miércoles, 20 de octubre de 2021

Día 20/30: lugar

Es una casa pequeñita. Cuando abres, con dificultad, el portón de la calle encuentras un corredor estrecho y oscuro. Al final, las escaleras conducen a un segundo corredor de cielo abierto en la siguiente planta. La primera puertita a la derecha... ahí, ahí es. La felicidad.

En el patio hay montones de macetas de todos los colores, hay helechos, suculentas, plantitas de hojas y hasta un par de aromáticas. Ahí lo puedes sentir: hay amor germinando en todas las estaciones. 

Detrás de la puerta blanca encuentras la cocina. Las cosas son simples, pero simples en el sentido de ser esenciales, de ser puramente lo que son y descubrir, así, la vida como es. Con altos y bajos, con piezas nuevas y piezas quebradas, con la belleza que solo tienen las cosas que tienen historia. 

Luego, hay una salita comedor que deja ver por todos lados que ahí, en esa casa, vive alguien que sabe construir y sabe reparar y sabe inventar y sabe crear, de la nada, un hogar, una vida, un universo luminoso para habitar. Hay negro y fucsia y dorado y blanco; hay cosas brillantes, cosas acolchadas, cosas transparentes; hay llantos y éxtasis; libertad y valentía. 

Al fondo, está la cama junto al ropero. Siempre huele a las cosas más entrañables de la infancia: a pomarrosa, al viento de agua salada, a helados de chocolate cubiertos de chocolate... Y hay un silencio que trae ecos de llantos consolados y acompañados. En verano, el silencio se rompe con el zumbido del ventilador y, entonces, se vuelve coro de bailes y de carcajadas y esparce por todo lado el olor de los pomelos, las frutillas y las cerezas; de las pizzas y las cervezas heladas.

Todo ahí está puesto en su lugar incluso en los días de desastre. Cada cosa te habla de sí misma y te habla de la vida que se inventa a cada paso. 

No hay lugar que sea más hogar que ese hogar y donde sea que Ella vaya, ese lugar también va. 

Ahora es esa casita, pero es Ella, siempre es Ella. 

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