jueves, 5 de mayo de 2022

Silencio (174/365)

El silencio toca a mi puerta y escucho su llamado agonizante y amoroso. Todo se ordena para que yo pueda, al fin, abrirle la puerta y dejar que se aloje en la misma habitación en la que se aloja siempre. O quizá, esta vez no. Quizás esta vez le armo una casita en el árbol para que pueda dormirse mirando estrellas y nubes que pasean. Quizás prefiera recibir los primeros rayos de luz recorriendo la huerta con las plantas de los pies descalzas y húmedas de rocío. El silencio llega, por fin, para ayudarme a desenterrar las espinas que me hieren y a cultivar las frutas que ya están maduras en las ramas. Estoy impaciente y nerviosa, como cuando estoy enamorada. Es que estoy enamorada. Será por eso que me brillan los ojos y el pelo, será por eso que no me hundo, sino que floto serenamente en los pozos más profundos de mi propia oscuridad. Me ilusiona hacerme una con mi silencio, dejarme ir en su abrazo y quedarme quietecita en su arrullo. 

Mi casa, mi familia, mi lazo con la vida, mi corazón, mi deseo, mi ilusión, mi crecimiento, mi redención, mi legado, mi luz, mi alegría, mi melancolía, mi proyecto, mi pasión, mi coraje, mis límites, mis demonios. Todo habita en mi silencio. 

Corto algunas flores del jardín para adornar la puerta. Es el silencio que llega. Germino. Me hago primavera. 

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