lunes, 22 de noviembre de 2021

Recreo (10/365)

La hora del recreo nunca fue algo que esperara, realmente, con alguna ilusión. A mí me gustaba más estar en la hemeroteca y aprender sobre la guerra de los Balcanes. Recuerdo las mesas enormes y recortes por todo lado. Un archivo de mapas inmensos que me hacían sentir un amor que yo ni sabía que podía sentirse. Me parece tener en la manos la textura grasosa del plástico que los protegía de años de manos colegiales que buscaban, con curiosidad, las ciudades del mundo que no conocíamos y que solo pocas de nosotras soñábamos con conocer. Ya me perdí de los recuerdos del recreo que, al parecer inútilmente, intento recuperar. 

Quizás no recuerdo casi nada porque nunca cultivé esa asociación entre el recreo y las risas de los juegos. Tampoco me gustaban los juegos del recreo con balones y sudor y rodillas raspadas. A mí lo que me gustaba era sentarme en el andencito que rodeaba la capilla del colegio y mirar. Sentarme ahí y charlar. Sentarme ahí y ver pasar una infancia que apenas ahora se revela tan dolorosa y tan llena de llantos. 

Estoy en temporada melancólica. Me parece que, desde muy niña, fui esta que soy ahora, pero ese desajuste de los cuerpos, de la libertad y de la valentía, hizo que fuera muy difícil transitar por el mundo de la niña que fui, de la adolescente que apenas sobreviví. 

Así que, igual que ahora, porque siempre fui la de ahora, tampoco me hace ilusión pensar en una versión adulta de recreo. "Recreo" me suena como un tiempo contenido entre dos señales ruidosas y la puerta de una jaulita que se abre para que el ruido, la comida grasosa y el sudor lleno de mugre inunde todo. Pienso en un aire espeso que huele mal. Algo así como una entretención vulgar de lo que somos y lo que pasa alrededor.

Mi versión de esa burbuja de espacio-tiempo, que es la que a mi yo de ahora, la misma que fui de niña, le habría gustado; es un tiempo de aire limpio y silencio, o de buena música acompañada. Libertad, ejercicios interiores, un cuerpo que se alegra y que se pone al mismo nivel de la vida que en él puede florecer. un tiempo que honra la belleza, la vida y la muerte, la consciencia. 

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