martes, 26 de octubre de 2021

Día 26/30: ropa

 Desde chiquita me encanta la ropa. Llenaba hojas y hojas con dibujos y recortes de vestidos, clasificados, ordenados y etiquetados de acuerdo a la ocasión en la que podían usarse. 

Un par de años atrás, me sentía tremendamente orgullosa de mi guardaropa. Me dediqué, cuidadosamente, a seleccionar vestidos, tacones y carteras que se amoldaran exactamente a la persona que me sentía en ese entonces. Desde que regresé de Brasil, me siento en una crisis de estilo sin tener la más remota idea de quién es la persona a la que estoy vistiendo. Así que he vuelto a la básico... la única forma en la que no me siento disfrazada de alguien más para ir por la vida. 

Hoy estrené una boticas que compré ayer. Pasé por una vitrina y me sorprendió ver exhibidas una botas exactamente como las había imaginado para usar con una falda azul que hace tiempo no me pongo. Así que me pareció como un pequeño mimo de la vida, justo ayer, que tenía el corazón lloroso. 

Y las boticas, color miel, las combiné con algo que me encanta: jeans y algo negro; un accesorio para poner algo de color y me siento perfecta. 

Ese pantalón, que por mucho tiempo fue mi preferido, lo recibí de alguien que me amó. Y yo amé la forma en que parecía conocerme por la ropa que me regaló. Intercambiar prendas lindas era una forma de decirnos: "quiero que seas feliz y quiero hacer lo que pueda para que sonrías". Así, nos dijimos amores con chaquetas, bolsos, camisetas y tenis. Por suerte, la ropa linda, o al menos una parte, sobrevivió a nuestro desastroso final y a nuestros corazones rotos.

El collar turquesa que me puse, lo compré en un viaje a la playa con otra persona que amé. No; que amo, en presente, aun con nuestros desastres y corazones medio rotos. 

Y el busito negro, bueno, eso fue algo que compré apenas regresé porque me recordaba a otra persona que amé: la que fui antes de irme, cuando sabía quién era la que abría, cada mañana, las puertas del armario. 

No es nada importante la ropa, pero es también la cosa más importante cuando pienso en la persona en la que quiero convertirme. Ya no me importa nada la ropa, pero cada vez que abro mi nuevo y reducido armario, algo sale volando y no logro retenerlo. Ahora me pongo cualquier cosa, pero cada vez que me miro en el espejo, sé que hay alguien que no ha encontrado el camino de regreso a casa. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario