miércoles, 22 de junio de 2022

yo ya he amado (222/365)

Se sienta al piano en medio de la penumbra que va apoderándose del apartamento. Me mira y hace un gesto, como diciéndome: escucha, voy a tocar para ti. Al menos eso es lo que yo entiendo de su expresión que hace una pausa antes de inclinarse suavemente sobre las teclas para interpretar, con algunos errores, la pieza que lo fascina por estos días. 

Es casi de noche y hace frío, pero los dos andamos sin zapatos porque vamos de las cobijas a la cocina y de ahí al estudio, mientras nos mantenemos en una intimidad de hogar, como dos viejos amigos, como dos dulces amantes, como dos personas que se quieren, así, sin pretender ser nada más que dos personas que se quieren.

Mientras lo escucho y lo miro -sobre todo lo miro- pienso en las preocupaciones del trabajo y los pendientes. Me digo que estas escenas son las que salvan todo y dan sentido a estar con vida. Sí, así me pongo cuando estoy enamorada de su presencia en mis esquinas. Me digo que cuando tenga alguna reunión difícil o una tarea abrumadora, voy a pensar en este momento, mirándolo tocar el piano, como un secreto precioso que el mundo revela solo a algunos privilegiados. Sí, así es que me enamoro de su guerra interior y las treguas que hace en mi pecho. 

Y mientras pienso en eso vuelvo a la sensación que me asaltó mientras hacíamos el amor la noche anterior: ahora podría perderlo para siempre, porque ya lo he amado; no hay nada mayor que pueda hacer con él. Cuando termina de tocar le pregunto cómo hace para aprender las notas, cómo hace para recordarlas. Me responde que las lee y que se van haciendo automáticas. Charlamos sobre la música y los instrumentos; luego sobre los libros y la comida; al final, sobre la música de nuevo. Abre su brazo para que recueste mi cabeza en su hombro. Nos abrigamos a la luz ámbar de su habitación y yo pienso que ya lo he amado, que no hay nada mayor a eso que pudiéramos compartir y aunque podría, no quiero perder ese abrazo sin abrazo que me ofrece mientras parece que soy yo quien se lo arrebata. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario