bien. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario