domingo, 22 de mayo de 2022

Quizás (191/365)

Hay alguien que a veces viene a pasar el fin de semana conmigo y cada vez que viene me enamora por completo. En su compañía puedo ser completamente yo misma e incluso puedo ser mucho más de lo que soy ahora. Mirarme en sus ojos me permite encogerme de hombros y decir: ¿por qué no?, quizás sea posible ir a donde nunca fui antes y ser todo lo que, secretamente, he deseado ser. 

Hoy, por ejemplo, hicimos un almuerzo simple y fresco. Verduras tiernas de la huerta de casa; todos los colores mezclados, un aderezo sobre el aguacate y nada más. Salimos y nos sentamos al sol, dejando que el viento enredara nuestro cabello. Comimos escuchando el viento atravesar el verde de las plantas que nos rodeaban mientras nos dejamos tostar por el sol de este medio día tan escaso y tan milagroso. Algo así; esa sensación de que la vida puede ser algo tranquilo, algo simple, algo que no requiere mayor explicación más allá de compartir las cosas que nos mantienen con vida. Eso es todo lo que he deseado ser y hacer.  

Dejo que el día se escurra poco a poco entre el espacio de nuestros cuerpos y nuestras consciencias de lo que no trasciende. Dejo que el azul luminoso se transforme en azul oscuridad y dejo que eso pase sin sentir nostalgia, ni remordimiento. Dejo que la casa se quede en silencio, que se quede vacía, que se cubra de polvo traído por el calor sobre el asfalto. Dejo que mi cuerpo vaya soltando la emoción del día y se vaya quedando tranquilo. Así, justo así quiero que sea el último día de todo. Una alegría se enciende en mi pecho y me siento enamorada. ¿Por qué no? quizá sea posible lo que nunca antes ha sido posible. 

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