lunes, 6 de junio de 2022

Sin contrato (206/365)

Algunas noches creo que estoy por rendirme en este proyecto de escribir todos los días por un año. Qué bueno saber que nadie lee todo lo que pongo aquí. Sería muy vergonzoso el tedio de mi escritura que repite sin cesar las mismas palabras y las mismas frases y aturde con el mismo sonsonete. Algunas noches creo que voy a ser incapaz de escribir una línea más, de publicar un párrafo más. Pero cuando estoy por renunciar me digo: qué carajo, nadie va a leer todas las lamentaciones que he escrito en los últimos meses. Escribir esta noche, por ejemplo, es como hacer el amor con mi esposo por obligación matrimonial. Como cumplir ese deber tácito en el contrato. Solo que yo no tengo esposo y me he faltoneado en todos los contratos (los conyugales, al menos). Pero más o menos sintiéndome así escribo esta noche. Como por no dejar la página en blanco, como por descargar un peso del cuerpo, como por tachar un día en el calendario. Qué bueno que ya no estoy casada; al menos escribo con la música que me gusta y con mi perra calentando mis pies. Al menos escribo y luego puedo hacer el amor con quien yo quiera. O no hacerlo si no tengo ganas. Aunque me gusta escribir medio apurada antes de una cita sexual. O también escribir medio apurada para salir del paso y poder, finalmente, ponerme mi pijama calientica y meterme entre la cama a leer. Sin sexo, sin compañía, sin contratos, salvo este que hice conmigo, de escribir todos los días sin faltonearme, así tenga que escribir, como hoy por salir del paso. Qué bueno escribir en esta libertad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario