Todo se trata de lo que nos decimos allá en la intimidad de nuestros pensamientos. ¿Qué es lo que le digo a mi cuerpo cuando voy caminando con él? ¿Qué tono utilizo cuando me dirijo a mi reflejo en los cristales? ¿Quién nos ha enseñado tanta crueldad?
Quería tener otro cuerpo y otro reflejo, pero este es el que se me dio. ¿Qué hacer entonces? Ya que nos conocemos bien y nos llevamos bien, entonces ¿Por qué no hablarles con más amabilidad y cariño?
Todo se trata de cómo nos comunicamos con lo que somos en la oscuridad de eso a lo que le ponemos nuestro nombre.
Detrás de ese nombre nos escondemos, bien escondidos, a veces. Detrás de ese nombre nos inventamos un lugar que parece seguro. Todo se desmorona al primer movimiento de las estructuras. Somos pésimos ingenieros. Lo bueno, es que todo se trata de las palabras que elegimos y cómo las combinamos. Se trata es de ser buen poeta, no buen ingeniero.
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