martes, 21 de junio de 2022

Me importa (221/365)

La imagino regresando cansada a casa, conversando con su compañero del día. La imagino hablando de mí, de la misma forma en que yo hablo de ella; con desconcierto, con aspereza, con incomodidad. Igual que ella, llego a casa cansada, conversando con mi mejor amiga. Trato de imaginar su vida, los libros que ama, las cosas que come cuando se siente triste, la forma en que se arropa por las noches cuando no logra dormir.

No hay mucha diferencia entre uno y la gente que no gusta de uno. Qué molesta idea. Cómo sería de bueno poder regodearse en la propia superioridad moral, en la inteligencia lúcida o en la bondad generosa que lo diferencia a uno de alguien con quien uno no se la lleva bien. Exactamente la misma sensación cuando ella me mira desafiante mientras hago mi mejor esfuerzo para que las palabras tengan un efecto luminoso en el salón que compartimos. 

Qué frustrante recordar tan vívidamente su tez blanca y sus ojos verdes clavados en mí. ¿Por qué me importa?

Porque me importa. Porque reconozco esta chispa que salta cuando una está cerca de alguien que experimenta cosas que una ya ha experimentado. Una forma de vivir en la que no hay otro centro posible que una misma y la forma que una le ha dado al mundo.

Me importa, porque me importa lo que sentimos cuando entramos en contacto con las palabras y los gestos y la risa de lo semejante, aunque lo semejante nos desagrade profundamente. Por la pregunta que representa gastarse un día intentando adentrarse en otra vida, en un día idéntico y radicalmente distinto del de uno. 

Me importa. Ella y yo misma y la gente que como ella y yo misma tiene que compartir los días. 

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