jueves, 21 de julio de 2022

Ser perruno (251/365)

Escribo con la mano derecha mientras con la izquierda le rasco el lomo a Lila, mi perra.

Si me detengo, ella se restriega de forma insistente contra mi pierna hasta que retomo el ritmo de mis dedos moviéndose por entre su pelo. Me cuesta separarme de ella cuando me voy al trabajo, especialmente al medio día después de venir a almorzar en su compañía. Se queda mirándome fijamente y bien plantada sobre sus cuatro patas a pocos pasos de la puerta. Yo me despido unas diez veces y le digo siempre que se porte bien, que no tardo, que voy a trabajar para poder comprarle su comida y que la amo; sobre todo eso, le digo que la amo. 

No sé qué tanto entiende lo que le digo, pero seguro me entiende cuando le hablo de amor porque ha sido ella la que me ha enseñado a decir esas cosas. Pero a decirlas de verdad como se las digo a ella. A decirlas como seguro me las dicen a mí mi madre y las personas que de verdad me aman tal como soy, con todos mis desequilibrios y distracciones, con mis adicciones y mis pasos en falso. Solo a ese amor se le puede llamar de verdad amor. Como este que yo digo cuando me voy pero quisiera quedarme, aun sabiendo que más temprano que tarde voy a perder a este ser canino al que amo, que bien puede ser víctima de su temperamento de forma repentina y agredirme más o menos gravemente. Pero nos amamos y nos cuidamos y nos brindamos lo mejor que podemos brindarnos así eso sea una vida mediocre y aburrida encerradas en las cuatro paredes de un apartamento. Bueno, hablo por mí, porque ella me da siempre todo y más; ella no escatima en su expresión de cercanía y confianza, ella se entrega intensamente a cada día que podemos compartir. 

La dejo dormir y roncar sobre mi almohada mientras termino de revisar estas líneas. No quiero despertarla, no quiero causarle pena jamás. Quiero que tenga una existencia feliz y que conozca los sentimientos más bellos y nobles que pueda mientras sea perro. Quiero que esa belleza se imprima en su corazón y la lleve a experimentar una vida feliz tras otra, en la forma que necesite para mantener ese corazón transparente y generoso que le envidio como humana a su existencia de perro. 

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