martes, 7 de diciembre de 2021

Aprender (25/368)

El amor y el conocimiento son dos cosas que cuanto más se comparten, más crecen. Eso, pero en palabras más lindas, me dijo uno de mis grandes amores: mi maravillosa amiga Raquel. Me lo dijo una tarde casi noche que pasamos en la librería Lerner de la 93. Fuimos a buscar alguna cosa o tal vez solo a pasar un momento especial, juntas, con un café y una torta de chocolate. La Lerner tiene un patiecito precioso para compartir un buen café con la vista de estantes inmensos repletos de libros. En momentos así es que he aprendido las cosas más valiosas de la vida. Junto a Raquel he aprendido justo sobre el amor y sobre el hecho mismo de aprender. Aprender sobre todo lo que nos da curiosidad y los que nos reta; aprender sobre nosotras mismas: nuestros cuerpos, nuestras emociones, nuestro deseo y sobre como funciona la piel y el corazón de nuestros amantes. 

Pensando en eso recordé una cita bastante conocida de un libro no tan conocido: 

"Lo mejor para la tristeza –contestó Merlín, empezando a soplar y resoplar– es aprender algo. Es lo único que no falla nunca. Puedes envejecer y sentir toda tu anatomía temblorosa; puedes permanecer durante horas por la noche escuchando el desorden de tus venas; puedes echar de menos a tu único amor; puedes ver al mundo a tu alrededor devastado por locos perversos; o saber que tu honor es pisoteado por las cloacas de inteligencias inferiores. Entonces sólo hay una cosa posible: aprender. Aprender por qué se mueve el mundo y lo que hace que se mueva. Es lo único que la inteligencia no puede agotar, ni alienar, que nunca la tortura, que nunca le inspirará miedo ni desconfianza y que nunca soñará con lamentar, de lo que nunca se arrepentirá".*

Aprender por qué se mueve el mundo. Aprender cómo funcionan los mecanismos que me mantienen en ese mundo. Aprender las cosas simples que componen los días. Aprender a observar, a preguntar, a inventarme caminos. Aprender, de a pocos, cómo es que las cosas se conectan, inclusive las que parecen inconexas. Eso, pero aprender sobre todo a desbaratar el amor y deshacer los nuditos que lo componen. Eso es lo mejor para la tristeza. Aprender a vivir y hacerlo en compañía de Raquel ha sido lo mejor para mi tristeza. Siempre lo es. Aprendemos y nos amamos; entonces crecemos.  

*Terence H. White en The Once and Future King

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