"Leaving behind nights of terror and fear
I rise
Into a daybreak that’s wondrously clear
I rise"
Maya Angelou
Las palabras
son los ancestrales remedios
para las heridas del tiempo.
Y los mejores remedios
siempre me han sido administrados por mujeres sabias
de cuatro y de noventa y cinco años.
Porque ser una mujer sabia no es cuestión de arrugas y canas;
es de garras afiladas
y pelaje largo y brillante.
De alma salvaje
-fecundada la semilla de la vida-
que se agita cuando es necesario
y sacrifica compasivamente
cuando es hora de comer.
Las palabras de las mujeres sabias
ayudan a entender
cuán largo es el camino hacia el interior
de las noches y los días.
Todo es igual que antes,
pero se siente tan diferente.
De entre la humillación y el llanto,
yo también me levanto,
honrando a las que se levantan conmigo,
a las que me preceden en valor y rebeldía.
Reclamando la libertad que me pertenece
me abrazo a la soledad de la pérdida,
me regocijo en el vacío de esta noche
que es solo mía y mis caprichos.
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