Me consuelo pensando que estoy en un periodo de transición y que las transiciones siempre me cuestan, pero no acabo de convencerme. ¿Acaso, no se trata la vida de pura transición? Entonces, ¿qué es lo que me cuesta y me incomoda mientras lo extraño y al mismo tiempo quiero que desaparezca de mi vida?
No soy más que una egoísta y vanidosa. No soy más que un humano, una criatura de carne y sangre y los días contados. No soy más que un puñado de temores y anhelos de cuidado. Apenas un viejo corazón de cristal, una joya olvidada y deslucida. Una luz tímida. Una señal de algo infinito, pero apenas una señal.
Se hace de noche y permanezco en el sillón mientras aguzo la vista para ver si encuentro por dónde agarrar estos días y estas ganas de volver a reírme de todo, del silencio, de la distancia, de los desperfectos de mi corazón iluminados por la luz de la soledad.
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