jueves, 3 de febrero de 2022

El corazón de la tristeza (83/365)

Reposamos junto a un estanque de lotos disfrutando de un rosado de seda que se mece suavecito sobre el agua. Permanecemos ahí, en silencio, y algo parecido a los lotos florece en nuestro interior. 

Un gran maestro lo llamó El Genuino Corazón de la Tristeza. Es algo que hemos estado contemplando. Justamente los lotos de nuestro estanque de lotos, que antes de ser lotos fueron la potencia de su propia belleza; una semilla que aguardó cientos de años esperando para romperse y transformarse en materia viva que se estira y se abre de cara al cielo, reposando sobre aguas tranquilas. 

El genuino corazón de la tristeza es el único lugar donde es posible reposar. No en la esperanza de que todo irá bien. No en vanas confianzas sobre lo que conviene, sobre destino, sobre sortilegios de dicha o designios del más allá. Solo en el viento que sopla cuando sopla y el sol que alumbra cuando alumbra; solo el agua que es agua mientras moja y un cuerpo que respira mientras respira; nada más. Es que no hay nada más y eso es descorazonador para quienes, ansiosamente, nos aferramos a algo que esté por encima de lo poco que hay. Es poco pero es inmensurable. Es poco pero es suficiente. 

Un poquito de tristeza en el café del desayuno para que durante el día no nos olvidemos de cuanto nos importa lo que nos importa; de cuan privilegiadas somos por ese poco que tenemos, por hacer de ese poco, suficiente. Así también el privilegio de conocer esta tristeza y verla florecer en torno a todo lo que es nuestra vida. 

P.D: Tu mano también ha cuidado este jardín de mi cuerpo y lo que no es mi cuerpo. Las semillas de tu cuerpo y de lo que no es tu cuerpo han caído en la tierra viva que soy. También tú eres quien florece cada vez que el llanto me inunda, cada vez que el placer me descubre, cada vez que soy encantada por una alegría pequeñita. El calor de tu vida acaricia la mía y sé que estás aquí, que hay amor alimentando el universo que compartimos. Floreces en mi propia floración. 


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