viernes, 3 de junio de 2022

Cuerpecito mío (203/365)

Mi cuerpecito cansado se recuesta sobre la cama que todavía conserva el olor de mi perra. Lo arropo y lo acuno como a un bebé que no ha dormido bien. Lo acaricio como si estuviera hecho de un material muy suave, muy blando, muy limpio. Mi cuerpecito está dolorido y sediento. Está un poco roto y magullado. Está sensible y débil. Mi cuerpo, mi cuerpecito tan nuevo y tan curioso está necesitando cariños. Pero cariños de los que lo ayudan a dormir y a soñar; de los que no le piden que haga nada, solo que aprenda a estar silencioso y en paz. Le compro frutas maduras y le hago infusiones de flores para ver si se pone contento. Le susurro que el tiempo es transparente y que puede demorarse cuanto haga falta para repararse y sentirse invencible otra vez. Nos reímos cuando le digo que todo eso es mentira porque no hacemos más que hacernos vencibles por la invencible muerte. Le digo que está bien que sea él quien me lo recuerde a mí con sus chocheras, con sus sensibilidades. Mi cuerpo pequeñito está lleno de incomodidad y yo lo alivio lo mejor que puedo con palabras y canciones. 

Apago el velador de la mesa de noche y lo dejo que, a su propio ritmo, vaya hasta el fondo de sí mismo y yo me siento a esperar en la oscuridad hasta que regrese. 

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