miércoles, 9 de febrero de 2022

Maternar (89/365)

No voy a ser madre, pero he conocido a través de mis partes chiquiticas la devoción y la ternura de cuidar algo vulnerable y dependiente. Estoy aprendiendo a acunar a las partes de mí que aún lloran cuando tienen frío. Voy entendiendo cómo alimentar a las partes que están hambrientas y que por eso no pueden dormir. 

Me estoy entrenando en la paciencia para atender las incontables preguntas de mi partecita más curiosa y a resistir las tentativas de dictadura de mis partes más caprichosas. ¡Qué fascinante niña sigo siendo! Entre más tiempo paso con ella que soy, más descubro la transparencia de mis rasgos de mujer madura; entre más me dejo tocar y conmover por la inocencia de quien descubre un mundo doloroso, más fácilmente logro atravesar la membrana que me separa de la materia viva de ese mundo. 

La veo despertar con el calor de otros seres y de mis propias manos sobre mi propio cuerpo, la veo, titilando al contacto con la alegría, buscando, escarbando, dejándose abismar por la mota de polvo que se adhiere a su zapato. La veo cuando me veo ascendiendo y descendiendo por mi mundo interior a la caza de algo precioso. Respiramos juntas y nos dejamos maravillar por todo lo que nos conecta en lo diferentes que somos, desde siempre, aún hoy. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario