jueves, 18 de noviembre de 2021

Un poquito de miedo (6/365)

Camila me dice que algo que le gusta de mí es que hago las cosas aunque me den miedo. 

Bueno, hace un tiempo hice un trato conmigo y a veces me cumplo: doy un pasito más allá de mi miedo sólo para ver qué pasa. La mayoría de las veces no pasa nada grave y se siente muy bien; otras, sale todo terriblemente mal y termino muy herida, pero herida en la fantasía de ser alguna cosa que puedo sostener entre los labios, alguna cosa que me parece de lo más importante. Por fortuna, el fracaso después del miedo, me recuerda que no soy (somos) más que una motica de polvo de universo. Qué suerte... fracasar no tiene la menor importancia. Ahí me puedo reír de mí y de la situación.

A mí me dan miedo muchas cosas, pero especialmente perderme, otra vez, en las oscuridades del deseo, los caprichos de mi cuerpo, el embotamiento de la nostalgia, la asfixia del llanto, la estupidez del enamoramiento, la risa de la borrachera. Me da un miedo espantoso cruzar la línea a mi lado oscuro y perderme allá; no ser capaz de mantenerme cerca de la salida de emergencia. Es que ya fui y volví más veces de las que quisiera y creo que me gusta más estar de este lado. 

Ahora estoy intentado permanecer en un baile tranquilo entre los días y las noches de mi corazón, un pasito para allá y otro, suavecito, para acá. Ya no quiero lanzarme, desbocada, detrás del brillo de cualquier cristal. Pero cómo me cuesta... cómo me resulta titánica la tarea de simplemente permanecer atenta y parar un momento antes de reaccionar. 

Cada vez que voy allá y regreso, regreso con más fuego en el pecho. Pero me asusta un poquito que al final, ese fuego termine consumiéndolo todo y que, en lugar de ser una fogata en la noche, me convierta en un incendio forestal. Aún así, doy todavía un pasito más allá de mi miedo a ver que pasa. Hoy me salió bien aunque ayer me haya salido terriblemente mal. 

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