martes, 12 de abril de 2022

Te necesito (151/365)

Hay días en los que (todos) necesitamos de alguien más. Yo, hoy, necesitaba de alguien más. A las tres de la tarde entendí que aún no sé como pronunciar esa frase tan terrible por estos tiempos: "te necesito". Qué horror pronunciar eso tan humano en estos tiempos tan desapegados, tan rotos, tan a la defensiva. Nunca había sido tan difícil sumirse en la vulnerabilidad de los lazos y los vínculos. Nunca había sido tan imperioso estar siempre bien para poder estar en contacto con el estar bien de alguien más. 

Pues bueno, hoy necesité, y como aún no sé cómo decir eso, tuve que empezar el día de nuevo. A las tres de la tarde me bañe y me puse ropa que me hace sentir bien. Hacía una tarde soleada preciosa y salí con un libro en mi bolso a caminar. Me senté en la banca de un parque cuyo césped hace mucho no es podado y está todo tapizado de florecitas blancas y magenta; absolutamente hermoso. Saqué mi libro, un libro que no había empezado y me puse a leer. Unos dos capítulos después fui consciente de que estaba absorta en las páginas, pare un momento y regresé al instante. El viento corría y el sol pegaba en mi cuerpo con fuerza. A lo lejos los perros jugaban y no había mucho ruido. Me sentí en casa, me sentí aliviada. Entonces pensé, esto es todo lo que necesito... Sin embargo, ahora terminando el día, comprendo que sí, que esa sensación es maravillosa, pero quiero aprender a decir: "te necesito", también necesito eso. Le doy vueltas y vueltas y no tengo idea de cómo se hace. Necesitar de alguien parece ser algo terriblemente malo, parece indicar que hay algo muy mal en mí y que esa es razón para que cualquier persona sana decida alejarse. Quizás esa idea solo provenga de experiencias de mi infancia y de mi atormentada adolescencia en las que el rechazo fue la respuesta a un corazón herido que se abre. Sigo siendo ese corazón herido, igual que tú y que todo el mundo. A lo mejor por eso es que no sé como pronunciar ese "te necesito", no sé como sobreponerme al terror de ser dejada, de ver el calor de lo que amo correr en otra dirección. 

¿Tiene que ver, todo esto, con mi padre? 

He aprendido a romper mis propios límites, mis propias reglas. He reunido el coraje de decir lo que siento, lo que me habita, lo que me lastima, pero no tengo idea de cómo decir "te necesito". No sé cómo se pronuncia esa condición humana que quiere estar en silencio compartiendo la intimidad de lo que asusta, de lo que se escapa, de lo que nos supera. No sé cómo trasmitir esas ganas de dejarme caer en las manos de alguien y solo permanecer serena sabiendo que toda mi sombra tiene espacio en el espacio de alguien, y entonces así, sentir que la inevitable soledad de lo que soy, encuentra, por momentos, otra soledad inevitable para conversar. 

Decir "te necesito" me suena como un recordatorio de las cosas que nos hacen idénticos, más allá de todo lo que nos hace diferentes. Mi parte más lúcida y sabia es la que te necesita; la parte de mí que ya no tiene miedo, la que está lista para saltar, la que abraza con coraje lo más doloroso y crudo de mí misma y del mundo. 

Pero no estamos listos para esta conversación. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario