Compré un libro de Gabriela Wiener y lo firmó para mí. Yo estaba tan emocionada por hablar con ella que solo hasta después leí lo que había escrito. Me conmovió leer: "Para María Alejandra. Con amor anticolonial".
Lo publiqué orgullosísima y escribí: "el amor que yo quiero".
Quiero ser amada con amor anticolonial. Ese es el amor que quiero cultivar dentro de mí. Es con ese amor que quiero amar lo que amo.
¿Qué significa eso?
Provisionalmente significa que el amor crece a su propio ritmo y en muchas direcciones. Significa que sigue su propio curso, que está siempre sin terminar, que es imposible demarcarlo. Significa que está vivo y cambia con los cuerpos y los corazones y los tiempos que lo abrigan. Significa que se sumerge en las partes de las cosas que no queremos mirar, que no queremos sentir y las ilumina con su claridad incandescente. A veces se siente mal, pero se siente como se siente la vida cuando nos entregamos: muy cruda, muy tierna, muy caliente. Nos derrite desde adentro.
Amor anticolonial me suena a cuidado, a delicadeza con una misma y con las cosas que tocan lo que una llama una misma. Me suena a probar lo dulce y lo amargo del propio cuerpo, de la propia historia, de las propias apuestas por algo feliz. A probar lo mismo de los seres y las cosas que amamos. Me hace pensar en ser valiente para detenerse y no ceder a la inercia de lo popular.
Amar eligiendo lo que es transparente en cada momento. Amar sin puntos de referencia más allá del lazo que nos conecta con algo mayor que una y una en relación con algo más, que es otra cosa pero que también es una. Amar mirando hacia otro lado y con una pregunta siempre en la boca ¿por qué no? Por qué, en cualquier caso. No se trata nunca de Quién ni de Cuándo. Se trata de Por qué.
Rebeldía y resistencia. Ternura radical cuando siento mi corazón latiendo en mi pecho y cuando pienso en lo que veo reflejado en un cristal. No quiero decir la palabra espejo. Me veo y veo a través de las cosas. Todo cabe, todo puede ser atravesado, todo tiene la oportunidad de destruirse -que solo es transformase- para armarse de nuevo. Yo y lo que digo que soy yo. Tú y lo que decimos que eres tú. El mundo y las palabras que nos inventamos para inventarnos el mundo. Amor anticolonial.
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