martes, 16 de noviembre de 2021

Preguntas frecuentes (4/365)

M.A: ¿Qué se siente estar deprimida?

M.A: Deprimido significa hundido. Y es así. Es como tener la cabeza por debajo del agua y percibirlo todo con una densidad diferente; o igualar tu linea de visión con el suelo y tener una perspectiva distinta de todas las cosas del mundo, incluso de una misma. Se siente una cosa rara que es como no sentir nada, un estado permanente de sarcasmo en donde hay desprecio y miedo e indiferencia, pero también ganas de dañar alguna cosa y también ganas de ser sostenida por algo que parezca que no va a esfumarse en un instante. 

M.A: ¿Y qué haces cuando estás ahí?

M.A: Lo que puedo, que a veces es mucho y a veces es absolutamente nada. Hago más ejercicio porque eso me hace sentir fuerte y necesito sentirme fuerte. También me gusta caminar con libros entre las manos, porque eso me hace sentir segura y necesito crear alguna ilusión de seguridad. 

M.A: ¿Lloras?

M.A: A veces. Creo que hay llantos viejos que no he terminado de llorar y esos aprovechan para ponerse al día. A veces me parece que la que llora es la que tiene cuatro años y está en otra casa, lejos de Camila y lejos de mi mamá. A veces es la que tiene quince y se queda esperando a un chico que le gusta y que se olvida de que ella está esperando. A veces es la de treinta y dos que ya no sabe cómo salir del infierno en el que se ha convertido su vida. Yo creo que la de treinta y siete no tiene razones propias para llorar, sino que llora es por todas las otras que no tuvieron a alguien que les limpiara los mocos y las lágrimas. 

M.A: ¿Crees que alguna vez la depresión va a irse para siempre?

M.A: No. Creo que es como un lunar que llevo en el cuerpo, como una mancha de nacimiento. Pero toca cuidarla y ponerle atención para que no se convierta en una cosa cancerígena sin que uno se de cuenta.

M.A: ¿Algo que le dirías a tu yo deprimido?

M.A: "La locura no era más que un desplazamiento dentro de la vida, una manifestación de la lógica misteriosa de la que formabamos parte. El error era interiorizarla como un problema. Ocurrió dentro del taxi, entre aquel hombre maloliente y yo, algo inefable de verdad: un milagro, una revelación, una señal. Lo mejor, con todo, era el hecho de comprender que el milagro se repetía a cada instante, dentro de cada taxi, de cada hogar, de cada cuerpo. El problema era que no nos colocábamos en el lugar adecuado para observar la realidad. Por eso veíamos muertes donde sólo había desplazamientos de la vida". Eso, que es del libro El mundo, de Juan José Millás. 

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