viernes, 3 de diciembre de 2021

La carrera del salmón (21/365)

Los salmones nacen y se desarrollan en agua dulce; luego, sus cuerpos pasan por un proceso de adaptación para poder irse a vivir al ambiente salino del mar. Después de pasar algunos años en el mar, como adultos, emprenden, en el mejor momento de sus vidas, una carrera salvaje que los llevará de regreso al río donde nacieron para desovar y luego morir. Utilizan las señales magnéticas de la tierra para regresar, con mucha precisión, al mismo río, al lugar exacto de su nacimiento. A eso se le conoce como la carrera del salmón. 

Ir desde el mar hasta el río implica jornadas arduas de nadar contracorriente, sorteando los cursos y ritmos de las aguas, pero también, los predadores que salen al paso. ¿Por qué no podrían los salmones, simplemente, dejar sus huevos en el mar, donde han vivido felices?

Es que ¿acaso saben los salmones que el mejor lugar para morir es el lugar donde se nace? Al momento de morir, los minerales y otras sustancias que componen su cuerpo se liberan en la descomposición, alimentando el ecosistema y beneficiando a todos los seres que lo comparten. Un último presente. La donación de sí como parte del ciclo infinito de la vida. 

Me parece que estoy en mi propia carrera del salmón. Puede que mi tiempo en el océano haya terminado y  ahora, con mis escamas tornasoladas, esté de regreso a casa para desovar y luego morir. Porque, a lo mejor, sólo en este lugar puedo morir(de muchas formas) para que el ciclo pueda volver a comenzar y pueda, yo misma ser también, de nuevo, un salmón bebé que crece contento en el agua de río, para volverse a ir al mar a ser adulta y regresar para morir. Una y otra vez. 

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