jueves, 17 de febrero de 2022

Extrañar (97/365)

Entro a casa y nadie sale a recibirme. Extraño los soniditos de mi perra corriendo a mi encuentro, emocionada. Extraño encontrar a mi madre que me recibe entre besos y me hace sentir el poder transformador de la ternura. Pero adoro el silencio y el secreto de la soledad. Nadie que espíe mis conversaciones conmigo, ni mis recetas fallidas, ni mis lágrimas emocionadas por la plenitud de una vida creada con mis propias manos. 

¿Qué significa extrañar?

Aquí, en este mundo, significa apreciar la belleza de algo cuando ese algo está fuera de lugar. ¿Cuál lugar? El habitual, por supuesto. Sería incongruente decir que algo no está. Si lo extrañamos, es que está, pero está en un lugar poco habitual.

Mi perra no está en casa, como habitualmente está. Está corriendo en el campo.

Mi madre no está en casa, como habitualmente está. Está zambulléndose jubilosa en el mar.

Mi padre no está en casa, como habitualmente estaba. Está en algún mundo, viviendo otras vidas, en otros cuerpos.

El chico de mis amores no está ausente, como habitualmente está. Está aquí, instalado en los momenticos que tengo de dejar a mi corazón suelto vagando por sus anhelos. 

Los extraño. Pero mi alegría reposa en la certidumbre de que, en todo caso, están; como han estado siempre y como siempre estarán. ¿No es la mejor noticia del mundo? 

¡Ninguna tristeza! Sólo extrañar. Y ahí todo se resuelve. 

  

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